| Capítulo VI |

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Trágame tierra y escúpemelejos de él:

-Isabella -exclamó Daniel sorprendido al verme frente a él - ¿Qué tal si te pones esto? -preguntó acercándose hasta mi mientras me entregaba lo que tenía al alcance, en este caso: su chaqueta de cuero.

-Ay, por favor -dije arrancándole la casaca de las manos mientras caminaba hasta la puerta del copiloto -ahórrate las excusas, ambos sabemos que solo planeabas dejarme aquí -añadí amarrando la casaca alrededor de mi cintura.

-Por favor, no la uses así -dijo deteniéndose con la vista fija en mi cintura.

Lentamente la desaté, viendo como la calma regresaba al rostro de Daniel mientras se dirigía a la parte posterior del coche.

-Eres un imbécil -dije antes de ingresar al asiento del copiloto y cerrar la puerta.

-Isabella, yo no quería despertarte -dijo regresando a la ventanilla del copiloto.

-Seguro -respondí sarcásticamente -fue un poco rudo, pero no fue suficiente para deshacerte de mí -añadí sacando mi celular y mis audífonos del bolso.

-Por favor -dijo él intentando abrir la puerta del copiloto y, aunque yo ya me había colocado mis audífonos, aún podía escucharlo -Isabella ¿Acaso no lo entiendes? Esto es peligroso -añadió haciendo una pausa mientras pasaba una mano por su cabello, despeinándolo -ni si quiera sabemos lo que eres, solo te estas arriesgando.

- ¿Terminaste? Tenemos un largo camino por recorrer.

-Estás loca -dijo él en respuesta, tratando de ocultar su frustración - ¿Segura que quieres ir así?

-Sí, estoy lista -respondí amarrando mi cabello en una media cola y un moño alto antes de que Daniel salga de la ventanilla, dejándome acompañarlo -Creo que se te olvida que fui militar.

-Los militares no pueden pelear contra la magia, no es una batalla justa.

- ¿De qué sirve la magia si el que la posee tiene una bala en el cerebro? Nadie es indestructible.

-Touché -dijo rodeando el coche y abriendo la puerta del conductor.

Acomodó los últimos detalles antes de tomar su chaqueta de cuero y acomodarla sobre mis piernas.

-Por si tienes frío -sentenció antes de encender el coche y comenzar la marcha.

-Creí que era sagrada -dije acomodándola sobre mis piernas.

-Lo es -respondió haciendo una pausa -pero parece que la necesitas más que yo.

Y esas, señores, fueron sus últimas palabras por los siguientes dos días... Una eternidad, jamás pensé que un viaje en coche fuese tan aburrido.

Hasta entonces, habíamos recorrido gran parte del supuesto trayecto y, aun así, yo no era capaz de reconocer nada de lo que me rodeaba. No había ningún indicio de que yo había estado por aquí antes. Aun así, ninguno de los dos había logrado descansar realmente, lo cual era un alivio viéndolo por el lado de las pesadillas, él aún no sabía de ellas.

Tal vez eran alrededor de las cinco, cinco y media a juzgar por la posición del sol, mi celular se había quedado sin batería y para cuando me desperté, el coche ya estaba detenido y apagado en una gasolinera en medio de la nada.

- ¿Vas a querer algo? -preguntó Daniel al verme despertar.

Desabrochó su cinturón y se disponía a bajar del coche mientras esperaba a que llenen el tanque, probablemente, pasaríamos la noche en el coche, otra vez...

-No, gracias -dije tratando de acomodarme en el asiento, pero ya ni si quiera había posición cómoda.

Llevaba la misma ropa con la que había salido de la cabaña, en otras palabras: solo llevaba un polo que parecía vestido y la chaqueta de Daniel sobre las faldas. No me animaba a bajar del coche a cambiarme y a estas alturas mataría por una ducha y una cama.

Antes del Amanecer ·ADA1/2·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora