Achtzehn

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Harry salió del hospital una semana después del nacimiento de Orión. Ambos estaban bien y Harry comenzaba a recuperarse muy bien gracias a los cuidados que su alfa le daba.

Ahora han pasado dos meses. El cabello de Orión es oscuro y algunas hebras llegan a rizarse. La gente siempre hacía comentarios acerca de cuánto cabello tenía el bebé. Sus ojos aun van tomando color, y porque lo que Draco y Harry notan, el derecho es platinado y el izquierdo es verdoso. Harry no sabe si eso es bueno o malo, pero hacen ver a su bebé muy lindo.

El alfa de Draco ha estado muy sobreprotector estos días. Todo el tiempo se mantiene cerca de su familia, alerta de cualquier amenaza. A Harry le encantaba.

—¡No me voy a volver un puto vegetariano! — El omega grita, vestido en pijamas y caminando a la habitación para ver a su cachorro, quien había comenzado a llorar.

—¡No estoy pidiéndote eso! — Draco dice, de igual manera. —Sólo creo que debes comer más vegetales.

—No me gustan— de la cuna, alza al bebé, pegándoselo al pecho y arrullándolo.

—A mí tampoco me encanta. Deberías comerlos, Hannie. El doctor dijo que eran buenos para ti y Orión.

—Mi cachorrito no puede comer aún.

Draco rueda los ojos.

—Lo que quiero decir, es que todos tus putos nutrientes se los pasas al niño a través de la estúpida lactancia.

—Ew, no digas eso.

—¿Decir qué?

—Lactancia. Suena muy ew.

—Bien, no lo vuelvo a decir, pero promete que comerás más vegetales y menos dulces.

—Me gustan los dulces.

—Lo sé, Harry. Pero no es sano, no siquiera para ti.

—Bien, lo haré— se sienta en la cama, alzando su camiseta para darle de comer a Orión.

—Entonces iré a comprar cosas para el almuerzo— besa la cabeza de Harry y aprieta, suavemente, la mejilla del bebé. —No me extrañes.

—No lo haré— el azabache dice, riéndose.

Cuando cree que su bebé ha tenido suficiente, lo acomoda sobre su hombro, escuchando los quejidos bajitos de Orión, pidiendo más.

—No seas así. Eres un gordo— palmea la espalda del bebé para hacerlo eructar. —Has tenido suficiente, amor—Orión suelta un gran aire y Harry se ríe. —Ew, eres igual que tu padre.

Vuelve a ponerlo en la posición original, entre sus brazos. En estos dos meses había aumentado bastante de peso y crecido unos 2 centímetros.

—No crezcas muy rápido— le dice a su bebé, y él sólo bosteza, chupando sus puños. —Vamos, cachorrito. Verás un poco de televisión conmigo.

Harry siempre hablaba con su hijo cuando estaban solos, él creía que era bueno, para que así pudiera identificar su voz y reconocerla fácilmente.

—¿Qué crees que debería de ver? — Se sienta en el sillón, con cuidado de no lastimarse a él ni a su pequeño bebé. —¿Una película o un documental? — Orión estornuda. —Película será.

Comienza a pasar los canales, buscando algo bueno. Cuando al fin encuentra una que llama su atención, la puerta es tocada con insistencia. Debía ser Draco, últimamente olvidaba las llaves y su celular en casa. Acomoda a Orión, poniendo su rostro en su cuello.

De puntas, checa por la mirilla de la puerta y frunce su ceño.

—¿Sí? — Abre la puerta.

Fuera está una mujer regordeta y de piel clara, viste un traje femenino y tiene gafas sobre su nariz.

Ven aquí y ámame - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora