Capitulo 17

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Llevaba muchos años intentando atrapar a Albus Dumbledore haciendo algo ilegal para poder así enfrentarse a él sin problemas, pues cuando ascendió al poder, Eva le hizo ver que luchar contra todos no era la manera correcta y que debía intentar man...

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Llevaba muchos años intentando atrapar a Albus Dumbledore haciendo algo ilegal para poder así enfrentarse a él sin problemas, pues cuando ascendió al poder, Eva le hizo ver que luchar contra todos no era la manera correcta y que debía intentar mantener el control de la sociedad lo más posible y eso fue lo que hizo.

Pero Tom Ryddle sabía claramente que Albus Dumbledore no estaba nada contento con su colocación en el poder y que aún ahora, diecisiete años despues, seguía intentando derrocarlo o al menos no dejarle las cosas faciles.

En cuanto Severus Prince había llegado a su despacho corriendo, informándole que Dumbledore había liberado a un grupo de nacidos de muggles y llevado hasta un prado para aparecerlos en un escondite, Tom supo que no debía tardar, era su momento y tenía que llegar a tiempo.

Y así fue.

No pudo evitar que se llevara al grupo de niños, quienes ya habían desaparecido, pero al menos ya había acorralado a Dumbledore en aquel lugar acompañado de cinco jovenes, Alastor Moody y otros tres adultos.

—Ríndete ahora, Dumbledore. Aprovecha mi amabilidad.—dijo Tom con frialdad.— Eres ya un anciano que merece descanso, no estas como para seguir con estas cosas.

—Siempre es importante luchar y luchar, y seguir luchando, porque sólo entonces el mal puede mantenerse a raya, aunque nunca se erradique, Tom. —replicó Dumbledore con firmeza.

—Han muerto muchos de los tuyos en esta guerra sin sentido.—dijo Tom.— los Prewett, los Bones...¿En realidad vale la pena que sigas sacrificando a estas personas por lo que tu consideras que es el bien común?—cuestionó con el ceño fruncido.

—A veces hay que decidir entre lo que es fácil y lo que es correcto, todos debemos hacer sacrificios.—dijo Dumbledore.

—Y el asesino soy yo.—ironizó Tom rodando los ojos.

La batalla comenzó. Dumbledore y Tom peleaban con todo lo que tenían, Remus luchaba contra Theodore Sr, James contra Lucius, Sirius contra Bellatrix, Lily contra Amycus, Marlene contra Alecto, Moody contra Severus, y los otros cinco mortífagos contra los otros tres adultos miembros de la orden.

Era difícil puntualizar cual era el bando que estaba ganando, especialmente cuando ambos tenían magos tan buenos y poderosos, pero cualquier persona objetiva hubiera podido notar que Tom Ryddle estaba ganando, no solo su ejercito contra la Orden del Fénix, sino él mismo contra Albus Dumbledore.

Sintió la victoria entre sus manos y justo cuando casi podía alzarse en la victoria, un fuerte hechizo impacto en su pecho, lanzándolo por el aire unos metros. Se levanto de inmediato, furioso y miro a la persona que lo había atacado.

No era más que una chica de la misma edad que los otros, tenía el cabello negro ondulado con algunos mechones verdes, la piel muy blanca y desde la distancia no podía ver bien sus ojos, pero se notaba que estaba molesta y blandía su varita en alto, dispuesta a atacarlo en cualquier momento. 

—Váyase, profesor. Por favor.—pidió Jade.— si usted muere, nada de nuestra lucha tendría sentido.

—¿Ahora pelean niñas por ti, Dumbledore?—cuestionó Tom con burla y alzo la varita.— Veamos que tanto aguantas, niña.

—Desearas no haberme retado.—masculló Jade con desdén.

—Jade, no...

—No intervenga, profesor.—ordenó Jade a Dumbledore.—y mejor observe como lo mato.

—Eres demasiado arrogante, niña.—gruño Tom.

—Y usted no, ¿verdad?—ironizo Jade.

Al mismo tiempo que Jade lanzaba su hechizo, Tom lanzó su «¡Avada Kedavra!». De la varita de Tom brotó un chorro de luz verde al mismo tiempo en que de la de Jade salía un rayo de luz roja, ambos rayos se encontraron en medio del aire.

Repentinamente, las varitas de ambos comenzaron a vibrar como si les recorriera una descarga eléctrica. Las manos se les engarrotaron y no podían soltar sus varitas. Un estrecho rayo de luz que era de un color dorado intenso y brillante, conecto las dos varitas.

En medio del prado, Eva Ryddle apareció sujetada del brazo de su ahijado, Theodore Jr. Eva sintió una vibración en su pecho, pero no del interior de su pecho, sino encima. Asombrada por la pelea entre su esposo que se llevaba a cabo frente a ella, toco su pecho confundida y tomó su collar, el collar que le había regalado Theodore en el nacimiento de su hija y el cual ahora vibraba.

Entonces, para el asombro de todos los presentes, quienes habían dejado de luchar para contemplar la batalla, los pies de Tom y Eva se alzaron del suelo y ambos se elevaron en el aire, con sus varitas aun conectadas por el hilo de luz dorada.

—¡Jade!—llamó Lily.— ¡Es un Priori Incantatem! ¡Un fenómeno magico que ocurre cuando dos varitas que comparten el mismo núcleo son obligadas a combatir! ¡Las varitas les pondrán difíciles la batalla! ¡No podrás matarlo!—explicó asustada.

—¡¿Y no me pudiste contar eso antes?!—grito Jade.

—¡¿Y yo que iba a saber?!

—Hay que separarlos.—dijo Dumbledore con preocupación.

—¡Hagan paso a la Reina Eva!—exclamó Lucius.

Las miradas de todos giraron hacia Eva, quien rapidamente camino entre todos, alzó su varita y señalo el punto medio del rayo dorado que conectaba la varita de su esposo con el de la otra muchacha.

—¡Confringo!

La explosión fue grande y provoco que tanto Tom como Jade cayeran al suelo de golpe. Rapidamente Theodore Sr corrió a ayudar a Tom, mientras que Theodore Jr fue con Jade y la ayudo a levantarse.

—¿Qué mierda haces aquí?—pregunto Jade sobándose la cabeza.

Antes de que Theodore pudiera responder, el collar de Jade se alzó en el aire, aun agarrado a su cuello, vibrando en el aire y parecía ser rodeado por una aura plateada. De pronto, frente a ella apareció la reina Eva, quien aunque vestía un largo vestido negro de mangas largas y tenía el cabello completamente recogido, Jade sintió que nunca había visto a nadie más cálida. 

Sin escuchar nada ni hacer caso a nadie, ambas mujeres se acercaron lentamente, mientras que los demás observaban la escena sorprendidos y confundidos. Entonces, cuando ambas mujeres estuvieron a escasos centímetros la una de la otra, ambos collares que flotaban, se embonaron entre sí.

Dos hermosos collares: el primero tenía un dije en forma circular con un espacio vacío en medio en forma de corazón; el segundo tenía un dije de piedra jade en forma de corazón, la cual llenaba el vacío del corazón del primer dije.

En cuanto ambos collares se embonaron entre sí, Eva soltó una sonrisa entre lagrimas y aquel prado seco y curtido en el que estaban rapidamente cambió a uno lleno de flores.

—Podría reconocerte en cualquier lado...hija—dijo Eva con una sonrisa y abrazo a Jade entre sus brazos.

Y el shock inundo al resto de los presentes. 



Enemy [Remus Lupin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora