Capítulo 10

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— ¡Ouch! — Exclamó una voz en la oscuridad que me resultaba sorprendentemente familiar.

— Jarvis, enciende la luz, por favor.— Solicité, y al hacerlo, la silueta oscura se reveló como la de mi padre, aparentemente también sufriendo de insomnio, al igual que yo.— Casi me matas del susto.

— ¿No se te ocurrió encender la luz antes? — Se quejó al levantarse del suelo.

— ¿Y a ti no se te ocurrió encenderla para no asustar a alguien?— Respondí, mientras me dirigía al refrigerador en busca de agua.

— ¿Qué haces despierta a estas horas?— Cambió de tema.

— Insomnio — contesté brevemente, tomando un sorbo de agua de mi vaso.— ¿Y tú?

— Lo mismo.

— ¿Sigues buscando una forma de curarte, verdad?— Lo miré con cautela. Él se frotó la nuca y asintió.

— Sí, pero no hablemos de eso.— Restó importancia al tema con un gesto de la mano. — Ahora dime, ¿qué te mantiene despierta hasta tan tarde?— Hizo un gesto como si consultara un reloj invisible.— Son las 4 de la mañana, no creo que las princesas glamorosas deban estar despiertas a esta hora.

— Ja, ja.— Reí falsamente, tomándome un momento para pensar en mi respuesta. No podía decirle que me mantenía despierta preocupada por los celos de la secretaria de mamá hacia una camarera. En su lugar, opté por decir: — No lo sé, simplemente no puedo dormir.

— ¿Quieres un poco de leche tibia?— Ofreció mi padre.

— No creo que haga efecto.— Me reí ante el gesto tierno de mi padre.

— Bueno, eso lo veremos.— Contestó, y se dirigió a preparar la leche. Tomó dos tazas y vertió el líquido caliente en ellas.— Ven, vamos al sofá.— Me invitó, y lo seguí.

— ¿Qué crees que pasará con nosotros en el futuro?— Pregunté de repente.

— No lo sé, tal vez tu madre sea viuda y tú una huérfana.— Bromeó, a lo que yo reí y le golpeé el brazo.— Solo bromeo. Creo que en unos años encontrarás a alguien, y probablemente nos dejarás abandonados aquí. Y tu madre y yo seguiremos peleando cada vez que yo queme el desayuno.— Me reí ante su visión del futuro y luego reflexioné sobre ella.

Continuamos conversando unos minutos mientras terminábamos de beber la leche. Los bostezos comenzaron a aparecer, algo que me sorprendió bastante.

— Estoy segura de que le pusiste un somnífero mientras no miraba.— Bromeé.

— Me estuviste viendo todo el tiempo, es la magia de la leche tibia.— Explicó mi padre.

Me despedí de él y subí a mi habitación para intentar dormir un poco. Me acurruqué en mi cama y traté de encontrar el sueño, algo que esta vez no fue tan difícil.

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Bucky y yo estábamos en un bar, tomando cócteles, esperando a que todos llegaran. Era una fiesta en California, a la que asistirían muchos mafiosos y personas poderosas. Nuestra misión era eliminarlos a todos.

Mis ojos se movían, analizando a cada persona que llegaba, tratando de calcular cuántas armas llevaban.

— Todos están aquí, debemos comenzar la operación.— Dijo Bucky a través del comunicador.

Me levanté del taburete y subí las escaleras para obtener una mejor vista. Apoyándome en la barandilla, observé a todos y a todo. No había mucha gente, apenas unas 40 personas.

Red Spies || Natasha RomanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora