Por sorprendente que suene, Runeard y Freyanna tenían más cosas en común de las que se podían imaginar:
Ambos eran hijos únicos de personas con poder. Y ambos habían crecido en una época de guerras territoriales, conspiraciones e intentos de asesinato.
Y al crecer en un ambiente hostil, pero sabiendo que son tus padres los que llevan la espada por la empuñadura, te hace ver las cosas de una forma muy diferente al resto de los niños.
Ambos tenían muy presente que a veces, la violencia era la única forma de establecer el orden conveniente a sus intereses.
Y aún si la violencia no era requerida, siempre había que estar alerta, dormir con un ojo abierto, saber que hacer y qué decir... todo el tiempo.
Y en lo más profundo de sus seres, sabían que vivir así, era también vivir con un desolador sentimiento, que no los abandonaba nunca: El miedo.
Un miedo que disfrazaban de variadas maneras, de acuerdo a la ocasión.
(...)
Fue imposible para Runeard estar a solas con Freyanna.
En primer lugar, los horarios de clases de etiqueta, leyes y diplomacia para ella, no coincidían con los de él.
Bueno, eso tenía sentido; Runeard llevaba mucho más tiempo aprendiendo el manejo de un reino, mientras que Freyanna apenas iba a comenzar.
No obstante, la chica se las había arreglado para nunca toparse con él sin compañía de nadie más.
Y gracias a una buena cantidad de perlas que traía con ella, logró sobornar a un par de sirvientes para que la escoltaran, con la excusa de cargarle algunos libros que leía en su habitación.
"La distancia y el desinterés enfrían hasta el corazón más ardiente" se repetía así misma.
Y en la fiesta de presentación de Freyanna, Runeard tuvo la oportunidad de bailar uns pieza con ella. No obstante, ella lo pisó varias veces a propósito.
Pese a los pisotones, Runeard no se inmutó. A cada estocada a sus pies, el príncipe de Arendelle sonreía plenamente, como si ella acabara de contar una anécdota graciosa.
Y aunque ella le devolvía las sonrisas, lo cierto es que en lo más profundo de su ser, le impresionaba lo capaz que era Runeard de suprimir el dolor.
"Es demasiado bueno autocontrolándose. Me pregunto si debería preocuparme por ésto."
(...)
Sólo podía decirse que interactuaban durante el almuerzo y la cena... en compañía de los monarcas.
Pero incluso estando ahí, la joven hacía todo lo posible para no entablar una conversación con él.
No obstante, un día, al terminar de almorzar...
-Disculpe, lady Freyanna- dijo un mayordomo acercándose con una bandeja,- pero le llegaron cartas.
-Gracias, Deavor- respondió Freyanna mientras las tomaba.
-¿Buenas noticias, querida?- preguntó Ulrich.
-Oh, son cartas de lord Yofenn, otra del joven ministro Olsen... y me parece que estas otras son... Sí; del conde Fyldren y el duque Jorgyenn.
Ulrich e Yrsa intercambiaron sonrisas cómplices.
Freyanna abrió las cartas y las leyó rápido y por encima.
-Son... agradecimientos por haber bailado con ellos. Y... creo que esperan repetir un baile conmigo pronto- dijo la joven mientras se sonrojaba.
El príncipe gruñó por lo bajo.
-Les causaste una gran impresión en tu fiesta de bienvenida- dijo Yrsa, feliz.
-En efecto; además los 4 son hombres muy respetables. Te ruego me digas cuál es el que atrae más con sus encantos- añadió Ulrich.
Ante tal petición, Freyanna sintió un golpe en la boca del estómago.
Runeard rió despectivamente. Al oírlo, Ulrich lo miró.
-¿Podemos saber qué es tan gracioso, hijo?-inquirió el rey fríamente.
-Por favor, no la presionen a escoger entre esos hombres; Freyanna no tiene tan mal gusto.
Ulrich e Yrsa lo miraron con un sorpresivo desagrado.
-¿A qué te refieres?
Freyanna volteó a ver a Runeard , igual de sorprendida.
Y ocurrió algo más desconcertante: Runeard no le devolvió la mirada.
En lugar de eso, él príncipe jugueteó con sus cubiertos, mientras habló:
-Veamos... ¿Lord Yofenn? Es un hombre débil y enfermizo. ¿Olsen? Es un maldito inútil; además, huele asqueroso.
-¡Runeard!- exclamó su madre, indignada.
-Todos saben que las que bailan con el, terminan con náuseas... honestamente, ¿con qué se baña? ¿Con grasa de chivo?
La chica tuvo que morderse la lengua, para evitar soltar una risa.
-Bueno, pero Fyldren...- dijo Yrsa.
-¿Fyldren? Es obvio que tiene un problema bastante serio...- la interrumpió Runeard, al tiempo que fingía beber de una botella.
-Pero, lord Jorgyenn, sin duda...
-Ah, él sin duda es la mejor opción... si lo que quieres es que Freyanna se case con un viejo decrépito. Sí, sí; buena opción. Sin duda alguna.
Freyanna palideció y miró de soslayo a los reyes por un instante.
¿Acaso ya iban a intentar persuadirla de conseguir esposo? ¡Pero si no llevaba ni dos meses viviendo en Arendelle!
-Bueno, estoy segura que Freyanna tendrá que decirte algo al respecto en defensa de alguno de sus pretendientes-
finalizó Yrsa, presintiendo el enojo de su esposo hacia su hijo.-Cierto, amor mío,- replicó Ulrich, intentando apaciguar la furia que, en ese momento, sentía hacia su descarado e impertinente vástago.
-Yo... no sé qué decir- respondió Freyanna, viendo las cartas y fingiendo una sonrisa tímida, -tener todas estas muestras de afecto, tan... pronto... es un poco... creo que no los merezco...
-Bueno, aún es muy pronto para comprometerse. Pero si gustas de alguno de ellos, tienes que darte prisa en responder. Y rechazar a los otros con dulzura y cuidado.
Freyanna miró a Yrsa, asintiendo levemente.
-Es sólo que... sigo creyendo que todo esto va muy rápido.
-Así son las cosas por aquí. Es normal que no estés acostumbrada- finalizó Runeard, al tiempo que se levantaba de la silla.
Todos miraron a su sitio; su plato ya estaba limpio.
-Si me disculpan; tengo que ir a terminar los preparativos del día de caza para pasado mañana.
Tras terminar de comer, Freyanna tenía la cabeza llena de dudas.
¿En verdad era tan importante casarse tan pronto? ¿Qué harían los reyes si rechazaba a los cuatro "pretendientes"?
¿Porqué Runeard la estaba ayudando, a pesar de haberlo tratado mal? Todo lo que había dicho de esos hombres era verdad, pero... ¿Porqué arriesgarse a que sus padres lo reprimieran frente a ella?Se sentía mareada... como si las palabras de Runeard se hubieran transformado en rápidos pasos y giros, los cuales la ayudaban a mantenerse lejos del alcance de esos hombres.
Y así pasó el resto del día; con su mente dando vueltas, al compás de su corazón inexplicablemente acelerado.
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Mucho más allá de Frozen
FanfictionAntes de Frozen, hubo otra historia que también merece ser contada. La historia de Iduna y Agnarr. Nota de la autora: ¿Qué puedo decir? La película de Frozen 2 es buena... pero se siente incompleta, al menos, para alguien como yo. Pero, por razones...