- Todos! al porton principal!. Gritaba uno de los guardias, se dirijia a los mercenarios elfos y enanos, y tambien a Arnor. Este sin decir nada comenzo a correr en direccion a la hubicacion designada. Al llegar se encontro a nada mas que niños aterrados posicionados en la puerta. Apenas tendrian dieciocho años cada uno, y su equipamiento distaba mucho de ser tan bueno como el de la guardia. Segundos despues llegaron los elfos y por ultimo los enanos. Estos se habian retrasado colocandose sus armaduras y armas. Los elfos en cambio llevaban ligeras y finas armaduras, de metales brillantes y preciosos. Ligeros y resistentes, del color de la plata y el oro. Muchos de ellos debajo de sus capas y capuchas llevaban ya colocados sus yelmos. Las armaduras tenian un diseño de metal trenzado en el pecho, como si de madera se tratase, lo cual daba un aspecto del todo hermoso. Los enanos en cambio estaban ataviados con pesadas armaduras completas de hierro enano forjado, acero y mithril. Del color de la roca y el metal estas armaduras le daban un aspecto de enorme resistencia a sus usuarios, parecian humanoides de metal de metro cincuenta de alto, en vez de enanos. Para sorpresa de Arnor no todos eran soldados entre los enanos. Uno de ellos aun ataviado de metal se le podia distinguir dos tiras de tela blanca rodeando su cuello, y en su escudo una cruz roja acompañada por un leon dorado sobre un fondo blanco era lo que adornaba su escudo. Era un clerigo. Uno de los elfos le miro y le dijo
-Enano espero que sepas usar esos milagros tuyos curativos. Creo que los necesitaremos.
-Descuida elfito, no me llaman Tagrok Muro de Vida por nada.
Este miro a los elfos y agrego
-Bonita armadura elfo.
-Mirala pero no la toques, es una armadura de acero Estelor.
-Estelor?
-Un metal ligero y resistente con el que los enanos no podriais ni soñar.
-ligero eeeee? si, Angron!!! fijate!!! al final el elfito va a tener razon, si que vamos a necesitar de mis milagros, jajajajajajajj!!!!
Todos los enanos se echaron a reir a carcajadas, algo que constrastaba enormemente con la tension que habia alrededor.
-Quereis callaros de una puta vez?! dijo Arnor ya harto de las estupideces que soltaban los mercenarios. Despues se fijo en los pobres "niños-guardia" que tenia delante y en sus pobres protecciones.
-Vosotros, muchachos, se dirijia Arnor a los guardias. -Colocaos en las lineas de retaguardia, dejad lo duro de verdad a los soldados experimentados.
Aunque a muchos se les dibujo una cara de alivio alguno de ellos animados por un estupido sentido del honor le contestaron.
-Pero señor, somos guardias de la region, nuestro deber es proteger esta aldea.
-Si no haceis lo que os digo en los primeros momentos de combate os convertireis en guardias muertos, y no sereis de ninguna utilidad. Haced lo que os digo, poneos en retaguardia.
Los guardias obedecieron y se colocaron detras y en los flancos, con las lanzas en ristre y las ballestas apuntando a la puerta. Delante de ellos se encontraban los veinte elfos, diez armados con sus mortiferos arcos de abeto y ebano, y los otros diez hacian gala de unas largas espadas de cristalino acero, tan pulidas, brillantes y afiladas que reflejaban lo que tenian delante como un espejo. Los enanos estaban armados con sendos y gruesos escudos de metal. Negros y grises como las armaduras de sus dueños, hachas, espadas, y martillos a dos manos de color rojo eras sus armas. Ninguno llevaba armas a distancia, no les gustaba pelear a distancia, y si tenian que hacerlo preferian usar atronadores trabucos y armas de polvora y fuego. Delante de todos ellos y ataviado con su tetrica y gotica armadura se encontraba Arnor argarrando su corrupta espada con las dos manos. Con el yelmo colocado hacia rato y la capucha de escamas echada sobre este.
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Sanguinario
FantasyLa desolación y el nada que perder puede convertir a un simple humano en una maquina asesina aterradora