Prólogo

54 6 0
                                    

Caos, la humanidad siempre tiende a él, nuestros delirios de grandeza siempre nos han convencido de una supuesta inmortalidad que evidentemente es inexistente, así como el natural debate del bien y el mal y si este está en nuestra naturaleza desde antes de nacer o vamos corrompiéndonos al contacto con la sociedad.

Los titanes, bestias humanoides de varios metros de altura que devoran humanos sin tener una razón específica, son lo que nos recuerda de nuestra debilidad e insignificancia, es un constante símbolo de la mortalidad humana y nuestra falta de sentido  en el mundo, nuestra existencia se ha reducido a supervivencia, a evitar que un ser que solo existe para matarte y destruir acabe con tu vida.

Dentro de las murallas, la población había olvidado lo que es estar en constante peligro, una sociedad relativamente funcional operaba en cada sección, por supuesto, existía gente que daba su vida por los demás, había arte, hermandad, actos de sinceridad pero así como había empatía había odio, violencia, crimen, notoriedad entre clases y cualquier acto atroz que nuestra mente pueda imaginarse.

Durante siglos, parecía que aunque no era una sociedad perfecta era funcional, las murallas proveían protección y aislamiento de la humanidad ante sus predadores, vivían en negación constante en  relación a lo que acechaba fuera, la legión de exploración era la única que, incómodamente, recordaba a la rutinaria humanidad que jamás estarían en completa paz mientras existieran bestias como los titanes existiendo tras los muros.
Pero serían ellos los únicos con los conocimientos necesarios para movilizar a la gente tras la caída de una de la murallas en el año 845 en Shingashina.

Forgotten Soldier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora