XXIII

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—En... mi... amigo... que dejé en Corea— inventé.

—¿Qué clase de amigo? Cualquiera podría enamorarse de un amigo— inquirió.

—Enamoramiento no, Niki— especifiqué de nuevo, Jay sólo se mantenía en silencio pero atento— Y es... un amigo, amm... cercano y...— me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira— y... a un amigo también le gusta, entonces...

—Tienes miedo de perder la amistad de tu amigo por haberte fijado en el mismo chico que él— completó Niki.

—¡Exacto!

—Bueno y, ¿quién se fijó primero en el chico?

—Él— musité con pesar.

—Pero tú ya te fuiste de Corea, ya no importa ¿o sí?— dijo Jay, quien había estado como una estatua hasta ahora.

—Eemm...— murmuré.

—Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amigo, en vez de especular tú solo las cosas y castigarte a ti mismo— interrumpió Niki— Digo, no era su novio y él no era tu mejor amigo— se encogió de hombros.

Me solté a reír y ambos me miraron. Si Riki supiera a quién me refería ni siquiera habría dicho lo último.

—¿Qué es gracioso?— preguntó Jay.

—Nada, sólo que... nada— manoteé con la mano restándole importancia.

—¡Mira, Jungwon!— me dijo Minho— ,Ese lugar no te parece ideal para una fotografía? —apuntó hacía un edificio a lado de un canal que se extendía magnífico por el este.

—Qué buen gusto tienes Niki— concordé—. Creo que le tomaré una.

Saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímido porque Niki aún mantenía su mano atada a la mía.

—Riki, creo que Jungwon necesita sus dos manos— farfulló Jay.

—Oh, cierto. Discúlpame— enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.

Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.

¿Un fiore per il ragazzo carino?— musitó alguien detrás de mí.

Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Jay mientras que Niki estaba distraído mirando las palomas.

Jay me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.

¿Quanto costa una?— preguntó.

Un euro — dijo la señora.

Dammi uno.

Ella le acercó la canasta y Jay escogió una rosa entre el puño y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda.

Ecco— le dió la moneda y le sonrió.

Grazie bel giovane— dijo la señora y luego me sonrió a mí para después alejarse e ir a ofrecerle sus flores a la demás gente.

No había aprendido aún italiano, pero al menos, ya estaba un poco más familiarizado con las palabras y pude entender la conversación entre HyunJin y la señora. Ella le había ofrecido una rosa, él le había comprado una. Simple. Seguro se la llevaría a Heeseung.

—Ten— pero me la ofreció a mí y me dejó en blanco.

—¿Qué?— musité torpe.

—Es para ti— dijo como si hubiera adivinado mi pensamiento anterior.

—Gracias— tomé la flor entre mis manos y sentí que el rubor corrió por mis mejillas pintándolas, así que desvié mi rostro y miré a Niki, quien aún seguía entretenido observando el centenar de palomas que volaban en el cielo y otras que caminaban por el suelo de la plaza.

Alcé mi cámara y tomé una fotografía de su perfil justo en el momento exacto en que las palomas volaron. Una fotografía maravillosa.

Niki me miró.

—Hey, pudiste haberme avisado— me dijo y yo reí.

—No, creo que saliste más lindo así.

Él se sonrojó de nuevo, y luego bajó la mirada percibiendo así la flor en mi mano.

—¿Y esa flor?— preguntó.

—Se la dí yo— dijo Jay con más orgullo del necesario.

—Rayos, entonces yo tengo que comprarte un ramo completo— bromeó.

—Lo haces parecer una competencia, Minho— dije queriendo seguirle la broma, pero lo cierto era que dos hermosos ángeles estaban cortejándome y el tono casual en mi voz no era muy espléndido.

—Claro que no es una competencia— dijo él— Yo no estoy compitiendo con nadie; Jay no es un jugador, él ya tiene dueño— bromeó Niki, palmeándole la espalda a Jay.

Jay sólo sonrió, pero a esa sonrisa le hacía falta... ¿alegría?

—Me haces sentir como un trofeo— dije haciendo un mohín.

Non un trofeo. Sei un bellissimo principe e mi piacerebbe essere il tuo cavaliere— musitó.

El rostro Jay se endureció y su ceño se frunció ante las palabras que Niki había pronunciado. ¿Pero qué había dicho?

Parla nella sua lingua— le farfulló Jay.

No, mi vergogno— musitó Riki.

Qual è il punto di flirtare con lui? non ti capisce— el rostro de Jay se volvía serio y su voz no tenía ese tono amable.

Perché so che gli piace l'accento italiano— Niki se encogió de hombros.

Non vedo il punto— Jay se cruzó de brazos y luego me miró.

No sabía cuál era mi expresión, pero hasta sentía un signo de interrogación dibujado por encima de mi cabeza. Odiaba no entender nada.

—Riki dice que eres una bello príncipe y que a él le gustaría ser tu Caballero— me dijo, pero parecía molesto.

Stai zitto!— protestó Niki a Jay, enrojeciendo por completo.

Miré a Niki enternecido.

—Qué lindo eres Niki. Gracias— dije, y él enrojeció más. Sin embargo, Jay permanecía de brazos cruzados y con rostro duro.

La fierecilla apareció de pronto, bailando de alegría porque creía que lo que Jay tenía eran celos y aunque no quisiera aceptarlo, a mí también me gustaba la idea.

La fierecilla apareció de pronto, bailando de alegría porque creía que lo que Jay tenía eran celos y aunque no quisiera aceptarlo, a mí también me gustaba la idea

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<3

Manual de lo Prohibido ── JaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora