| Capitulo II |

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¿Dónde estoy?:

Había vuelto a suceder.

Mi respiración irregular y los rápidos latidos de mi corazón solo demostraban lo que ya sabía. Me senté de golpe en mi cama, tratando de calmar mi respiración. Cerré los puños alrededor de las sábanas, tratando de aferrarme a algo que me estabilice, pero esta vez no parecía funcionar.

Una sombra llegó corriendo hasta mi habitación, sin embargo, no podía distinguir su rostro entre la oscuridad.

Ni si quiera pude distinguir sus facciones cuando encendió la luz de mi mesita de noche mientras tomaba mi rostro entre sus manos en un intento por tranquilizarme, pero lo único que estaba logrando era aterrarme.

-Estas bien, solo fue un sueño -dijo una voz femenina empezando a acomodar algunos mechones de cabello detrás de mis orejas.

Parecía haber notado el pánico reflejado en mis facciones, pues soltó mi rostro, creando una distancia entre ambas antes de tomar mis manos. Las quité automáticamente y me alejé, pegando mi espalda contra la pared.

La mujer no tenía rostro, lo único que podía ver eran sombras borrosas, su silueta y ligeros matices de colores. Todo me llevaba de regreso al principio.

Las lágrimas nublaron mis ojos y empecé a sentir como el aire ingresaba con dificultad a mis pulmones: Aún estaba dentro de una pesadilla.

Traté de hablar, de gritar, pedirle que se alejé, pero simplemente mi voz nunca salió. Ni si quiera un sonido, el intento de un grito, solo silencio.

Mi siguiente descubrimiento fue aún más aterrador que el anterior, pues ya no podía moverme y aquella sombra amenazaba con empezar a acercarse más y lo único que podía hacer al respecto era escucharla tararear una canción que jamás había escuchado en mi vida.

La agonía se extendió por minutos en los cuales no pude hacer nada mientras que las manos de la mujer sin rostro palpaban mi rostro, limpiaban mis lágrimas y trazaba figuras que atravesaban mi rostro, al mismo tiempo que dejaba de tararear para acercarse a mi oído y susurrar amenazas que al minuto siguiente no podía recordar.

Mis ojos se abrieron en medio de la oscuridad de mi habitación mientras que un agudo grito dejaba mi garganta. Tanto mi respiración, como mi corazón seguían tan acelerados, sin embargo, había un sentimiento reconfortante que llenaba mi pecho, había despertado ¿No?

Una voz rompió el silencio del pasillo, corriendo hasta llegar a la cama, sentándose junto a mí.

- ¿Otra pesadilla? -preguntó tomando una de mis manos y empezando a dibujar círculos en los nudillos.

Mis ojos estaban fijos en ella mientras que ella empezaba a respirar hondo, esperando que la imite hasta que mi respiración se tranquilizó y mis latidos se normalizaron.

La paz llenó mi corazón en el momento que logré distinguir las facciones del rostro de la mujer sentada en frente mío: Rose.

Ella llevaba el cabello recogido en una cola de caballo alta y castaña, era alrededor de unos diez años mayor que yo y desde que la conocí en el bosque, hace aproximadamente año y medio, se había vuelto en lo más cercano a una hermana para mí.

- ¿Volvió a suceder? -preguntó analizando mi rostro.

Todo sucedió de repente, cuando menos lo esperaba me despertaba gritando en medio de la noche, las pesadillas iban y venían cuando querían y nunca me dejaban en paz. A veces tenía la suerte de no recordar lo que sucedía en ellas, pero siempre dejaban un rastro de temor y desesperación en mi interior. Sabía que solo me tocaría esperar a que llegue la siguiente para perder el poco control que reunía en los días de mayor tranquilidad.

Antes del Amanecer ·ADA1/2·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora