Capítulo 34: Tú y yo

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El despertar fue doloroso, parecía que un millón de agujas se encontraban en mi cerebro, una neblina se posaba sobre mi mente y no podía formular de manera coherente mis pensamientos e ideas, estas se me escapaban.

Intente moverme y algo en mi cuello comenzó a estorbarme al igual que en mis manos, una cinta negra algo rígida cubría mi cuello y manos de forma extraña, lo raro era que cuando intentaba estirar las manos estas me lo permitían sin restringir mis movimientos, cuando intentaba tocar estas eran inexistentes al tacto de igual forma sucedía con las cintas de mis manos y pies.

Una intravenosa se encontraba en unos de mis brazos, podía observar como el liquido naranja entraba de forma continua a mi cuerpo.

Levaba un buen rato despierta en el cuarto y sin moverme cuando una enfermera entro.

-Hola señorita Darcy, ¿sabe dónde se encuentra? Pregunto la dama mientras me miraba de forma fija.

-Estoy en un hospital, dije de forma patosa, mi cuello comenzaba a arder y dolía cuando intentaba hablar y algo en mi estomago se agitaba produciéndome algo de dolor.

- ¿Recuerdas que fue lo que paso? ¿Sabes cómo llegaste aquí? Que le podría decir a la enfermera, para ser sincera no recordaba eso, parecía que esos recuerdos se habían diluido de mi memoria.

-No lo sé, conteste de forma escueta.

-Bueno ¡Esta bien! Yo estaré encargada de tu cuidado, soy omega y ahora mismo te encuentras internada en el pabellón de los omegas debido a tu condición, se te realizaron algunos estudios y una vez que tengamos tus resultados hablaremos a detalle con el doctor de cabecera, debido a tu caso los estudios te serán rebelados a ti y no a tus padres a pesar de que eres menor de edad ¿entiendes?

No, la verdad no entendía, que era todo eso, como podría comprenderlo, el pequeño dolor poco a poco se fue intensificando hasta ponerme a temblar y doblarme en dos.

-Diablos, no me gusta tu aspecto. No se te puede administrar supresores para el celo y tampoco inhibidores para el dolor debido a que ya se te administro una dosis demasiada alta, señorita Fossey ¡respire!

Como iba a concentrarme en mi respiración si sentía que me estaba muriendo.

-Darcy, tu sistema nervioso esta colapsando como resultado del celo de tu pareja, además del fallido celo que adoptaste por estar en contacto con él, no podemos administrarte mas medicamento sin deteriorar tu cuerpo, así que... ¡intenta respirar y hacer que el dolor pase!

En algún momento la imagen de la enfermera se iba desvaneciendo y su voz no la lograba escuchar con claridad.

-Mierda, traigan a un alfa en este momento.

La negrura era tan tranquilizante, era como estar nadando en la despreocupación, me encontraba tan calientita y satisfecha, estaba tan cómoda, aunque una parte de mi habitaba inquieta, había un olor que ululaba a mi alrededor que empezaba a molestarme a pesar de que se sentía tan bien el tenerlo cerca, pero al mismo tiempo me producía unas terribles ganas de vomitar.

Al abrir los ojos me encontré con el rostro de un señor algo mayor que me miraba de forma fija, con una sonrisa formándose en sus labios.

-Hola Darcy, soy Humberto el doctor de cabecera del pabellón de los omegas ¿Cómo te sientes?

-Tengo ganas de vomitar.

-Melo imagino, pero me alegra que despertaras, tengo los resultados médicos y procederé a leértelos si gustas.

-Está bien, articule.

- ¿Entiendes por qué se te leerán a ti? Pregunto el doctor.

-No lo entiendo dije de forma simple, porque así era, realmente no entendía nada de esto y cada vez me resultaba mas confuso.

Mi mate es un nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora