XV

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Un chico se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos.

Su piel lechosa mostraba el rubor naturalmente esparcido en sus mejillas por su joven rostro y el color caramelo de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, alisado y negro, estaba ligeramente despeinado. Me sonrió.

—Hola— dijo amable.

—Amm... hola.

—¿Hablas coreano verdad?— preguntó.

Asentí con la cabeza sólo una vez.

—Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte?— me regaló una extensa sonrisa que hizo a sus brillantes ojitos desaparecer, lleno de amabilidad.

—Bueno yo... —tartamudeé— quería, quiero— corregí— revelar algunas fotos — dije.

—Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado— hizo un mohín.

—Claro— reí.

Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido pero aún podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.

—Eres coreano, ¿verdad?— dijo.

—Emm... sí— intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo—. ¿También tú?

—No, pero me encanta el continente asiático, sobretodo la cultura de tu país. ¿De dónde vienes?

—Seúl.

—¿En serio?— saltó de pronto del lado contrario al que se había metido y me hizo pegar un brinco.

—Sí— balbuceé.

—¡Qué emoción! Siempre he querido ir a Asía, pero aun me falta mucho por vivir aquí así que...—Se encogió de hombros—. Me llamo Sunwoo, nombre coreano, ya lo sé —parloteó poniendo los ojos en blanco— pero a mis padres también les gusta todo lo relacionado con Asia— me extendió la mano.

—Un gusto enorme, Sunwoo. Soy Jungwon.

—¡Qué bonito nombre, Jungwonie! Me encanta. Oh! y puedes llamarme Sunoo— dijo sonriente e hizo que me riera halagado.

—Gracias, Sunoo.

Aquel lindo chico hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómodo y familiarizado, Heeseung era casi igual.

—¿Quién es el chico lindo de las fotografías?— me preguntó mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado— ¿Un modelo?

—No— reí—. Es el novio de mi mejor amigo.

—¿Y lo tomaste como modelo?

—No exactamente— musité.

—Pues, sale en la mayoría de las fotografías— alzó sus cejas con gesto de acusación—. Y es muy guapo, déjame decirte.

—¿Insinúas algo?— entrecerré mis ojos en él.

—No. Para nada— negó con su cabeza rápidamente e hizo que me riera.

—Fue accidental que mi lente captara su rostro, nada más— expliqué.

—Está bien, está bien. Yo no dije nada. Pero ¿por qué no sale tu amigo?— acusó indirectamente.

—Porque ese día sólo íbamos él y yo— murmuré y sus ojos grandes y acusadores se posaron sobre mí, con cierta expresión de emoción.

Manual de lo Prohibido ── JaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora