Quinceavo Capítulo.

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—Siento todo, nena. Soy una mierda de persona, perdóname. No mereces esto, no me mereces. —Fue lo primero que me dijo al separarnos.

Mis manos subieron hasta tomar su rostro y acariciar cada parte de este. Tenía la piel tersa y fría.

—Chis, Max, no todo ha sido tu culpa —lo calmé.

—Lo siento tanto, Bear. —Su frente descansó sobre la mía, sus labios chocando con los míos, sus ojos cerrados dejando ver sus espesas pestañas.

—Ya ha pasado.

Lo besé, despacio. Disfrutando del sabor de su boca, de la delicadeza de sus labios, de su tibieza. Nunca lo había visto tan aterrado como en ese momento, yo también estaba aterrada. ¿Qué pasaría con ambos? ¿Saldría todo bien como lo había pensado?

Al soltarme volví a abrazarlo. Su mano acarició mi espalda, yo acaricié sus cabellos.

—Quédate a dormir conmigo, Max.

Aceptó mi sugerencia. Se quitó la camisa y se echó a mi lado. Recosté mi rostro en su pecho, el acariciando mi cintura y mi pierna sobre las suyas. Ambos en silencio, sin decirnos nada, entendiéndolo todo. Después, solo supe que me había quedado dormida junto a él.

Viernes 20 de agosto de 2021

Esa mañana me había llegado un correo de la universidad, diciéndome que ya estaba matriculada y que pronto iniciaríamos clases. Se lo conté a Mar con una gran sonrisa y ella me dijo que debíamos celebrarlo yendo al bar del padre de Patrick. Había aceptado. Sí, y al darme cuenta que lo había hecho, ya no podía dar marcha atrás. Así que esa noche iba a ir a un bar después de mucho tiempo.

Recordé la vez anterior, una sonrisa burlesca se me escapó en el auto al recordar cómo había rechazado bailar con Max. Entré a la oficina luego de saludar a Lorenzo y me sorprendí al encontrar a Max allí.

Cuando me había levantado. él ya no se encontraba a mi lado, tan solo me había dejado una nota en la mesita de noche, decía:

Perdón de nuevo por lo de anoche, no lo merecías. Espero hayas descansado de maravilla, estoy ansioso de verte.

Max Pattinson Demir.

Yo había soltado un suspiro y había salido de la cama. El día en la oficina fue ajetreado, sin mucho tiempo para hablar sobre lo sucedido, bueno, yo tampoco tenía muchas ganas de hablar eso. Me había despedido de él con un beso y había vuelto a casa, distrayéndome escribiendo.

Caminé y Max sintió mis pasos. Sus ojos grises me miraron y yo le di una pequeña sonrisa, sabía que en cualquier momento debíamos de hablar sobre la noche del miércoles, pero no quise pensar en eso. Llegué hacia él y me planté en su delante.

—Buenos días, señor Pattinson —dije con una sonrisa.

La noticia de la universidad me había puesto tan feliz. Demasiado diría yo.

—¿Soy el causante de esa sonrisa, dulce Bear?

Solté una carcajada que le hizo fruncir el ceño. De pronto, ya lo tenía a pocos metros de mí, con los brazos cruzados, una mueca enojona y sentado en el borde de su escritorio. Retuve las ganas de reírme a carcajadas sonoras.

—No, señor.

—¿No? Haré como si no me sintiera ofendido.

Acorté la distancia dando pasos lentos, tomé su rostro entre mis manos, apretando sus mejillas y sus ojos grises me miraron directamente.

—Sabes que es mentira, Max, en realidad, me llegó un correo de la universidad diciéndome que desde del próximo mes retomaré clases.

Tuve tanta emoción que no dudé ningún segundo en abrazarlo y besar cada parte de su hermoso rostro. Le miré con una sonrisa y me reí al ver la marca de mi labial rojo. Max había sujetado mi cintura con sus manos, apretándola.

Inevitable TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora