El Efecto William

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Regresar a casa era como recargar mi alma. Amaba Berkeley y en un corto semestre sentía que vivir en nuestro dormitorio compartido con Giana era mi hogar. Pero ver a mi madre tan feliz por fin viviendo con su novio como una pareja de adolescentes me daba cierta paz. Saber que ella estaba feliz me permitía avanzar en mi vida de manera más libre. Esa primera vez de regreso a casa después de estar lejos tanto tiempo te hacer realizar cuanto has extrañado a tu seres queridos, pero eso era parte de crecer.

Durante las vacaciones lejos de Angelo y William las cosas eran más claras que nunca para mi. Quería ver a mi novio no puedo negarlo pero todos los días tenia la esperanza que William tocara mi puerta y me invitara a salir. Sabía que el poco tiempo de vacaciones que tenia lo quería pasar con mi mamá, y estaba segura que William querría hacer lo mismo con sus padres. Pero quizá era parte de mi ADN extrañar a William porque por más que quisiera no podía sacarlo de mi mente, era como una adicción sin fundamentos, tenía a William metido hasta lo más profundo y aunque muchas veces desee sacarlo no podía y sigo sin poder.

El regreso a clases fue más emotivo de lo que pensé, mi madre me dió tanta comida y ropa como le fue posible, y aunque sabía que no era la primera vez ni la última que hacía el mismo recorrido siempre dejar la que fue mi casa por tanto tiempo se sentía extraño. En el auto el regreso fue silencioso, incluso Giana que siempre estaba de buen humor, se mantenía en profundo silencio. Quizá los tres estábamos pasando por el mismo dilema existencial, pero nadie quería decirlo en voz alta por lo que la radio fue lo que llenó el silencioso camino de regreso.

–Es raro regresar– dijo Giana comenzando a desempacar sus maletas bastante cargadas.

–Sin la emoción del primer semestre se siente... extraño– reflexioné acomodando una foto de mi madre y mía en la mesita de noche.

Después de desempacar y limpiar el cuarto salimos a caminar por le desolado campus. Las clases no iniciaban hasta el miércoles por lo que la mayoría estaría de regreso al día siguiente. Nosotros hicimos el viaje de regreso el lunes para tratar de evitar el tráfico y prepararnos mejor para el primer día de clases.

William se nos unió en algún punto, éramos solo los tres comiendo en la cafetería y hablando de lo típico antes del inicio a clases, los horarios, profesores, los edificios donde tendríamos nuestras clases y esas cosas. Georgiana se adelanto porque tenía algo que hacer, y ese algo era ver al chico con el que estaba saliendo.

–Estas usando el collar– señaló William viendo el relicario que colgaba de mi cuello.

–Te tengo algo– dije sacando una pequeña caja que tenia preparada para él. 

El regalo era algo que no me había costado demasiado pensar conocía a Brent lo suficiente para saber que le gustaba y que no. Un libro estaba entre mis opciones y estuve a punto de comprarle uno pero me terminé decidiendo por algo que le seria de más utilidad. Un par de audífonos con su propio estuche para guardarlos. William siempre se quejaba que sus audífono se enredaban con las cosas dentro de su mochila lo cual hacía que se dañaron todo el tiempo. Además el estuche era color azul su favorito.

Me observó con una sonrisa en el rostro negando con la cabeza como si no pudiera creer que lo hubiera recordado. Verlo sonreír así me hacía sentir plena, era algo que solo el podía lograr, el efecto William. Así decidí llamarlo mentalmente aunque luego Giana comenzó a usarlo porque decía que si estaba de mal humor solo tenía que llamar a William y mágicamente comenzaba a sonreír.

–Tengo boletos para el autocinema que se van a expirar pronto ¿Quieres ir conmigo?– preguntó guardando su regalo en su mochila azul marino que siempre cargaba.

Así fue como terminamos aparcando en un el autocinema cuando ya había oscurecido con palomitas, refrescos y muchos dulces para compartir. Sintonizamos la estación para escuchar el audio dentro del carro pues estaba bastante frío durante la primera semana de enero, pero aún faltaba casi media hora para el inicio de la película.

No recuerdo la trama o el titulo de la pelicula pues todo el tiempo estuvimos hablando de trivialidades y poniéndonos al día sobre nuestras vacaciones, ambos recostados en nuestros asientos viéndonos el uno al otro congelados en el tiempo, o así se sentía.

–Pensé en visitarte pero imaginé que estarías ocupada con tu madre– dijo poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

–Pensé en hacer lo mismo, pero llege a la misma conclusión– respondí riendo por la ironía, o quizá era el efecto William.

Se acercó a mi lentamente sin despegar sus ojos miel de los míos. Mis respiración se aceleró al darme cuenta lo que estaba a punto de ocurrir y mi estomago comenzó a contraerse en anticipación. Sus labios sobre los míos cálidos y suaves se movían con desesperación y ternura, no recuerdo cuanto tiempo estuvimos así brazanodonos y besándonos. No supe cuando la película comenzó o terminó pero estar así se sentía bien, se sentía correcto, pero había un pequeño detalle y era nuestras respectivas parejas.

Sabía que Angelo no era el amor de mi vida pero no merecía que le hiciera eso. Si iba a estar con William quería hacerlo de la manera correcta.

–Angelo– dije dejando que mi culpa se hiciera presente y rompiendo el hechizo que nos mantenía aislados de la realidad.

–¿Me llamaste Angelo?– preguntó evidentemente molesto.

–No, no es lo que piensas, me sentí culpable por...

–Esta claro que esto fue un error– dijo cerrando los ojos y apoyando su frente en el volante –Olvidemos que esto pasó.

–William...

Salió del auto sin dejarme terminar la oración, lágrimas discretas salían por mis ojos mientras me debatía si ir tras él o esperar que se calmara. Quizá ese momento fue el que arruino todo entre nosotros, algo que comienza de esa forma no puede estar destinado a algo bueno. Había finalmente besado a mi príncipe pero lo había arruinado confundiéndolo con un sapo.

Deje que caminara y despejará su mente, mientras yo solo me quedé en el auto sintiendome la persona mas estupida hasta que regresó visiblemente más tranquilo. William era una persona racional que apreciaba su espacio personal y pensar las cosas con la cabeza fría. Quizá por eso se convertiría en tan buen ingeniero.

–Perdón por reaccionar así, pero sigo pensando que esto no debió haber pasado. Te quiero Charlotte y quiero que estés en mi vida siempre y temo que eso no sea posible si somos algo más que amigos.

Tomó mis manos entre las suyas y les dio un beso lleno de sentimiento. No fue justo que decidiera por los dos, pero las cosas no se iban a quedar así por mucho tiempo, la atracción existía y ya sea que el lo aceptará o no, ambos sabíamos que después de esa noche nada iba a ser igual entre los dos.

El resto de la película que no fue mucho nos mantuvimos con las manos entrelazadas y los pensamientos volando. Fueron demasiadas cosas sucediendo en una misma noche, al menos para mí yo de 18 años.

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Me haría muy feliz leer sus comentarios y opiniones!

¿Tienen alguna teoría de cómo pasamos de este punto al e-mail del inicio?

Los leo.

-LadyChemE


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