Chapter Twelve.

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Ni si quiera noto el golpe que se dio al chocar contra el pavimento. No sentía ningun tipo de dolor y sus oídos omitian cualquier tipo de ruido que no proviniera de su cabeza la cual solo le mostraba flashbacks de su pasado los cuales pensaba que ya tenía olvidados y superados.

Sus ojos se empezaron a llenar de lagrimas y su vista se volvía cada vez más borrosa a medida que los recuerdos pasaban por su mente a una velocidad torturadora. Solo quería que todo acabara, lo único que quería era no haber respondido esa llamada.

Quería olvidarlo todo.

Y no fue hasta ese preciso momento cuando noto unas cálidas manos rodear su rostro y limpiar con sumo cuidado las lagrimas que caían de sus ojos y llegaban hasta sus rosadas mejillas. No fue hasta ese momento cuando alzaron su rostro con cuidado para que sus ojos zafiro se encontraran con unos  hermosos ojos café.

-Tranquilo, tranquilo. Estoy aquí Gustabo, todo estará bien.

Le hablaba en un tono tan tranquilo y suave que estaba logrando relajar a Gustabo, su voz se había suavizado demasiado y sonaba tan reconfortante.

-Respira a la par que yo, ¿esta bien? Inhala y exhala, con cuidado. No apartes la mirada, sigue mirando mis ojos, todo ira bien.- le hablo suave y bajo.

Conway se encontraba arrodillado en mitad de la acera después de haber empujado a Gustabo evitando ser atropellado por un coche que iba a toda velocidad y no vio al rubio el cual se había quedado paralizado en mitad de la calle.

Con cuidado cogió la mano del menor y la coloco en su pecho para que pudiera notar sus tranquilos latidos y así lograr que la respiración y el pulso cardiaco volvieran a su normalidad ya que el rubio no paraba de hiperventilar con fuerza.

Tras unos minutos Gustabo logro calmarse un poco y pudo volver a recobrar la conciencia y apartar todos esos indeseados recuerdos de su mente. Fue entonces cuando se dio cuenta que la persona que estaba frente suyo era Conway, su psiquíatra.

Aunque esto le trajera consecuencias en un futuro necesitaba hacerlo para sentirse mejor. Lo abrazo en busca del confort que el mayor le había atorgado pocos minutos atrás, el cual le correspondió el abrazo con calidez mientras sus manos daban pequeñas caricias para poder reconfortarlo.

-¿Te encuentras mejor, Gustabo?- seguía manteniendo su tono suave y bajo para no asustarlo.

Dicho esto rompio el abrazo sin separarse totalmente del menor, unicamente puso unos cuantos centimetros de distancia mientras que con una mano le acomodaba el rubio cabello desenredado y con la otra le limpiaba las lagrimas restantes de la cara.

Gustabo no emitio palabra, solo un leve asentimiento y un "ujum" fueron suficientes para Conway para tomar la mano del rubio para ayudarlo a levantarse.

-¿Puedes solo?

En otra ocasión hubiera podido solo pero ahora mismo se sentía tan frágil como una taza de porcelana o una flor machita. Se sentía tan débil y su cuerpo no paraba de temblar.

Agacho la cabeza en forma de negación la cual fue entendida al instante por el mayor el cual lo rodeo con sus brazos para ayudarlo a ponerse en pie y caminar.

-Te llevare a casa, ¿de acuerdo?

Gustabo estuvo a punto de asentir hasta que recordo que llegar a su casa en ese estado no podría traerle cosas buenas, por lo cual nego apresuradamente con la cabeza.

-¿No? Esta bien, sube al coche. No te dejaré ir solo en ese estado a ningún lado y si no quieres ir a tu casa tampoco te obligare. Iremos a la mía y en cuanto te encuentres mejor decidiras que hacer. ¿Te parece bien?

Algo dubitativo asintió siendo guiadado por Conway hacía su coche.

En todo el  camino Gustabo guardo silencio y él respeto su decisión por lo cual puso una suave melodía en el coche para ayudar al rubio.

-Bien, hemos llegado. Espera aquí, no te muevas por favor.

El azabache bajo apresuradamente del vehículo negro y cogió las llaves para dirigirse hacía la puerta del portal y abrirla. Fue corriendo hacíá el coche y se posiciono en la puerta del copiloto en el cual le esperaba sentado un Gustabo con la mirada perdida y unos ojos vacíos sin ningún tipo de emoción.

Con cuidado saco a Gustabo del coche y en un abrir y cerrar de ojos se encontraba sentado en el sofa de su casa. Al estar tan perdido y absorto en sus pensamiento no se percato de como había llegado a la casa de Conway ni mucho menos de como había entrado ya que sus piernas no respondían desde hace una hora.

-Conway.

Su voz sonaba vacía y sin vida, su tono era tan bajo e inaudible que aún no sabe como fue capaz de escucharlo.

-¿Si?

-Gracias.-dijo mientras se giraba para ver el rostro de Conway.

Fue entonces cuando un pinchazo atreveso el pecho o tal vez el corazón de Jack al ver al pequeño Gustabo con sus ojos rojos e hinchados indicando que volvería a llorar y su voz sonaba como un ligero hilo de sonido.

Se apresuro a sentarse al lado del rubio y abrazarlo con fuerza mientras este lloraba en su hombro desconsoladamente como un niño.

Las pequeñas caricias en su espalda y cabello, acompañadas con las palabras de apoyo que soltaba Jack para calmar a Gustabo estaban siendo suficientes para ayudar al menor.

Así pasaron las siguientes dos horas. Jack abrazando a Gustabo sin apartarse ni soltarlo ni un solo segundo brindandole el confort que tanto necesitaba a la par que este dejaba escapar todo el dolor que llevaba años lidiando.

Porque si, este ya no era Conway. Era Jack, ese Jack que muy pocas personas conocían y que había dejado ver a Gustabo.


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Psychiatrist- JackstaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora