Red Spies || Natasha Romanoff

Capítulo 8

Mi encuentro con Lizzie llegó a su fin, y la intensidad del momento me dejó buscando aire fresco al salir del consultorio, inhalando profundamente hasta llenar mis pulmones y exhalando lentamente.

Mientras bajaba las escaleras, recibí un mensaje de mi madre: "Estoy afuera". Respondí brevemente con un "voy" y me dirigí al estacionamiento.

— Hola, cielo.— Saludó mamá guardando su teléfono en su bolso, mientras yo me acomodaba en el auto.— ¿Cómo te fue?

— Bien, me fue bien.— Respondí mientras me abrochaba el cinturón de seguridad, tratando de ocultar la intensidad del día. Deslizando mis manos por mi rostro, exhalé profundamente. Mamá colocó su mano sobre mi pierna, ofreciendo su apoyo silencioso.

El trayecto fue breve, ya que el salón de ensayo no estaba lejos del consultorio.

— Buena suerte, te amo.— Se despidió mamá.

— También te amo.— Respondí mientras bajaba del auto y entraba al salón. Mis cuatro amigas de baile, me estaban esperando en el piso de abajo. Mis ojos se centraron en Olive, la pelirroja natural. Olive tiene unos hermosos ojos celestes, una piel blanca como porcelana, que hace que las pecas en su cara resalten.
Mis ojos se centraron ahora en Mia. Ella tiene el pelo rubio, unos lindos ojos verdes, aunque su pupila está cubierta por un marrón claro. Mia es la más alegre de nosotras, le encanta estar saltando y riendo por doquier. A su lado estaba Isabella. Ella es la más tímida de todas nosotras. Suele tener miedo de todas las tonterías que hacemos nosotras cuando salimos de fiesta juntas; por lo tanto se limita a tomar de más.
Isabella tiene una cabellera de un tono oscuro, al igual que sus ojos color negro. Aunque a simple vista no se note, Isabella es 2 años mayor que nosotras.
Luego estaba Emma. Emma tiene una larga cabellera de color chocolate suave. Sus ojos son como el café, muy oscuros e intensos, que hacen juego con su actitud de rebelde. Ella es un poco de todas nosotras mezcladas, no suele ser tan seria, pero cuando está de mal humor no hay ser humano que se le quiera acercar.

Las cuatro no pudieron evitar correr hacia donde yo estaba.

— Se nota cuanta falta les hacía.— Comenté, tratando de mantenerme en pie mientras las cuatro se lanzaban sobre mí.

— Maddie.— Dijo Olive en tono suave.

— Dios, niña, te extrañamos demasiado.— Añadió Bella.

— ¿Cómo has estado?— Preguntó Emma.

— Muy bien, ¿y ustedes?— Respondí, tratando de separarme del abrazo.

— Bien, hemos estado ensayando mucho la coreografía.— Comentó la castaña.

— Sí, solo faltas tú.— Señaló Mia.

— He estado ensayando, pero no tanto como ustedes.— Aclaré, sintiendo cierta ansiedad por el próximo recital dentro de dos meses.

— Tranquila, todo saldrá bien.— Me reconfortó Bella, poniendo su mano en mi hombro.

Saludé a una de las maestras presentes y luego subimos al segundo piso para comenzar el ensayo.

Volver a ese salón era una mezcla de nostalgia y alegría. Extrañaba mucho el tiempo que pasaba ensayando con las chicas, riendo hasta que me dolía el estómago, incluso peleando con ellas; pero no estaba dispuesta a admitirlo.

Comenzamos a calentar mientras las chicas me bombardeaban con preguntas sobre lo que había hecho en los últimos meses. Les conté que no había hecho mucho más que quedarme en casa, leer o ayudar a papá con sus trajes.

La música comenzó a sonar y cada una tomó su posición. Dejé que la memoria de mis músculos y la música me guiaran. Amaba permitir que las melodías dirigieran mi cuerpo, cada paso cargado de pasión y amor. Bailar siempre había sido una forma de calmar mi ansiedad.