/Ariel/
Otra vez era lunes, otra vez debía volver a la realidad luego de dos hermosos y relajantes días de fin de semana. Lo odiaba. Pagué el café que había comprado recién en la cafetería de la bencinera a la que iba siempre y me dirigí a la puerta decaído. No era que odiara mi trabajo, o bueno, algunos días sí, pero los lunes eran más que eso, eran agotadores hicieras lo que hicieras, y siempre tenías que vivir con el recuerdo vívido del sábado y domingo pisándote los talones, recordando que, si querías dormir más de la cuenta o en mi caso, beber más de la cuenta, debías esperar cinco días... Cinco eternos días.
Subí a mi auto intentando no derramar el café encima de mi traje, había decidido ir a la oficina con un traje beige y una camisa blanca, algo simple, los lunes no eran un día para pensar en el conjunto de ropa perfecto, y vamos a ser honestos, trabajaba de contador en una oficina dónde mi cubículo era cerrado y casi nadie me veía, no había mucho espacio para el glamur.
Cuando era estudiante siempre pensaba que al empezar un trabajo mi vida sería increíble, estaría rodeado de los números que siempre me han gustado, tomaría café todas las mañanas y me quedaría tiempo para ver películas e ir a cenar a lugares bonitos con Tobi, mi perro. Craso error, lo único cierto de esa fantasía era que tomaba café todas las mañanas, y ya no era por gusto, si no por supervivencia, si no tomaba esa bendita bebida caliente que despertaba mis sentidos, me dormiría en el auto y chocaría.
Siendo honesto, llevaba unos meses pensando que tomar café y conducir al mismo tiempo no eran una buena idea, mucho menos si mientras lo hacía iba haciendo un karaoke matutino de Taylor Swift, cantante que en mi vida había escuchado, hasta que me enteré que tenía una canción de diez minutos dedicada a su ex novio, increíble, desde ese momento comencé a admirarla, porque lo único que yo hacía contra mis ex novias crueles era llorar, solo, en mi pieza, y luego sacarme fotos para postear en Instagram aparentando que estaba increíble. Volviendo al tema, tomar café, conducir y cantar se volvieron una alternativa terrible en el momento en que escuche un gran "Crac" y mi cabeza se agitó adelante y atrás, haciendo que el café que sostenía se cayera directamente sobre mi camisa blanca. Perfecto.
Al salir del asombro, miré hacía delante y vi que me había incrustado detrás de un Honda Civic de color azul. Maldije en voz baja y salí lo más rápido que pude de mi auto y del lago de café que se derramaba por mi cuerpo. Miré mi parachoques un poco abollado y suspiré, luego dirigí la vista al otro coche y me di cuenta de que también estaba abollado, pero no sería grave. Suspiré nuevamente y caminé.
-Oye, no puedes frenar de esa manera- dije acercándome a la ventana del conductor del auto azul, que ni siquiera se había esforzado para salir del auto a conversar. Idiota. - Hey- repliqué cuando me di cuenta de que su ventana estaba cerrada. Toqué con los dedos tres veces el vidrio hasta que la ventanilla bajó despacio, dejando al descubierto a una chica pelirroja, con lentes de sol redondos y los labios pintados de color burdeo.
La chica bajó sus lentes de sol y se quedó mirando mi camisa, como si fuera lo más interesante del mundo, mientras yo pensaba la suerte que había tenido por chocar a una chica tan preciosa. Decidí hacerle las cosas fáciles, seguramente conducía hace muy poco y realmente yo también tenía parte de la culpa, por lo que empecé a ser más dócil con la situación.
-Siento haberte chocado, iba distraído, mi nombre es Ariel- comencé- ¿Te encuentras bien?
-Eh... Sí, claro, estoy bien- respondió de manera ¿tímida? Pobre, seguramente estaba asustada. - ¿Entonces ahora qué? ¿Me das tus datos para que pagues el mecánico?
Me sorprendió que fuera tan directa, pero lo atribuí a que estaba nerviosa seguramente con la situación, por lo que comencé a comportarme lo más caballeroso posible, como un príncipe que salva a la chica pelirroja, de labios carnosos y escote alentador.
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De lunes a fin de semana
RomantizmAriel es un joven contador aburrido de su vida monótona, odia los lunes y debe tomar un café cada día para soportar una nueva jornada laboral. Un día, mientras canta en su auto, choca y se da cuenta que en el auto al que chocó va una de las mujeres...