Capítulo 31: Desastre

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Zaire

Después de intentar salir de la manada de la manera más tonta, desperté en lo que era una especie de cárcel, ¡por todo el infierno!, cualquier cuchitril era mejor que eso, de las paredes salían unas cadenas y se posicionaron en mi cuello, manos y abdomen, si intentaba moverme, se tensaba la cadena hasta mantenerme en mi posición inicial, ¡debía salir de ahí cuanto antes!, de pronto la puerta fue abierta.

-Veo que ya estas despierto.

-Sabe me da estreñimiento de solo escucharla señora Cecile, dije luego de verla parada frente a mi, me di cuenta de cómo le molestaba que la llamara de esa forma.

-El alfa está aquí, sentenció con el rostro críptico.

-¡Oh...! Así que imagino que debe de estar feliz de poder ver al alfa, apuesto que esperaba que el alfa la felicitara como una buena cachorra al impedir que su juguete se escapara, pero bueno, dije bajando un poco la voz y luego susurre: todos sabemos que el alfa es un hijo de puta así que, es probable que no la felicitara y que como siempre hace dije con una sonrisa burlona, la humilló como en todas las ocasiones, pero no se preocupe señora, yo la apoyo en ese amor retorcido que tiene por el alfa termine diciendo, para luego guiñar un ojo.

-Zaire, ¿cuando aprenderás a quedarte callado? creí que todos estos años ya sabrías cual es tu lugar, pero veo que aun no te hemos educado muy bien, dijo Cecile mientras apretaba sus manos, al parecer mis palabras la habían herido más de lo que demostraba. -Sabes, desearía que el alfa te hubiera dejado bajo al mando de esa manada y que vieras por ti mismo como salir de esa pesadilla tú solo.

-Sabes el alfa no ha querido contarnos qué es lo que te hicieron en ese lugar, continuó hablando de manera simple y monótona mientras cruzaba y descruzaba las manos. -Pero se de muy buena fuente dijo mientras ponía sus manos en la espalda y se inclinaba, qué temes que te venden mientras estás encadenado, no me imagino lo que te habrán hecho para que le temas a algo así, ya que me han dicho más que temer te trastornas, ahora bien, pequeño Zaire, ¿lo intentamos? preguntó con una sonrisa infantil, aunque bien puede ser mentira, ya que yo te veo muy bien en estos momentos, pero talvez si te vendo los ojos las cosas cambien dijo de manera monótona nuevamente.

-uf... Si que le debió arder lo que le dije señora respondí sonriendo de manera arrogante, y ya que esta tan curiosa respecto a mi, le diré que del miedo del que hablaba son traumas viejos, esos ya los supere le dije guiñándole el ojo.

-Por la diosa Zaire, ni siquiera en la cárcel dejas de ser tan impertinente dijo de pronto el alfa entre nosotros con una voz simple y monótona, se encontraba ahí, mierda, eso quería decir que era grave, de pronto de mi boca salió un puñado de sangre sin que lo pudiera evitar.

-¿Que le hicieron? preguntó el alfa a Cecile mientras se alejaba con tranquilidad.

-Nada señor, se lo aseguro, hicimos todo de acuerdo al procedimiento, en cambio uno de los nuestros está delicado luego de la lucha, Zaire lo hirió de gravedad.

-Vamos Cecile, te estas comportando como una absoluta perra, el alfa chisto de manera cansina y le hizo una seña a la maga para que me soltara, las cadenas desaparecieron y no pude mantenerme de pie y caí como un muñeco de trapo entre la mugre, de pronto apareció un chico de complexión pequeña encorvado y asustadizo, su olor apestaba y el cuarto al instante se volvió aún más asqueroso.

El alfa se encontraba aun lado con un aura de todo poderoso y con mirada severa se dirigió al chico, este era uno de los magos que había aparecido en la frontera y a leguas se entendía que él deseaba estar en cualquier lugar menos aquí en este momento, de pronto él dirigió su mirada hacia mi y su cuerpo se erizo y el terror cruzó por su mirada y como si fuera posible se encorvo aún más.

Mi mate es un nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora