Capitulo 21

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Sabía que ser hija de Tom y Eva Ryddle significaba un gran cambio en su vida, puesto que incluso si no vivía con ellos, nada cambiaba el hecho de ser quien era y la primera muestra de ello sucedió al día siguiente de la fiesta de aniversario

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Sabía que ser hija de Tom y Eva Ryddle significaba un gran cambio en su vida, puesto que incluso si no vivía con ellos, nada cambiaba el hecho de ser quien era y la primera muestra de ello sucedió al día siguiente de la fiesta de aniversario.

Todas las leyes que trataban sobre las restricciones hacía los nacidos de muggles fueron revocadas, las memorias de los familiares de nacidos de muggles fueron restauradas, los menores de edad regresaron a sus respectivos hogares y en el caso de nacidos de muggles que eran huérfanos, se trasladaron a un orfanato mágico donde serían criados de manera correcta teniendo en cuenta su magia.

Las cosas habían cambiado y Jade empezaba a conocer el poder de su propia voz y el de la reina Eva, quien poco le había importado su esposo y hizo lo que hizo para hacer feliz a su hija.

Debido a esta nueva situación que cambiaba todo el panorama, la Orden del Fénix se había desintegrado, pues el motivo por el que luchaban al fin se había conseguido y ahora que la reina Eva mantenía unas agradables conversaciones con Dumbledore para mejorar las cosas, no tenían absolutamente nada de que preocuparse.

Aquel sábado por la mañana, Jade se dirigió a una cafetería en El Callejón Diagon donde había estado desayunando desde hace un mes, precisamente cuando su madre decidió concretar esa nueva tradición.

La campana del lugar sonó anunciando su llegada y mientras se despojaba de su gabardina mojada por la lluvia, contemplo como en la última mesa del lugar, la más privada, estaban los reyes esperándola.

Poco o nada había hablado con su progenitor, aunque debía admitir que la única culpable de eso era ella, puesto que todavía no se sentía cómoda en su presencia. Tom Ryddle se comportaba bien con ella, pero por alguna razón que Jade no entendía, ella no podía tratarlo tan bien como lo hacía con Eva.

No sabía si era el hecho de que durante años fue el hombre que juro destruir, o porque Tom Ryddle se parecía demasiado a ella, tanto en caracter como en gustos, cosa que en vez de hacerla sentir feliz, solo le daba una gran incomodidad.

—Buen día, cariño.—saludó Eva en cuanto se sentó frente a ellos.— Te pedimos tu café negro y tus galletas favoritas.

—Ah, gracias.—dijo Jade—Buenos días.—añadió, asintiendo a modo de saludo.

—Buenos días.—saludó Tom con suavidad.

El desayuno paso igual que todos los anteriores: en silencio, con Eva parloteando alegremente, Tom mirando a Jade de vez en cuando, y Jade considerando seriamente como podría fundirse en su café. 

—Te tenemos un regalo.—dijo Eva en cuanto terminaron de desayunar.

—¿Regalo? ¿Por qué?—pregunto Jade confundida.

—Tú solo recíbelo.—dijo Eva con una sonrisa.

Tom le extendió a Jade una caja pequeña de color negro. Jade la tomó entre sus manos y sintió como si su magia vibrara, miro a sus padres que la veían expectantes y ella decidió abrir la caja, encontrándose con un bello guardapelo con el símbolo de Slytherin.

Enemy [Remus Lupin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora