A Shikamaru le lloriquea el tresero

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Al día siguiente el mundo dejó de ser lo que era. Naruto suspiraba por volver a la escuela a la que iba también Sasuke. Se levantó unos minutos antes de lo acostumbrado. Y no daba pie con bola. Todo le salía mal.

Kushina aún no le había hecho el té y estaba de pésimo humor. Deidara se quejaba de todo. Minato no podía llevarlo en coche a la escuela porque salía de viaje. Parecía nervioso y se tomaba el café de pie, junto a la nevera, estirándose constantemente el cuello de la pequeña camisa.

Debía quedarle demasiado pequeña o se le hinchaba el cuello del enfado. Minato era ingeniero y tenía que ir a menudo a las obras. Naruto había visto tres puentes en cuya construcción había intervenido su padre y aquella profesión le parecía interesante. Pero Minato, ahora, no le parecía nada bien. Lo embarullaba todo con sus prisas.

— No bebas tan deprisa — dijo Kushina —, vas a quemarte.

No se sabía bien a quién se lo decía.
El té de Naruto, de todos modos, ya estaba casi frío.

Naruto agarró la cartera con la intención de desaparecer lo más discretamente posible.
Sintió de pronto que algo sucedía en sus vaqueros.

Echó mano al cinturón. La cremallera se había roto. Soltó un grito espantoso. Minato, asustado, dejó la taza en el platillo. Quedaron todos boquiabiertos,contemplando a Naruto.

— ¿Te sientes mal, hijo mío? — preguntó Kushina.

— Mira — le mostró la bragueta abierta — ¡Mira! ¡Mira!

— Le dio — dijo Deidara.
Kushina frunció el ceño.

— ¡Anda, Naruto, ponte los otros vaqueros! — dijo —. Date prisa.

Minato se echó a reír.

— Esto parece un manicomio — dijo.

Naruto estaba ya delante del armario, sacando los otros vaqueros. Los que no le gustaban porque eran demasiado anchos.

Pasó corriendo por la cocina, sin despedirse. ¡Que se fueran al diablo! Le habían amargado la mañana.

No llegó tarde pero sus compañeros ya estaban esperando delante de la clase. ¿Dónde estaba Sasuke?
No la veía. Kiba no lo dejaba tranquilo.

— Suéltame.

— ¿Por qué?

— Porque sí — quiso escapar pero Kiba lo inmovilizaba y se reía —. ¡Es broma!

Para Naruto no era ninguna broma. Nadie le dejaba en paz. No comprendía por qué tenían que estar contra él. Querían provocarle, burlarse de él.

Le soltó un puñetazo a Kiba en la barriga. Kiba empezó a gemir de dolor. No podía haberle hecho mucho daño pero aquel imbécil sacaba a relucir sus dotes teatrales.

Iruka iba a aparecer de un momento a otro y volvería a armarse.

— Ya está bien, tampoco es para tanto.

— Animal de bellota — le gritó Kiba.

— Tú más — le respondió Naruto.

Seguían dándose voces cuando vio a Sasuke, pálido y tímido, entre Shikamaru y Temari. Le miraba como si le hubiera hecho algo.

Apartó a Kiba de un empujón y se quedó solo.
En aquel mismo instante apareció Iruka. No hizo caso al alboroto, les abrió la puerta de clase y esperó a que todos hubieran ocupado sus pupitres.

Naruto se sentó, completamente amodorrado. Era una día fatal. Decidió prestar atención. Nada ni nadie conseguirían distraerle.

Imposible. Su cuerpo parecía un hormiguero. Hubiera preferido irse corriendo de la escuela, calle abajo hacia los campos. Correr y correr hasta despojarse de aquella sensación tan desagradable.

Naruto quiere a SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora