Después del episodio del Super Bowl volví a la rutina autoimpuesta, alejándome en una burbuja donde únicamente encajaban Georgiana y Angelo, este ultimo de manera más forzada que natural. No tenía razones validas para alejarlo completamente y tenerlo cerca me brindaba una especie de paz, salir con él era fácil y sus constantes halagos y personalidad dulce lograban derretirme con su ternura.
Por esos días estar despierta hasta altas horas de la madrugada, despertar tarde, no desayunar y correr a clases se volvió un vicio que ya comenzaba a propagarse en todo lo que hacía. Mi humor fue el primero en verse afectado, le siguió mi buena condición física y terminó aumentando los niveles de estrés. Tenía bastantes cosas en mi plato por lo que era ideal comenzar al menos a las 7 am, pero mi estado de ánimo no daba para todo eso y por esa única razón me pareció que necesitaba salir de la rutina y volver a mi motivación inicial y esta en lugar de venir en forma de motivación personal vino como un mal hábito, quizá más terrible que el de mi descontrolado horario de sueño.
Sucedió una tarde cuando saliamos del estudio en el que ayudabamos al doctor Brown, como se volvió costumbre Giana se fue con el mequetrefe de su novio y como Angelo tenía clases a esa hora no me quedaba más remedio que caminar sola al dormitorio. Usualmente usaba ese tiempo para adelantar alguna tarea o repasar mis notas pero ese día solo quería ir a dormir, tenía semanas sin buen sueño, mi cuerpo exigia el descanso negado y no me apetecía leer sobre desarrollo de habilidades cognitivas en la edad preescolar.
Recuerdo ver a William fuera del dormitorio tocando la puerta y repitiendo que solo quería hablar conmigo pues no habíamos coincidido en casi un mes. Yo pensé que nuestra amistad estaba más que caducada, pero persistente como solo él y yo tan débil para decirle que no bastó una de sus sonrisas radiantes para decidir que no podíamos estar alejados por mucho tiempo y ahí fue donde las cosas comenzaron a ir en picada.
–Hola– dije sonriendo sin mucha gana, seguia sintiéndome agotada aunque verlo me levantó el ánimo.
–Pensaba que talvez podía pasar un rato y nos ponemos al día con todo.
Yo sabía que aquello no podía ser una buena idea, lo sentía en mis huesos pero aún así ignore a mi propia conciencia dejándolo pasar al espacio que compartía con mi mejor amiga. Verlo dentro del dormitorio se sentía extraño por diversas razones, al ser más alto que yo el lugar daba la perspectiva de ser mucho más pequeño de lo que era y además estaba esa tensión que se formaba entre ambos como una extraña red que nos mantenía enredados en sus caprichos, acercandonos cada vez mas como una telaraña invisible de la que ya no podiamos escapar.
–¿Qué ha sucedido en tu vida estos meses?– pregunté intentado actuar natural pero con el pulso acelerado y la respiración pesada.
–Nada muy importante, ya sabes tareas, cálculos y más tareas, extrañarte...
Quizá la última palabra no la dijo con la intención de ser escuchada pero si de algo me puedo jactar es saber escuchar. Mis ojos fueron a parar a los suyos y como si fuera todo el incetinvo que necesitaba se acercó hasta donde yo estaba tomando mi cintura entre sus brazos y al no recibir ninguna pretsta se apoderó de mis labios con la misma necesidad que la ultima vez. Fue imposible no responder a ese exigente beso pasando mis manos por su cabello, queriendo mucho más de él. William era y será siempre mi Criptonita, mi tormento personal. Los besos se convirtieron en caricias y la ropa cada vez sobraba más, no nos detuvimos a pensar en la magnitud de nuestros actos, al menos puedo decir que yo no lo hice.
La pérfida rutina de vernos a escondidas después de la investigación duró al menos el resto del semestre. Se sentía tan bien estar con William que las consecuencias de mis actos no eran siquiera parte de la ecuación. En sus brazos sentía que revivía como si sus caricias y besos fueran la cura para mi alma perdida o quizá lo que terminaria de hundirla. Como fuera no podía evitarlo y tampoco quería hacerlo. William era como un mal hábito que no podía dejar y del que no lograba aburrirme, esperaba con ansias los días que teníamos el proyecto de investigación porque sabía que él me estaría esperando. La complicidad y el secretismo lo volvía más emocionante, más tomando en cuenta que Barbara y Angelo no eran mencionados en ningún momento, entrábamos a una realidad alterna donde solo importaba ese momento.
–No entiendo como puedes seguir con esto– Georgiana que usualmente estaba de mi lado, me daba recomendaciones no pedidas decepcionada por la persona en la que me había convertido.
–Aveces hay que salirse un poco de la línea para ser feliz.
–¡No a costillas de dos personas que no saben nada! Si tu amado William te quisiera ya hubiera dejado a Barbara, pero sigue con ella ¿y Angelo? ¿Cuando piensas decirle?
Georgiana tenía razón y aunque me doliera admitirlo estaba siendo egoísta con Angelo, Barbara y hasta con conmigo misma. A los primeros les mentía en la cara de la peor manera y a mi me robaba la oportunidad de tener una relación sana y estable con una persona que verdaderamente me entendía y de quien sigo enamorada. Sabía que me estaba conformando con muy poco, pero en mi mente nada de eso importaba y ahora puedo ver como la bola de nieve comenzaba a rodar.
–No puedo terminarlo, no ahora– sentencié dejando el tema zanjado.
–Si puedes, pero no quieres.
Dejé el tema por la paz, siguiendo con aquello que no tenía nombre ni futuro. Pensar ahora en ese momento me hace sentir avergonzada de ambos y los siguientes eventos quizá fueron el reflejo de lo que yo misma había provocado. La bola de nieve siguió rodando durante el verano hasta aplastarme en el tercer semestre justo al incio del segundo año.
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Una Reunión Con El Destino
RomanceNunca imagine decir todo esto por medio de un e-mail. Seguramente cuando lo leas estarás confundido, enojado y felizmente casado. -Siempre tuya, Charlotte. Volvió a leer el correo con las palabras atoradas en la garganta y la impotencia carcomiend...