LXII

141 17 0
                                    

Maratón 2/4

Entonces me dediqué a escuchar la canción, había algo que me llamaba, como la primera vez. Algo en aquellas palabras que salían de la boca de Choi Soobin, que decían mi nombre.

Me quedé quieto, mudo. Todos mis sentidos se centraban ahora en aquella melodía, en la letra, en pensar que... él la había escrito pensando en... mí.

Las piernas se me tambalearon y me sentí débil. Eran las palabras del hombre que yo amaba, eran los sentimientos que yo jamás había reconocido. Pero... ¿y si no era cómo yo creía? ¿Si aquella canción no hablaba de mí si no... de Heeseung?

Los pensamientos comenzaron a chocar entre sí en mi cabeza, provocando un completo caos en ella. Las referencias eran bastante claras, y estaba seguro que esa canción hablaba de mí; pero ahora, las dudas comenzaron a atormentarme cruelmente, ¿Estaría él pensando en mí? ¿Me extrañaría? ¿Me amaba?

Deseé llevarme las manos a la cabeza para intentar acallar las voces en mi mente, pero sólo me limité a quedarme inmóvil. Había algo en esa canción que gritaba mi nombre, estaba seguro. Pero no quería parecer tonto y hacerme absurdas ilusiones aún teniendo el corazón roto y el dolor abismal en mi pecho.

Sentí mis ojos humedecerse, al menos esa canción me describía también.

Deseaba tener la respuesta, tener alguna especie de poder o magia que me mostrara lo que yo quería saber. Me sentí... como si aún viviera en Venecia y él... estuviera a lado mío.

La cabeza comenzó a darme vueltas, pidiéndome la razón que, ya no la hiciera escuchar; pero el corazón, batiendo adolorido contra mi pecho, me rogaba que lo dejara seguir allí, que aún sintiendo dolor, le gustaban los recuerdos.

Yo no sabía a quién obedecer, ambos eran tan fuertes y yo tan débil, pero entonces, algo se removió dentro de mí. La fierecilla que llegué a pensar que ya no existía, se movía con cautela en mi interior, escuchando atenta cada palabra en esa canción y ya no pude luchar contra ella, se había vuelto igual de vulnerable como yo, pero esa era la cuestión, ambos lo éramos y ninguno de los dos teníamos la fuerza suficiente para ganarle al otro.

Simplemente me quedé allí, escuchando, inmóvil, hasta que sentí que una lágrima cayó por mi ojo y resbaló por mi mejilla.

Al menos me alegraba una cosa, su sueño se había cumplido; sus canciones habían sido tocadas por un artista; al menos él era feliz, ¿no? Aún cuando la canción sonara triste, pero... es sólo una canción, escrita ya hace tiempo, estaba seguro. De pronto me embargó la curiosidad, ¿Dónde estará él? ¿Y Heeseung? ¿Seguirán juntos? Entonces dejé escapar otro par de lágrimas.

Aquella canción era lo único que me hablaba de Jongseong no estaba seguro de qué me decía. No supe a qué hora llegó Jake y se situó a mi lado. Me miró.

—¿Cuántas fotos has tomado?— me preguntó pero no respondí. Entonces me miró de verdad y notó el rastro húmedo que habían dejado las lágrimas— ¿Qué tienes?— inquirió visiblemente preocupado.

—Es su canción— musité sin apartar la vista del artista sobre el escenario.

—¿Su canción?— repitió sin comprender.

Desde el día en que llegué y le conté a Jake todo, no había mencionado nada relativo a la historia de Jay y Heeseung, aunque la llevara conmigo día y noche, impregnada en mi piel y no se lograra salir de mi cabeza.

—Él escribe canciones— farfullé— Es compositor— lo dí por hecho— Y esa es su canción.

—¿Se la escuchaste tocar alguna vez?— ¿Acaso Jakr creía que no era verdad?

—Mira la pantalla— dije— El nombre del autor— especifiqué.

Jake lo hizo, justo se estaba terminando la canción

—¿Jongseong?— Preguntó sin entender, luego de un corto silencio abrió los ojos y me miró— ¡Jongseong!— soltó acordándose.

—Quiero irme— dije dándome la vuelta.

—Claro, entiendo— por eso Jake me caía tan bien, no hacía más preguntas después de que veía que ya no obtendría respuestas—. Llévate mi camioneta— sacó las llaves de su bolsillo y me las ofreció.

—Pero tú...

—Yo mañana paso por ella— me aseguró— Mañana nos tenemos que reunir para seleccionar las fotos que presentaremos a la revista. Anda, llévatela— insistió.

—Debo de conseguir un auto, ¿no?— suspiré y tome las llaves.

—No estaría mal, pero ya. Mañana nos vemos.

—Hasta mañana.

Salí de ese lugar apenas pude, trataba de contener las lágrimas después de la charla poco casual que había tenido con Jake. Subí a su intimidante camioneta plateada y luego encendí el motor, haciéndolo rugir bajo de mí. Conduje hasta casa, ignorando las ganas de llorar que me embargaban pero era casi imposible.

Se trataba de Jay. Bueno, todo en mi mundo se trataba de Jay, pero esta vez había sido directo en la realidad, fuera del mundo en mi cabeza. Quise bloquear los pensamientos en ella, que si era para Heeseung, que si era para mí; porque todo eso sólo me provocaba un dolor infinito, por que, ¿qué posibilidades habría si fuera mi canción? Jay me extrañaría, pero ya había pasado un mes desde que me fui de Venecia y ya me habría venido a buscar si es que... me amaba.

Entonces todas las ideas que giraban entorno a esa, se desbarataron en mi cabeza. No era mi canción. Era para Heeseung, pero si se trataba de Heeseung ¿por qué mencionaba la lente de la camara y todas esas referencias?

Giré el volante hacía la derecha, haciendo rodar las llantas de la camioneta en esa dirección.

Giré el volante hacía la derecha, haciendo rodar las llantas de la camioneta en esa dirección

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Manual de lo Prohibido ── JaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora