Capítulo 2

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Nos sentamos a desayunar en la isla de la cocina. Mamá y papá comenzaron a hablar sobre temas de negocios, la empresa, estadísticas y todas esas cosas complicadas. Yo realmente no les estaba prestando demasiada atención, estaba perdida en mis pensamientos, perdida en aquella pesadilla. Repasaba una y otra vez lo que había pasado en esa pesadilla. Ese sueño se había sentido tan real que aún podía sentir este líquido en mis venas. Siento cómo se desplaza por mi organismo, y como toda esa sensación de dolor recorre mi cuerpo. Se siente como una especie de hormigueo incómodo, el cual es difícil de quitar.

La cara de aquel doctor quedó plasmada en mi cabeza otra vez. Esta no es la primera vez que tengo esta pesadilla, y cada vez que la tengo, la cara y la voz de ese señor rondan en mi cabeza por días. Traté de encontrarlo, pero no encontré nada, es como si nunca hubiera existido, aunque yo sé que sí existió.

Estaba totalmente perdida en mis pensamientos cuando Happy me sacó de mi trance chasqueando sus dedos frente a mis ojos.

— ¿Estás bien, pulga? — Me preguntó susurrando, mientras mis padres hablaban sobre su voz. Pude notar cierta preocupación en sus ojos, así que traté de suavizar su preocupación con una sonrisa.

— Sí, solo estaba pensando en si tenía algo que hacer hoy. — Respondí en un tono tranquilo.

— Pepper, cielo, no te olvides que hoy viene la notaria a transferir los papeles de la empresa. — Escuché a papá.

— Oh sí, lo había olvidado. — Le respondió mamá.

— ¿Saben quién es? — Pregunté curiosa. Normalmente no me interesa, pero sabía que iba a ser alguien con quien mamá iba a compartir la mayor parte de su tiempo ya que el papeleo era largo y la notaria debía "acompañar" a mamá en el proceso de transferencia de cargos, así que ahora sí me importó.

— No, todavía no la hemos visto. — Aseguró mamá.

— ¿Y cómo dormiste, hija? ¿No hubo pesadillas? — 𝑀𝑖𝑒𝑟𝑑𝑎.

— Bien, no hubo pesadillas hoy. — Mentí descaradamente. No pensaba decirles lo de mi pesadilla, se preocuparían.

— ¿Segura? — Preguntó mamá mirándome desconfiada.

— Sí, mamá, no te preocupes.

De la nada todo se puso incómodo y un silencio invadió la habitación, así que le di un último sorbo a mi café y me levanté de mi silla.

— Bueno, debo irme, tengo un par de cosas que hacer. — En realidad no tengo nada que hacer, solo quería escapar de la mirada de mi madre y de aquel incómodo silencio. — Nos vemos luego. — Dejé un beso en la mejilla de mis padres y sacudí un poco el pelo de Happy.

Sé que en cualquier momento mamá va a preguntarme qué es lo que realmente soñé. Ella me conoce mejor que nadie, sabe si estoy mintiendo o no, es algo que sinceramente odio. No puedo tener oportunidad de mentir frente a ella sin que ella lo descubra y yo termine diciendo la verdad. A veces pienso que tiene algún tipo de chip instalado en el cerebro que enciende una luz roja cuando le miento, y una luz verde cuando le digo la verdad (es escalofriante).

El resto de la tarde lo pasé ordenando mi habitación para poder tener un poco de paz mental. Necesitaba organizar todo, encender un incienso y relajarme un poco. El orden, la música y el rico olor me traen paz, y era algo que me urgía en este momento, ya que mi cabeza gritaba que la dejara descansar y yo era incapaz de hacerlo. Una vez que todo estaba en orden, me senté sobre mi cama y comencé a leer un libro.

En algún momento mientras leía, comencé a disociar. Fue como si mis ojos estuvieran leyendo pero mi cabeza no, y lo único que escuchaba era la música que se reproducía en mis audífonos, mientras que mi cabeza reproducía esa pesadilla, una y otra vez, tratando de encontrar piezas para lograr armar el rompecabezas. Trataba de encontrar cosas claves para descifrar quién era ese tipo. De un momento a otro, la música desapareció y lo único que escuchaba era su voz.

Red Spies || Natasha RomanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora