Veintidosavo Capítulo.

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Cuando abrí la puerta de casa, Rudo me recibió con mimos y ladridos de súplica. En la calle, no pasé desapercibido algunas miradas que me daban las personas, ¿acaso me habían reconocido por el blog de Colton? Seguro que sí, era lo más probable, deduje. Me vestí con algo cómodo y me senté a escribir. No había conseguido mi objetivo, la ansiedad que había en mi cuerpo no me había dejado hacerlo.

Hice a un lado la laptop y fui por una taza con manzanilla, necesitaba relajarme y nada lograba alejar los pensamientos tortuosos de mi cabeza. Cuando dieron las siete de la noche, se oyeron los toques de la puerta, la ansiedad volvió a mi pecho, haciéndome latir el corazón con fuerzas y llenando mi cuerpo de nerviosismo.

Me puse de pie y ni siquiera me coloqué las pantuflas de la prisa que tenía. Cuando le vi, la ansiedad no desapareció de mi pecho como lo pensé, era Mariah y no Max.

—Be, olvidé mis llaves y no saqué las de repuesto de mi maleta —habló entrando a casa—. ¿Todo bien? Te ves un poco perdida.

Sonreí para aparentar que nada me estaba atormentando en ese momento, quizás hablar un poco con mi mejor amiga me iba a ayudar a dejar de lado los pensamientos respecto a Max y Arabella.

—Sí, ¿cómo te fue en el trabajo? —pregunté.

—No hablemos de mí, cuéntame todo lo que tienes que contarme sobre lo que sucedió en esa casa de tus tíos.

Tomó mi mano y me hizo sentar al lado de ella. Solté el aire y comencé a contarle todo lo que había sucedido allí, omitiendo algunos puntos por supuesto. Ella había gritado de emoción y también de ira. Me había hecho reír y olvidar cada pensamiento que me atormentaba. No sé cuánto tiempo habíamos pasado así, pero lo había disfrutado.

—Eres tendencia en Twitter, Be.

—¿Qué? No me tomes el pelo, Mar, vas hacer que me ponga nerviosa.

—Ya, no eres tendencia, pero todo el mundo te ha catalogado como: "la chica de ojos azules del blog de Colton". He leído un poco de lo que hablan, en resumen, todos dicen que eres hermosa, que deberías dedicarte al modelaje, que deberías ser la nueva reina, que quisieran verse como tú, que pareces un ángel, que...

—Basta, lo he entendido y no te creo.

—¡¿Qué?! Pues míralo tú misma.

Tomé su teléfono con el corazón latiéndome y leí cada tweet que había allí. Ay, madre. Se me iba a bajar la presión. Sí, había muchos que hablaban de mi aspecto y otros que decían que podría ser modelo. Le di su teléfono, no quería seguir viendo más sobre eso.

—No puedo creerlo.

—Ahora eres toda una celebridad.

—No quiero hablar sobre eso, me da náuseas y dolor de cabeza. Mejor hablemos sobre otra cosa.

Mar se echó a reír, asintió, y, entonces, cuando estuvo a punto de contarme sobre lo que ella había hecho con Patrick, la puerta sonó.

—Debe ser Patrick. —Yo asentí a sus palabras, pero no iba a negar que pensé en él. Relamí mis labios, tomé aire y mantuve la compostura relajada.

Mariah vino a los pocos segundos.

—¿Y Patrick? —cuestioné confundida.

—Es el señor Pattinson, Be, ha venido por ti.

Mordí mi labio inferior de los nervios, me puse de pie y fui hacia la puerta. En efecto, Max estaba allí parado, con la misma ropa de la mañana, unos lentes de sol puestos y los cabellos desordenados. Mojé mis labios y lo miré a los ojos cuando se quitó los lentes.

Inevitable TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora