Capitulo IV.

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MERA GUTIÉRREZ.

Salí del baño para asomarme y asegurarme de que Dylan se había ido. Me sentía arrepentida por la manera en que lo traté, estaba furiosa porqué no logro comprender mis emociones respecto a Cesare y considero que no fui la persona más amable con Dylan, ni con Cesare.

Me sentía crucificada, como si haberlo disfrutado fuera algo malo, mi conciencia me martirizó juzgándome por haberlo hecho con Cesare. Sumando que además la adrenalina estaba al tope, seguro eso habrá influido en mi mal humor con ese hombre. Me arrepiento porqué ese tipo seguro se llevó una mala primera impresión de mí, aunque siendo sincera poco me gustó la primera impresión que tuve de él. Pero yo no voy a juzgarlo por eso, estoy trabajando en no juzgar de tajo y permitirme conocer a la gente para comprender de donde vienen sus acciones.

Como no desayuné, algo que definitivamente influyó a mi carácter, fui a la cafetería de la Uni para comprárme unas galletas. Y cuando creí que mi día podría mejorarse si me obligaba  a observar las cosas desde otra perspectiva, como la de haber disfrutado de ese momento con Cesare asumiendo la relación de amistad que tenemos, lo vi besándose con el cajero.

Me sentí desconcertada al verlo tirándose a alguien que segura no conocía, quizá mi desprecio partía de la molestia de que el podía disfrutar una vida besándose a quien le placía. Lo admiro por eso, Cesare es capaz de disfrutar de los besos en público y de generar ingresos por su sexualidad. Yo no quisiera generar ingresos, y no veo que tenga nada de malo, solo cuando se trata de mí. Pero yo no soy capaz de disfrutar del sexo aunque sea sumamente intimo, claro que me gusta pero después no me siento cómoda, siento que estoy haciendo algo malo.

Siendo yo y mi madre mexicanas, crecí en una familia católica en el estado de Querétaro. Se me educó de una forma, con ciertos lineamientos religiosos que rechacé en un futuro cuando fui más consiente de lo que me rodeaba. Pero algo que no pude quitarme fue el amor de pareja romántico, fomentado por todas las películas y novelas que vi mientras crecía. No quiero casarme, pero sigo queriendo un novio que me quiera románticamente, esto es una prueba de que sigo batallando por deshacerme de todo lo que se me inculcó. Porqué nunca he encontrado ese amor romántico.

Me pregunté si Cesaré disfrutó los besos que le di, se veía que disfrutaba los de ese desconocido que seguro solo era otro de sus fanáticos jariosos. Porqué no me besaba de la misma manera, estoy segura de eso, o quizá solo es mi inseguridad. Me pregunto si el problema soy yo, por pasar horas buscando la manera de verme lo suficientemente atractiva y femenina para ser deseada. Lo conseguía, pero no conseguía que Cesare me viera de la forma en que yo quería. No me sentía satisfecha.

También sentí celos porqué el cajero estaba bueno pero no me había tirado la onda a mí, y eso me hizo sentir poco atractiva. Me sentí como si no valiera nada, deseaba un amor romántico y eso era algo que el no podía darme, ni él, ni ninguno de los otros hombres con quienes había estado.

Camine de regreso a casa, a lo mejor también salí corriendo en la mañana por el estrés de regresar a clases la próxima semana, o a lo mejor solo quiero encontrar algo con que justificarme, debo aceptar que me fui porque estaba apenada de haber tenido sexo.

Mientras esperaba a que el semáforo cambiara a rojo para cruzar la calle, noté que el tipo que estaba frente a mi con sus audífonos puestos era Dylan. Supuse que lo más correcto era disculparme por cómo lo traté, le toqué el hombro. Con recelo giró lentamente y al verme sonrió.

—Ah, eres tú —Pronuncio con ápices de seriedad, no estaba siendo grosero, estaba más bien procurando no ser irrespetuoso.

—Sí, soy yo. —Respondí apenada sonriendo tratando de ser tierna para convencerlo de darme una segunda oportunidad y demostrarle que no soy una mala persona. —Oye, discúlpame por lo qué pasó en las cajas de la uní.

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