| Capitulo IX |

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El Umbral De Las Pesadillas:

Habíamos regresado del restaurante sobre las siete, él conducía mientras que yo saltaba de una emisora a otra.

- ¿Acaso no puedes elegir una sola? -preguntó apagando la radio.

-No, me gusta la música, solo eran noticias -respondí volviendo a encenderla.

-Deja que lo haga yo -dijo antes de saltar varios números hasta una emisora que tocaba música en inglés - ¿Mejor?

-Solo si me dices el nombre de esta canción -dije empezando a señalar la radio.

Daniel soltó una risa antes de girar a verme por una fracción de segundo. Estaba segura de que no la conocería, no era su estilo. Al menos no era del estilo de alguien con chaquetas de cuero y cuchillos en la maletera.

- ¿Sabes? Puede que lo peor sea que si la conozco -afirmó riendo y, de paso, sorprendiéndome.

-Pues di su nombre antes de que se acabe.

-So let me hold both your hands in the holes of my sweater, es Sweater Weather.

No tenía nada más que decir, lo acababa de escuchar cantar y no podía procesar mi sorpresa o su voz, o ambos y al mismo tiempo.

-Si ser decano de una facultad no paga bien, siempre puedes ser cantante -respondí luego de unos segundos en silencio, haciendo que Daniel estalle en carcajadas.

-No, me gusta mi puesto, gracias -respondió antes de que sus dedos empiecen a marcar el ritmo de la música sobre el volante.

Y antes de que me dé cuenta, mi vista estaba clavada en sus manos sosteniendo el volante, dándole la vuelta al final de una calle antes de llegar al hotel.

- ¿Estás bien? -preguntó él al detenerse y notar que estaba algo distraída.

-Sí, solo son las voces en mi cabeza -respondí haciendo que él palideciera mientras que yo intentaba no reírme -relájate, solo era una broma -concluí estallando en carcajadas.

-Mira cuanta risa me das -dijo rodando los ojos y soltando un par de carcajadas sarcásticas.

Bajó del coche, rodeándolo antes de detenerse a abrirme la puerta y extenderme una mano.

- ¿Por qué siempre lo haces? -pregunté tomando su mano.

-Tus malas bromas y mi sarcasmo no harán que deje de ser un caballero.

-Ah.

El sol había empezado a caer mientras nosotros ingresábamos al hotel. En realidad, solo yo estaba ingresando, pues no me había dado cuenta de que Daniel se había quedado a bajar las bolsas del maletero.

- ¿Necesitas ayuda? -pregunté volviendo a la puerta del hotel.

-Estoy bien, solo toma la llave -dijo lanzándome la llave de nuestra habitación.

Subí y a los pocos minutos llegó Daniel. Ambos nos pusimos a revisar nuestras compras y mientras yo revisaba minuciosamente cada una de las prendas, Daniel ya se había dado un baño, había dejado su ropa sucia en la pila para lavar y ahora estaba leyendo un libro sobre su cama.

Para cuando yo terminé de bañarme y cambiarme, él prácticamente salto de la cama listo para llevarse nuestras prendas a lavar.

-Las mujeres se demoran tanto -dijo en un susurro antes de dirigirse a la salida de la habitación.

-Hey, no generalices.

-No, seguro hay mujeres más rápidas, solo no he conocido a una aún -respondió con una falsa sonrisa antes de cerrar la puerta de la habitación, dejándome sola.

Antes del Amanecer ·ADA1/2·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora