3."El Sol y la Luna"

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Jane

[05 de Junio.
Algo en el me hace querer conocerlo más, y no sé qué es, porque solo eh hablado con el dos veces....]

Cerré la libreta rápidamente, cuando el sonido de la puerta abriéndose sonó en la habitación. Gire el cuello para ver de quien se trataba. Mi vista le prestó atención a Ana, que se encontraba de pie a lado del lumbral.

-¿Qué haces?-interrogó, acercándose lentamente.

Intente tapar la libreta con mi antebrazo, me encogí de hombros y la mire negando varias veces con la cabeza.

-Nada.

Ana entrecerró los ojos, sin creerme. Llego hasta mí, poso una mano en mi hombro y me miro desde su altura.

-¿Puedes hacerme un favor?-pidió plácidamente.

-¿Cuál?

-Acaba de llegar una chica nueva al hospital,-empezó a explicar.-Necesito que te acerques a ella y la hagas sentir en casa, pasara varios meses aquí.

Fruncí los labios, desvié mi vista y me centre en mi libreta, considerándolo, ¿sí o no? repetí mentalmente varias veces. Alce el rostro y me centre en Ana, sus ojos suplicándome o manipulándome, las dos cosas se le daban muy bien.

Solté aire, rendida, sin tener otra opción de respuestas y conteste:

-Si, lo hare.

[...]

Di leves golpes a la puerta de la supuesta chica nueva, pero nada sucedió, otros golpes y nada.

-¡Oye, sé que estás ahí adentro!-alce la voz, recargue la frente en la puerta y di unos lentos y leves golpes con mi mano derecha.

Mi cuerpo se inclinó hacia delante casi para caerse, cuando la puerta en la que me recargaba se abrió, di unos leves pasos al frente hasta que tome equilibrio. Me incorpore con la respiración agitada, una mano en mi pecho y la otra sosteniendo la bolsa que colgaba de mi hombro.

-¡Oye!, ¿no viste que estaba recargada-replique furiosa. La chica ni siquiera se molestó en disculparse, me miro de abajo hacia arriba, sin ninguna expresión en su rostro, hasta que sus orbes oscuras se centraron en mí.

-¿Cómo te iba a ver si yo estoy del otro lado?, idiota-espetó con obviedad.

Estaba a punto de replicar, pero tenía razón, la imbécil tenía razón.

-No puedo hacer esto-murmure, di media vuelta y me empecé a alejar.

-¡Dile a Ana, que no necesito la lastima de nadie!-gritó detrás de mí. Me detuve en seco y la mire por encima del hombro, ella todavía de pie junto al lumbral.

-No me mando Ana-mentí.-Vine por mi propia cuenta.

Todos necesitamos a alguien, por más que digamos que estar solo es mejor, no es cierto, todos ocupamos la compañía y presencia de alguien. Yo la tuve hace mucho, pero no todas las personas son eternas.

Sabía que aquella chica necesitaría una, para no estar sola el tiempo que estuviera metida en este horrible lugar; yo más que nadie sabe que estar solo, no es la mejor opción.

La mire una última vez antes de seguir mi camino a mi habitación.

[...]

-No le veo las ganas de querer una amiga-hable rompiendo el silencio. Lo mire, su vista centrada en la noche estrellada y lo mejor era que en sus ojos se reflejaban las estrellas.

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