Soledad Y Trabajo

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Título: Soledad y trabajo.
Fandom: Attack on Titan.
Rated: T.
Parejas/ships: PikuHan.
Promt escogida: comodidad y abrazo.
Conteo de palabras: 833.
Género: fanfic, compañía, sentimientos, AU.
Tipo de texto: drabble.
Narrador: omnisciente.

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—¡Maldito! —maldijo Pieck—. Juro que hoy mismo renuncio —siguió quejándose.

—Adelante señora Finger —respondió su jefe, Zeke Jeager—, mejor para mí. Deje su carta de renuncia en mi escritorio, no me gustaría ser yo quien la despida.

Pieck se puso a escribir esa carta sin decir nada.

Jefe Zeke, la verdad es que siempre te llevaré en mi corazón como la persona que confió en mí y en mis capacidades para darme un trabajo que me sirvió para mantenerme durante muchos años, pero ya estoy cansada y me siento algo incómoda. Perdón por el escándalo de hace un rato. Espero que también haya sido muy importante para ti y ojalá pueda volver a verte más adelante.

Atentamente Pieck Finger.

Se la llevó a la mesa para que la leyera y se fue de la oficina. La verdad su vida no mejoró del todo, tenía mucha soledad ya que no podía verse con Annie porque ella trabajaba, no podía encontrarse con Porco porque andaba de cita en cita de trabajo… en fin, solo estaba con su mejor amiga, la soledad.

Miró su agenda telefónica, quería poder hablar con alguien, así no fuese un amigo o un conocido. Fue ahí que recordó el pequeño crush que había tenido en Hange Zoë, una socia de la empresa en la que trabajaba.

—Contesta, contesta —decía en voz baja para ella misma.

—¿Aló? —Se escuchó al otro lado de la línea—. ¿Quién llama?

—Hola Hange, soy Pieck, ¿me recuerdas? De la empresa de cosméticos Jeager.

—Ah, sí me acuerdo de ti. ¿Me necesitan para algo?

—Pues renuncié, pero estoy bastante aburrida, me gustaría saber si tú y yo podríamos salir algún día de estos —consultó.

—¿Por ocio? —preguntó Hange.

—Sí, ¿no quieres?

—Pues dale, no hay problema, ¿cuándo te parece?

—¿Hoy?

—Claro, puedo a las once treinta de la mañana.

—A esa hora te veo entonces.

Como ya eran las nueve Pieck salió disparada a arreglarse, se acababa de despertar. Trató de ir lo mejor posible porque al ser Hange una mujer de alta clase no podía presentarse como era siempre, tenía que dar algo de ella. Se recogió su lindo cabello con cadenas brillantes que había comprado con su primer sueldo, luego alistó un vestido gris algo formal para ponérselo y, para finalizar, unos tenis brillantes. Había quedado perfecta para su cita... o tal vez no.

—¡Ay! —gritó—, ¡era hace media hora! —dijo mirando el reloj que marcaba las doce del día—. ¡Perdón Hange! —gritó por el camino mientras corría.

Su carro estaba en mantenimiento y no le daba tiempo para ordenar o buscar un taxi, así que corrió hasta que por fin llegó al lugar acordado y lo primero que hizo fue preguntar por la mesa reservada en la que debería estar Hange.

—Hola Hange —saludó—, perdona la tardanza.

—No pasa nada —le saludó igualmente—. Tienes algo en la cabeza.

Como un reflejo Pieck le acercó su cabeza y ella le quitó la mugre, era como una hoja seca.

—Gracias —dijo y miró la carta para que no se note su sonrojo.

—¿Ya sabes que pedir? —preguntó Hange al ver el interés de Pieck en la carta.

—No, jamás he venido a este lugar —seguía mirando.

—Yo sí sé que pedir, mientras miras llamaré a la mesera, puedes pedir lo que quieras, yo te invito.

—Pero yo te llamé.

—No aceptaré dinero de ti, solo deja que yo pague.

—Claro…

Pieck al final sí aceptó, le convenía de una u otra forma. Las dos ordenaron sus pedidos, carne y arroz para Pieck, que para ella fue algo delicioso como jamás lo había probado, y una langosta para Hange. Las dos salieron de ese restaurante y caminaron un poco hasta que encontraron una heladería donde entraron a comer.

—¿Te gusta más vainilla o chocolate? —preguntó Pieck.

—No me gusta ninguno —le respondió la morena—, prefiero el de bombón.

—Claro, yo sí tomaré el de chocolate común —dijo riendo—. Disculpe, ¿me puede vender dos helados? Uno sabor chocolate y otro bombón, por favor.

Una vez hecho el pedido lo pagó y le entregó su helado a su compañera. Las dos siguieron dando vueltas por la ciudad hasta que su cita se acabara, era un sitio bastante lindo.

—Por aquí queda mi casa.

—Yo te llevo —contestó Hange.

Ambas terminaron la calle y al final estaba la casa Pieck.

—¿Quieres pasar? —preguntó la pelinegra.

—Claro.

Entre charla y charla Hange decidió quedarse en la casa de su nueva amiga y lo mejor sucedería antes de dormir. Pieck persiguió a Hange quien ya se iba a recostar en la cama que ambas habían preparado para que fuera posible que la castaña se quedara.

—Gracias por aceptar la cita, Hange.

—No fue nada —la abrazó—, fue genial conocerte más de lo que nos conocimos en la empresa.

Ese abrazo le dio mucho confort a Pieck, no se sentía tan cómoda desde su primer día de trabajo y todo era gracias a Hange Zoë.

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Sección notas de autor

Nada que decir, solo que como siempre, gracias por leer. Hasta el siguiente.

Goodbye [PikuHan week 2022]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora