Capítulo 7

1.4K 124 21
                                    

Al llegar, la señorita de recepción nos recibió con una cálida sonrisa, dejándonos pasar a la oficina de mamá. Tanto Natalie como mamá estaban contestando llamadas, al parecer organizando una reunión con varios ejecutivos. Ambas deslizaban rápidamente sus manos en el escritorio, moviendo los papeles, dejando firmas y aclaraciones en estos. Me sorprendió bastante la rapidez con la que llenaban papeles y atendían llamados.

Ambas habían notado nuestra presencia, pero no pudieron despegarse del teléfono hasta que la lista de llamadas se completó. Fue entonces cuando ambas nos saludaron con un "Buenos días", seguido de un "¿Qué hacen aquí?" de mamá.

— Hola hija, qué lindo es tenerte aquí. Ay, gracias mamá por tu hermoso recibimiento —dije con ironía, a lo que mamá rió—. Les trajimos algo de comer —levanté la bolsa con donas.

— Eso es muy lindo de tu parte, cielo, pero debemos seguir trabajando. La transferencia de cargos dejó mucho papeleo que hacer —explicó. Giró su silla y comenzó a llenar papeles otra vez.

— No, no, no, debes aprender a tomarte pequeños descansos, mamá —traté de relajarla un poco, algo que fue inútil porque ignoró mis palabras y siguió con lo que estaba haciendo—. Además, venía a "desayunar" —levanté dos dedos de cada mano para trazar comillas imaginarias en el aire— contigo porque no vamos a vernos hasta la noche.

— ¿No cenarás con nosotros hoy?

— Noup. Luego de mi cita con Lizzie, me reincorporo al grupo de danza otra vez —me moví un poco en la silla que se encontraba enfrente del escritorio de mi madre.

— Cierto, lo había olvidado —descansó su espalda en el respaldar de la silla—. Bueno, acepto su desayuno informal, pero solo por un rato, debo seguir trabajando. Asentí con una sonrisa victoriosa.

— Bueno, yo me retiro —Natalie se puso de pie, lista para irse—. Con su permiso.

— De hecho, también trajimos café para ti —le informó Happy.

— No era necesario —aseguró Natalie con timidez.

— Natalie, en serio, solo siéntate y disfruta un buen café con nosotros —le indiqué. Natalie asintió, me miró con una sonrisa y se sentó. Cada uno tomó un café de la bandeja y comenzamos a conversar de distintas cosas.

— Perdón por la curiosidad, pero escuché que bailas, ¿desde cuándo lo haces? —preguntó una Natalie curiosa.

— Bailo desde que tengo 3 años. Solo que unos meses antes de que llegaras dejé de hacerlo —respondí dándole un sorbo a mi café.

— ¿Por qué dejaste de hacerlo? —volvió a preguntar—. Perdón, estoy siendo muy entrometida.

— No te preocupes, no es algo de lo que me moleste hablar —me tomé un momento para darle otro largo sorbo a mi café—. Necesitaba tomarme un tiempo para mí y comenzar a pensar en algunas cosas. A veces, el entrenar y el ser profesora de niños pequeños te absorbe mucho tiempo, y aunque es algo que amo con mi vida, necesitaba tomarme un momento para mí.

— ¿Eres profesora? —preguntó con cierto asombro.

— Sí, de nivel inicial en ballet y contemporáneo.

— Impresionante —comentó la pelirroja.

— Deberías verla bailar, es la mejor —añadió Happy. Mamá asintió dándole la razón, y yo me sonrojé un poco ante el halago.

— Gracias, gracias, pero es algo que tengo muy claro —afirmé egocéntricamente. Mamá y Happy rieron, pero Natalie solo fijó sus ojos en los míos, que aunque no la estaban viendo, sentían su mirada clavada en ellos.

Red Spies || Natasha RomanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora