Sasuke y Naruto se bañan

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Minato insistió en dar un paseo de dos horas como mínimo. Kushina le apoyó. Deidara protestó.

— Siempre genial — dijo —, toda la familia campo a través, en fila india.

Deidara prefería quedarse junto al embalse. Sasuke y Naruto también. Al tío Nagato no le interesaba las disputas familiares. Hacía flexiones de rodillas y disfrutaba del aire puro a su manera.

Minato no quiso ceder. Tuvieron que seguirle de mal humor.

Con el tiempo se calmaron los ánimos.
Deidara tallaba flechas de madera. Sasuke y Naruto se distraían escuchando al tío Nagato. Contaba cosas sorprendentes. Decía, por ejemplo, que era una de las pocas personas autorizadas a probar comida de los astronautas. Y que se acordaba perfectamente de la pasta del tubo lila, prevista para la cena. Sabía a manzanas y goma de mascar, todo a la vez.

— Por eso estoy tan delgado. ¿Es lógico, verdad?

No le creían una sola palabra, pero le escuchaban con gusto.

— ¿Por qué no te has casado, tío Nagato? — le preguntó Naruto.

— Porque me da miedo — dijo el tío Nagato.

A Naruto le asombró aquella respuesta.

— ¿Tú? ¿Miedo...?

El tío Nagato se detuvo y clavó en el suelo el bastón de madera que le había hecho Deidara.

— Reflexionad un poco, parejita de tórtolos. Si Kushina, que tiene muy buen corazón, es incapaz de soportarnos, a mí y a mis artes mágicas, ¿cómo iba a soportarme una mujer condenada a convivir conmigo día y noche?
Por eso he preferido, en fin... — Dejó de hablar, desenclavó el bastón, se puso serio, recuperó la sonrisa y dijo solamente, ahuecando la voz como si recitara —: ¿Cómo dice el dicho? ¡Antes de que te cases, mira bien lo que haces! Y ahora largaos. Necesito pensar.

Huyeron de las fingidas iras del tío Nagato y se adentraron en el bosque. Mientras recuperaban el aliento, entre la maleza, Naruto propuso acortar camino por la orilla del embalse. Sasuke no estaba muy convencido y dijo que prefería seguir a los otros.

— No saben por qué nos hemos ido. Nos buscarán.

— Ni hablar — dijo Naruto —. Pensarán que no hemos vuelto.

Sasuke le tomó de la mano.

A Naruto le gustó aquel gesto. Corrieron entre árboles, cogidos de la mano, y llegaron enseguida a la orilla del embalse.
No se veía un alma. Sólo unos botes, a lo lejos. Naruto se quitó los zapatos y los calcetines y chapoteó en el agua.

Sasuke lo imitó. Amontonaron ramas secas y construyeron un dique.

Naruto lo salpicó de broma y Sasuke se echó a correr por la orilla del embalse. Era tan rápido como él.

Se sentaron con la lengua fuera en un tronco. Guardaron silencio. Escuchaban su respiración entrecortada y los sonoros trinos de los pájaros.

— Estoy todo mojado — dijo Sasuke.

— Yo también — dijo Naruto.

Sasuke se sacó la camiseta y la puso a secar en una rama. Naruto no sabía si quitarse la camiseta. No lograba decidirse.
Como se sentía apurado y era incapaz de estarse quieto, se levantó de un salto, entró corriendo al agua y se salpicó de pies a cabeza.

— Ahora me baño — dijo. Se desnudó rápidamente y se metió al agua. Estaba demasiado fría. Me encojo, pensó Naruto. Me estoy haciendo cada vez más pequeño.

Sasuke contemplaba estupefacto. Luego se desnudó también y braceó a su lado.

— ¡Huy! ¡Está helada!

Naruto quiere a SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora