Aprender a besar sapos

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Después de la fallida primera cita las cosas con Angelo comenzaron a avanzar de forma más regular. Pasábamos tiempo juntos entre clases, mirábamos las mismas series para comentar sobre ellas y salíamos cada vez que podíamos solo nosotros dos. No eramos novios exactamente pero tampoco eramos solo amigos y eso funcionaba para mi.

-¿Entonces ya son novios?- preguntó William apoyando su espalda en el árbol sentándose junto a mi.

Angelo se marchó minutos antes que William se acercara para no llegar tarde a su clase. No sin antes darme un corto beso en los labios y recordarme que esa noche íbamos a tener una cena bastante especial. Giana tenía la teoría que iba a pedirme que fuera su novia, William y Barbara estaban de acuerdo. Aunque la opinión de Barbara me era irrelevante era imposible no escucharla porque siempre estaba alrededor de William, era parte de nuestro círculo aunque no me agradará.

-Nop- respondí acentuando la p al final.

-Ese beso de despedida parecía de novios...

Desde el incidente de la fiesta y lo extraño que fue despertar en su estudio/apartamento las cosas entre nosotros estaban tensas. No habíamos vuelto a estar solos hasta ese momento, aunque técnicamente estamos rodeados de personas que caminaban por el campus. De todas formas su afirmación significaba que nos estaba observando pero no se había acercado a saludar. Había notado que Angelo no le agradaba, Giana pensaba que eran celos y estábamos viviendo una especie de cliché romántico, yo no tenía una opinión concreta.

-Estamos bien así- dije encogiendo los hombros.

-Charlie, sabes que eres de las personas más importantes en el mundo para mi. Si te dice o hace algo que te moleste no dudes en decirme y yo me encargo de ponerlo en su lugar.

Sentí su mano sostener la mía para llamar mi atención y aunque aquello era una declaración inocente a una buena amiga el cosquilleo de nuestras manos tocandose no se podía negar. Quizá mi error era comparar a cualquier persona nueva en mi vida con alguien a quien conocía de hacia más tiempo pero era imposible negar que Angelo no me provocaba todo lo que William con solo tocar mi mano.

-No hay nada de que preocuparse- respondí alejando mi mano con el corazón demasiado acelerado para mi propio bien.

Estuvimos sentados en el mismo lugar hablando de trivialidades y haciendo tarea hasta que comenzó a atardecer y tenía que prepararme para la cena. Caballerosamente William me acompaño hasta la puerta de mi dormitorio dándome un abrazo más largo de lo necesario como despedida.

-Lo que dije más temprano era bastante serio- me recordó viéndome a los ojos fijamente.

-Yo también hablaba en serio, se me hace tarde tengo que arreglarme.

-No necesitas mucho, siempre estás perfecta. Te extrañé estos días.

Antes de poder responder William ya caminaba por el corredor de regreso. Palabras con ese tipo de intenciones eran las que me dejaban clavada en mi lugar. Jugar al misterioso y dejarme con los sentimientos revueltos era una de las especialidades de William.

Entre a mi habitación encontrándome a Giana besuqueandose con un chico que estaba en su penúltimo semestre y que yo estaba segura solo quería jugar con mi amiga. Él se despidió cuando me vio llegar no sin antes recordarle que lo llamara si quería compañía mientras yo no estuviera. Solo habían salido un par de veces y él estaba loco por meterse entre sus piernas. El punto de débil de mi amiga era tener un pésimo juicio con los hombres. Para su suerte después de varias relaciones tormentosas había encontrado el amor en el hombre que ahora es su esposo.

-¿Porque no te agrada?- me preguntó dejándose caer en su cama.

-Solo quiere jugar contigo.

-Y yo solo quiero jugar con él. No todos los hombres que se crucen en el camino tiene que ser un cuento de hadas con final feliz. Aveces hay que aprender a besar sapos.

Aveces hay que aprender a besar sapos.

Esa frase se quedó colgada en mi cerebro por el resto de la noche. En cada beso que Angelo y yo compartíamos la voz de Georgiana me recordaba que Angelo era un sapo frente mis ojos. Hubiese deseado ser menos inmadura y darme cuenta que aquello era un error pero se sentía tan bien tener la atención de alguien y sentirse un poco especial que no dije nada.

Esa noche Angelo me pidió ser su novia, me dijo todo lo que le gustaba de mi y lo maravilloso que habían sido esos dos meses conociéndome. Acepté consciente que aquello estaba destinado al fracaso pero le quise dar un voto de confianza a lo que había entre los dos.

-Se siente bien saber que somos novios, te invitaría a pasar acción de gracias en mi casa pero imagino que quieres pasar con tu familia- dijo tomandome de la mano mientras caminábamos de regreso a mi dormitorio.

-No he visto a mi mamá, me mataría si le digo que no voy a casa para acción de gracias.

Seguimos caminando sin decir nada en un cómodo silencio. Al menos puedo decir que mi tiempo con Angelo tenía esos momentos que como ese en el que estar juntos se sentía lo correcto. Como si el rompecabezas cósmico estuviera complacido. Ese mismo que constantemente me recordaba que William no era para mí.

*******

La nueva normalidad llegó a nuestro pequeño círculo social después del receso por acción de gracias. Siempre nos reuníamos Giana, Angelo, William, Barbara, Lucía, una chica que conocimos en clase de historia universal y su novio Robert. Puedo decir que juntos encontrábamos la forma de pasar un buen rato jugando UNO o cualquier juego de mesa. Aveces solo hablando de la vida tomando vino como si realmente supiéramos de que estábamos hablando.

Puedo decir que esos últimos días del semestre entre los exámenes finales y proyectos por ser entregados agradecía tener a Angelo cerca siempre brindandome su compañía, aveces solo nos sentábamos juntos cada uno haciendo sus propios deberes y en otras ocasiones nos acostabamos en el sofá cama que tenía en su cuarto a escuchar un audio libro que nos gustará a ambos. Pero también agradecía ese pequeño grupo de personas que hacían que mi tiempo en Berkeley fuese más ameno, incluso Barbara quién era mas bien un estorbo.

Esa última tarde del primer semestre empacando para pasar las vacaciones con mi madre y seguramente visitando a los Recarde, me di cuenta cuanto había cambiado en esos pocos meses y que ese solo era el comienzo de todo lo que vendría. Giana a mi lado también había pasado por varias etapas y estaba orgullosa de saber que ambas habíamos superado el primer semestre juntas y con notas casi perfectas.

-¿Qué pasa Rubia?- preguntó mi amiga metiendo un suéter a su maleta sin preocuparse en doblarlo.

-Terminamos nuestro primer semestre- dije con una sonrisa en la cara respirando alivada.

Nos tomamos una foto en su cámara instantánea para agregarla a nuestro pequeño mural de los recuerdos, mural que aún conservamos en la sala de mi apartamento. Hay cosas que cambian con el tiempo y otras que no.

William toco la puerta de nuestro dormirorio, pues el nos llevaría hasta Los Angeles. Por suerte los papás de Barbara pasarían vacaciones fuera de California por lo que había suficiente espacio en su carro para nuestro equipaje. Era como los viejos tiempos antes de mudarnos a la Universidad.

-Tengo algo para ti- dijo William deteniéndome mientras Giana subía su equipaje al carro.

Abrí la pequeña caja de color verde con un listón rojo. Dentro había un relicario con una foto nuestra, el día que fuimos a la playa ambos reímos bajo la rueda de la Fortuna. Mis ojos se llenaron de lágrimas pero no eran lágrimas tristes, ese era el primero de varios regalos con un valor sentimental que William me regalaría y aunque aún no lo sabía, ese sería el motivo de una futura pelea con su novia y con mi novio.

Pero en ese momento se sentía correcto y perfecto. Lo abrace sosteniendolo fuerte, sintiendo como sus brazos me rodeaban de manera protectora y cálida. Esa era de las mejores sensaciones de la vida y aunque tenía novio no quería tener que separarme de William.

Una Reunión Con El Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora