Dieciochoavo Capítulo.

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Tenía el corazón latiendo con fuerzas y la respiración entrecortada cuando me senté al lado de Max. Él estaba con los cabellos desordenados y yo me había quedado con las ganas de disfrutar de más. Arreglé mis cabellos y mantuve la compostura. Max a mi lado no me decía nada, y yo sabía que debía ser yo quien comenzara a hablar. Carraspeé, me llené de fuerzas y entonces hablé.

—Max —pronuncié, saboreando su nombre en mis labios—, lo he estado pensando demasiado y...

—No quiero oírlo, Bear.

Quise soltar una carcajada.

—¡Déjame terminar!

—Es que no quiero oírlo, no estoy listo.

Uf, debía hacerlo rápido porque si no, Max iba a terminar echándome de su casa solo porque no quería oír mi respuesta.

—Max —volvía a saborear su nombre en mis labios—, lo he decidido. —Intentó interrumpirme, pero le hice un gesto para que se callara—. Quiero seguir con esto.

Me hubiera gustado tomar una fotografía del rostro de Max y guardarlo para siempre en el cajón secreto que tenía. Estaba impresionado, incrédulo y aliviado. Me había mirado, sus ojos grises inspeccionando cada parte de mí, le di una suave sonrisa. Era toda suya, y él también mío, quizás no del todo, pero lo era. Max Pattinson era mío y yo suya.

—¿En serio? —preguntó.

Sonreí y asentí. Max estuvo tan efusivo que me dio un beso con demasiadas fuerzas, que demoré mucho en procesarlo. Me besó de nuevo, esta vez siendo más suave y dulce, seguí su ritmo a mi manera, saboreándolo y dejando su sabor en mi boca. Nos separamos, nuestras frentes unidas, nuestros alientos golpeando al otro. Intenté retener una sonrisita, pero terminé dándola, el pulgar de Max contorneó mis labios y luego, también sonrió. Nunca había visto una sonrisa tan sincera y tan feliz como la suya.

—Max, sé que será difícil, pero lo quiero. Yo quiero seguir a tu lado, a pesar del dolor, a pesar de las piedras del camino, a pesar de todo.

—Bear, mi dulce y sexy Bear, no tienes idea de lo feliz que estoy ahora. No tienes idea de lo que siento ahora, no puedo siquiera explicártelo, explicármelo. —Me acarició los pómulos con sus pulgares—. Te demostraré que esto no está mal. Que esto dará para más.

—Lo sé, Max. Me dijiste que estamos en esto juntos y así es, ¿no?

Me reí cuando su cuerpo me abrazó con demasiadas fuerzas.

Lo había decidido en el taxi. Quizás había sido una decisión difícil, pero en el fondo siempre había sabido la respuesta: seguir con Max. Estaba lista para todo, para afrontar lo que se venía, lo que podía sucederme, y lo único que pedía era no terminar con el corazón roto y lejos, muy lejos de Max Pattinson, de mi chico rudo.

A las pocas horas volvimos a la oficina, después de hacer el amor junto a Max. Cuando llegamos nos sorprendió la visita de Leandro Garson y del hijo del señor Benson. La tristeza se acentuó a mí al no ver a la novia de Leandro. No quise preguntarle por ella tampoco, esa tarde pasé al lado de ellos, mientras anotaba y anotaba todo lo que decían.

Ese día, no tenía idea en lo que me estaba metiendo.

Martes 24 de agosto de 2021

Mar me había preparado el desayuno y no había demorado ningún segundo en preguntarme qué me traía tan feliz ese día. Le di un sorbo a mi taza de manzanilla antes de responder a su pregunta.

—Lo hemos arreglado todo —respondí, refiriéndome a Max y yo.

Ella alzó una de sus cejas y negó con la cabeza. Tragué saliva con fuerzas. Oh, seguro que no le había encantado la idea de seguir con lo que teníamos.

Inevitable TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora