| Capitulo III |

4 3 0
                                    

Pequeño Imprevisto:

Caminé a través de los estantes bajos repletos de flores y plantas, era imposible no sentir su mirada clavada en mí, esperando una respuesta que por lo pronto no llegaría.

Las flores y los tonos de la tienda lo hacían resaltar demasiado, como una mancha de tinte en un vestido blanco, era alguien fuera de lugar. Él me superaba en altura, pero no era tan alto como el joven de la florería. Sonreí involuntariamente al recordarlo.

- ¿Está buscando algo en específico? -volvió a hablar haciendo que levante la mirada y le sonría levemente mientras negaba.

-No, yo puedo sola -respondí siguiendo por los pasillos.

Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos por la tienda. Iba casi completamente vestido de negro con una chaqueta de cuero sobre sus hombros y la única excepción al negro era su polo gris, creando un ligero contraste con todo lo demás.

- ¿Venden lonicera caprifolium? -pregunté fingiendo una sonrisa amable mientras alzaba la mirada y me encontraba con esos ojos cafés.

-Madre selva, no, disculpe, no vendemos rastreras -respondió imitando mi gesto.

-No es rastrera, es trepadora -lo corregí cruzándome de brazos mientras lo retaba con la mirada.

-Veo que sabe bastante de plantas -dijo él apoyando su codo sobre el mostrador.

-Sí.

Ambos nos quedamos en silencio, con la vista fija en el otro, si bien él no sabía quién era o si era una amenaza, tampoco estaba dispuesto a bajar la guardia.

-Bueno, lamento informarle que ya vamos a cerrar -dijo rompiendo el silencio mientras señalaba el cartel en la puerta.

Lo ignoré y seguí caminando hasta el final del pasillo tanteando entre los fierros del estante en busca de mi pistola.

-Oh, solo que vine a ver a Rose -dije empezando a sentirme nerviosa al darme cuenta de que no estaba -siempre está aquí antes de las dos.

-Sí, pero tuvo un altercado, probablemente llegue tarde -dijo tomando un caramelo de un bol junto a la caja registradora, haciendo que alce una ceja.

Esos solo eran para los clientes... Pero ¿A quién le importaba cuando no podía encontrar la pistola?

- ¿Le pasó algo?

- ¿Buscas algo? -preguntó dejando de apoyarse en el mostrador para tener una mejor visión de la tienda.

Me encogí de hombros y me alejé del estante segundos antes de que él saque mi pistola, dejándola sobre el mostrador.

- ¿No crees que es un poco excesivo para una florista? -preguntó con una sonrisa de superioridad, como si me hubiese descubierto haciendo algo grave.

- ¿Quién es usted? -pregunté perdiendo la poca paciencia que me quedaba.

Tardó una milésima de segundo en llevar su mano a la parte posterior de su cintura, desenfundando otra pistola y apuntándome con ella mientras veía como la sonrisa desaparecía de su rostro, dando paso a una expresión mucho más seria.

-Un pariente -respondió con firmeza.

- ¿Un pariente? -repetí sarcásticamente -No sabía que visitaba a sus familiares de esta manera -dije señalando el arma entre sus manos.

-No voy a ningún lugar sin esta belleza -dijo encogiéndose de hombros mientras una pequeña sonrisa empezaba a brotar de sus labios.

-Wow... No apto para cardiacos -dije encogiéndome de hombros -pero continua, no volveré a interrumpir, lo prometo.

Antes del Amanecer ·ADA1/2·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora