Epílogo - Emily

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¿Qué es estar enamorada?

Algo que siempre creí saber. Soy una fiel amante de las historias, reales y ficticias. Durante mi niñez, creía que estar enamorada era aquello que mágicamente ocurría cuando un príncipe te rescataba de tu prisión particular, cualquiera que esa fuera. Como yo siempre me he sentido respetada y querida, asumía que mi 'salvación' sería darme una vida lejos de mi hogar, no porque lo ansiara, sino porque sería el cambio obvio en mi vida, aquel que cambiaría mi rutina por completo.

Una vez la adolescencia se iba abriendo paso, esas tonterías se me quitaron de la cabeza. Yo no quería un príncipe, ni salir de mi ciudad natal supuso una revolución en mí.

Bueno, ahí estoy mintiendo.

El traslado a Townsville suponía una aventura para mí, y ahí descubrí que podía realizarla sin estar enamorada. Ahí conocí a Luke, y mi concepto del amor comenzó a cambiar.

Aprendí lo que era querer, querer de verdad a alguien que no era de mi familia. Ni siquiera era un simple amigo, porque, digan lo que digan, los amigos no se besan. No de la manera en que nosotros lo hacíamos, al menos. Esas ganas de devorar la boca del otro, de estar a cada segundo con esa persona, de sentir que harías cualquier cosa por ella... Eso, entendí entonces, es estar enamorada.

Pero, de nuevo, estaba equivocada. Eso es querer. Querer muy intensamente, sí, pero por entonces no estaba tan colada por Luke como lo estoy ahora. Por aquel entonces, creía en ese famoso dicho de que quien bien te quiere, te hará llorar. Si lo tomamos como que quienes te quieren de verdad te dirán las verdades aunque duelan, entonces, sí, es cierto. Pero una persona que te quiere bien, de manera sana, no hace nada que sabe que te hará daño. Cuando Luke y yo nos separamos ―y digo separamos por no recalcar el hecho de que me abandonó sin previo aviso― no quería saber nada de él. Quería que sufriera, que llegara el día en que me echara de menos y se viera solo.

Eso no es amor. Eso es rabia. Despecho. Y estar enamorada bajo ningún concepto es eso.

―¿Debería preocuparme que lleves tanto tiempo mirando al horizonte sin apenas moverte? ―pregunta mi amor, sobresaltándome en exceso.

―Dios mío, Luke, ¡me has asustado! ―reclamo poniendo una mano sobre mi pecho, como si eso pudiera ralentizar los latidos de mi corazón.

―Perdona, nena ―ríe suavemente―, sólo quería compartir tu momento de paz.

Le miro cálidamente. Adoro ver su cara por las mañanas, pero, más aún, adoro estar formando una familia con él.

―Te amo, Luke. Compartiría contigo todos los momentos que quisieras.

Luke me brinda una de sus perfectas sonrisas antes de besar mi frente. Adoro que haga eso.

―Yo te amo más, Ems.

No lo creo, pero sonrío igualmente, porque eso es lo que él consigue siempre. Hacerme feliz.

―Tenéis que poner las noticias ―nos avisa Ashton acompañándose de un portazo. No me acostumbro a que tenga llaves de nuestro piso.

A pesar de la intención de Luke de vivir conmigo en Australia, eso tan solo nos duró un par de meses. Y ya es más tiempo del que pensé que estaríamos bien.

El trabajo de Luke se reanudó poco después de "mudarnos" juntos. A pesar de tener un mini estudio en nuestro hogar ―el piso en el que estaba viviendo él en Townsville―, los viajes a Los Ángeles seguían siendo frecuentes, ya que todo su equipo estaba allí. Los chicos estaban allí. No era justo que tantas personas se desplazaran continuamente por Luke, era lo lógico que fuera él quien viajara.

Nunca protestó, y se lo agradezco profundamente. Él quería que yo tuviera la vida que siempre quise, en mi país natal. Pero mis prioridades habían cambiado.

Eso es estar enamorada. Lo amo con todo mi corazón, y, por eso, quiero su bienestar. No era sano a nivel físico ni mental para él hacer varios viajes a la semana.

Por eso, un día lo confronté y le dije que eso tenía que acabar, que su bienestar era más importante que mi capricho de vivir en Townsville.

Así que, tras un breve desacuerdo en el que ambos queríamos vivir donde era mejor para el otro, acabé ganando yo. Y aquí estamos.

Tampoco es que esté viviendo en L.A. por él, yo quiero estar aquí. Aquí, en China o en Turquía. Donde sea que esté él.

Puedo ser guía turística en cualquier parte del mundo, pero Luke sólo puede hacer la música que quiere con su equipo, y su equipo está en el estado de California.

―Dime una cosa, Emily ―llama mi atención Ashton mientras nos acomodamos en el sofá―. ¿Te arrepientes? ―pregunta apuntando al televisor.

En pantalla estaban David y Teresa, a quienes estaban juzgando en estos momentos por extorsión y suministración inconsciente de estupefacientes a varios personajes famosos.

Sí, la responsable del chivatazo fui yo.

Tenía pruebas muy comprometedoras de ambos que preferí no sacar a la luz, pero, al mudarme aquí, continuaron intentando dinamitar nuestra relación. Y eso no lo iba a permitir.

Le pasé todo a Lucy y ella se encargó de hacer la denuncia. Y voilà. Se enfrentan a prisión y una multa no muy pequeña, que digamos. Es lo que tiene que sus delitos hayan sido hechos a personajes influyentes.

―No, Ash ―respondo con honestidad―, nunca me arrepentiré de proteger lo que me importa.


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―Aún me cuesta creer que esto sea real ―murmura Luke, quien me abraza por detrás mientras observamos las olas rompiendo en nuestros pies.

―¿El qué? ―pregunto.

―Tú. Yo. Juntos aquí, viviendo y compartiendo la vida juntos.

Me revuelvo entre sus brazos para quedar a escasos centímetros de su rostro, aunque algo más baja de lo que desearía.

―Cariño ―susurro de puntillas para que nuestros labios se rocen―, ya va siendo hora de que te lo creas, ¿no te parece?

Lo beso efímeramente, ya que no me deja profundizar el contacto.

―Mírame a los ojos, Emily ―pide y yo obedezco―. Mírame a los ojos y dime que no me lo estoy imaginando. Dime que me despertaré mañana y seguirás aquí.

Sonrío porque no tiene remedio. Es mucho más probable que me de la patada él a mí que yo a él.

―Escúchame bien, Luke ―digo mirándolo con tanta intensidad que temo quedarme ciega ante sus ojos―. Voy a estar a tu lado todas las mañanas, porque pienso estar contigo todo el tiempo que me permitas.

―Toda la vida, entonces.

―Toda la vida, amor.


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Y HASTA AQUÍ LA HISTORIAAAA.

Sé que muy poquita gente la está leyendo, así que te agradezco si has llegado hasta aquí.

Espero que Luke y Emily hayan conseguido ganarse un poquito de vuestro cariño.

Nos leemos en próximas historias.

¡Un abrazo!

Mírame A Los OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora