XLIX

228 29 6
                                    


Y ahora allí, la imagen de ellos dos besándose, no se borraba de mi mente y la estaca tampoco de mi corazón; tenía que luchar contra ese recuerdo, ahogarlo en algún agujero de mi mente y así llevarlo al olvido; pero entre más luchaba más perdía y éstos se volvían más nítidos en mi cabeza.

Me dolía bastante y no entendía cómo es que tanto dolor podía caber en mi corazón; aun cuando éste ya no lo soportara, era algo que seguía acumulándose más y más cada vez hasta volver el corazón un órgano pesado y luego lo desplomaba hasta mis pies, dejando así sólo un espacio vacío en la cavidad de mi pecho. Y dolía, dolía bastante.

Había amanecido rogándole a Dios no toparme con Jay, afortunadamente casi medio día, él no había dado señal alguna de vida.

Decidí salir, así, si Jay me buscaba no me encontraría en el departamento. Apagué también mi celular, sólo por si acaso.

El aire fresco me pegó en la cara, mientras intentaba resguardar mis manos en los bolsillos de mi abrigo. Había empezado el mes de Diciembre y con él, el frío austral. Caminé por calles que ya conocía y llegué a lugares familiares en los que ya había estado antes degustando su comida. La tarde se pasó así, pero el dolor del día anterior aun estaba allí, en alguna parte de mi interior, esperando cualquier descuido mío para vencerme. La curiosidad me invadió de pronto al recordar a Heeseung, y en un intento de descifrar ese dilema, prendí mi móvil y marqué el número de Sunghoon.

—¿Jungwon?

—Sunghoon, hola— musité—. ¿Tienes tiempo para hablar?

—Claro, ¿qué pasa?

—Es lo que yo quiero saber, Sunghoon. Pasa algo con Heeseung, yo lo sé. Lo escuché el otro día hablando contigo en la madrugada— confesé.

—Oh...— hubo un silencio después de su exclamación. Los silencios así nunca son buenos.

—¿Sunghoon? Sí sabes algo, dímelo, por favor— supliqué.

—Está preocupado— dijo con voz ronca.

—¿Preocupado de qué?

—Jungwon, él no es tonto. Los cambios en la actitud de Jay lo lastiman.

—¿Qué quieres decir?— pregunté, estaba al borde de caer en la confusión.

—Que él se da cuenta de que Jay ya no es el mismo. De que su cariño parece acabarse y pertenecerle a alguien más.

Abrí los ojos como platos.

—¿Alguien más?— tragué saliva.

—Jay te presta más atención que a su mismo novio, Jungwon. Eso es muy obvio— dijo con voz severa.

—Pero...— no daba crédito a lo que mis oídos escuchaban, aun cuando ya me lo imaginaba—. Yo no...— balbuceé

—Escucha, Jungwon. Sé que eres una buena persona, sé que serías incapaz de dañar a tu mejor amigo, y conozco también a Jay, él jamás dañaría intencionalmente a una persona. Pero juntos, parece que se les olvida eso— me reprendió.

—Pero yo no...

—Sólo te pido que no lo dañes— me interrumpió— Él se fue porque le aseguré que no era nada malo, que Jay tenía momentos así y le convencí de que ese viaje le relajaría, le dije que no pensara en eso.

—¿No le dijiste que...?

—Por supuesto que no. Pero te suplico, que no hagan daño, la última vez fueron muy obvios.

—¿La última vez?

—El domingo, Heeseung me dijo que los vio bailando y eso derramó las especulaciones que él mismo se estaba negando en formar. Él asegura que Jay parecía más feliz bailando contigo que... con él.

—¿Qué... qué le dijiste?— pregunté con el corazón en pedazos.

—Que estaba loco. Pero ten en cuenta lo que te dije a ti, Jungwon. ¿Qué vale más? ¿Una amistad de casi toda la vida ó un amor prohibido?

Guardé silencio, la respuesta era muy obvia. Heeseung era como mi hermano.

—Tengo que colgar— me avisó—. Espero que no hagas nada malo o dejes que suceda algo así.

—Gracias, Sunghoon.

—No se supone que debía de habértelo dicho, pero Heeseung me...— se quedó en silencio.

—Lo entiendo, gracias— repetí con el hilo de voz que apenas y me salía.

Colgué la llamada y al instante, me percaté de que tenía una perdida. Era de Jay. El corazón me rogó adolorido que lo ayudara. Sufría, sufría bastante. Apagué el móvil antes de que una llamada volviera a entrar y lo escondí al final de mi bolsa.

Esto estaba muy mal y era una carga que no podía soportar. Caminé queriendo perderme, deseaba tontamente que mis pies se despegaran del cemento y me llevaran volando hasta otro planeta, desaparecer no sólo de Venecia... ¡De la faz de la Tierra!

Sólo diré que desde aquí, prepárense porque cualquier cosa podría suceder

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sólo diré que desde aquí, prepárense porque cualquier cosa podría suceder.

¿Que tal el capitulo? Y que creen ustedes... ¿Qué vale más? ¿Una amistad de casi toda la vida ó un amor prohibido?

Los tqm. Gracias por leer.

<3


Manual de lo Prohibido ── JaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora