La ambulancia era conducida a una gran velocidad, sin importar los semaforos en rojo, los coches frente a ella, nada era un obstaculo para poder llegar lo antes posible y salvarle la vida al pobre chico.
-¡Tiene 40 de fiebre! ¡Más rápido!-gritaba con desespero el enfermero que atendía al joven sobre la camilla.
-Pequeño, no cierres tus ojos, escuchame, sigue mi dedo ¿si? mantente despierto.-decía la enfermera acariciando la cabellera rubia del menor mientras daba pequeños circulos con su dedo para mantenerlo despierto.
-Tengo mucho sueño...-musitaba el joven chico.
-Lo se pero intenta mantenerte despierto.-sonreía levemente la aprendiz de enfermera.
Daba lastima ver a un pobre niño en ese estado, el corazón de los enfermeros se rompía en mil pedazos al ver como la vida de aquel chico se les iba de las manos.
-¡Lo perdemos! ¡Repito lo perdemos!-Gritaba histericamente la mujer al ver como el menor cerraba por completo sus ojos y su pulso bajaba.
-¿¡Qué ocurre ahí atrás?!-preguntaba el conductor nervioso.
-¡Su pulso es leve, lo estamos perdiendo! ¡Pisa el puto acelarador de una maldita vez, este niño no puede morir!-gritaba con enfado el enfermero al conductor.
En menos de 2 minutos habían llegado al Hospital, superando los límites de velocidad y acosionando un par de golpes al vehículo.
Al llegar a urgencias 3 enfermeros y una doctora los estaban esperando en la entrada, bajaron con rapidez al joven chico de la camilla mientras le insertaban suero y trataban de que su pulso volviera a la normalidad.
-¿Qué le ha ocurrido? ¿Quién es?-dijo la doctora mientras corría por los pasillos con el chico en la camilla.
-Gustabo García, ha ingerido 36 pastillas de diazepam. Contiene varias autolesiones en sus manos y piernas. Ha estado perdiendo sangre pero lo más importante son los medicamentos, ha conseguido que su fiebre suba a 40. Lo vamos a perder si no actuamos ya.-decía rapidamente agitada la enfermera mientras corría detrás del chico.
-Hay que hacerle un lavado de estomago de inmediato, ¡llevadlo a medicina interna! ¡Deprisa!
Las horas habían pasado, el niño descansaba placidamente sobre la cama del hospital. Había sido una noche dura, tanto para su pequeño cuerpo como para los enfermeros y doctores que salvaron su vida.
-¿Cuántos años tiene?-pregunto la doctora mientras veía por la ventana del cuarto al paciente.
-Tiene tan solo 13 años.-contesto con tristeza.
"13 años"-se repitió en su mente la doctora al escuchar la edad.
-Es demasiado pequeño.
-Lo peor de todo es que no es la primera vez.
-¿A qué te refieres?
-No es la primera vez que intenta suicidarse, la primera fue con 11 años y la última fue hace apenas 3 meses.
La doctora miraba apenada al niño que dormía profudamente debido a los efectos de los tranquilizantes que ingerio. Le rompía el corazón ver a un niño tan pequeño sufrir de esa manera y ver como estuvo a punto de lograr su cometido, morir.
-Cuanto habrá sufrido ese pobre chico para que quiera morir.-dijo finalmente la doctora.
-No me lo quiero imaginar.
-Llama a la psicóloga, debe de recibir ayuda profesional de inmediato. Es muy joven para morir y sufrir.-ordenó la doctora.
-Enseguida.
Ambas se fueron de ahí con una horrible sensación en su pecho de pensar como la vida de un niño estuvo apunto de escaparse de sus manos.
Pero por suerte o quizas por un milagro de Dios el pequeño rubio había conseguido sobrevivir.
-Bien, dime, ¿cómo te encuentras?-preguntaba amablemente la psicóloga mientras se sentaba en la camilla.
El menor rapidamente se alejo arrinconandose en una esquina de la cama con miedo.
-Eh, tranquilo, yo no te haré nada. Me llamo Elaia, ¿cuál es tu nombre pequeño?-le mostró una sonrisa dulce.
No hubo respuesta, el niño frente a ella tan solo la miraba desconfiado y dudoso hasta que finalmente decidió hablar.
-Gustabo, Gustabo García.-respondio aún con desconfianza.
-Bien, Gustabo. Yo soy la psicóloga del hospital y la que te atendera hasta que te den el alta.
-¿Y cuándo me den el alta que pasara? ¿Qué pasara conmigo?
-Primero haré un informe evaluandote, tanto a ti como a tu salud mental y física. Una vez lo tenga listo te enviaré con otro compañero mío.
Gustabo tan solo la miraba curioso y extrañado, pero la desconfianza seguía ahí, en sus ojos. Aún así se había sentando en el centro de la cama, ya no estaba aparatado.
-Puedes confiar en mi, no le dire a nadie lo que hablemos, tampoco te hare daño.
Otro silencio hubo como respuesta del parte del rubio.
-Cuentame que te pasa Gustabo, por qué lo hiciste.-le pregunto dulcemente.
-Tómate el tiempo que desees cariño, estaré aquí el tiempo que necesites, yo te escuchare, no te juzgare.-volvió a hablar la psicóloga.
Un suspiro se escucho salir de los labios del menor.
-Esta bien, te lo contaré todo...
"O tal vez no, tal vez no todo."-pensó Gustabo mientras veía a la psicóloga sonreirle.
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Psychiatrist- Jackstabo
FanficLa locura y el amor nunca es una buena combinación. Mucho menos cuando no estas en tus cabales. Pero, ¿que podría salir mal?