Capítulo 10

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Verano es una de mis estaciones favoritas y creo que no me había dado cuenta de que tanto, hasta ahora. Representa diversión, colores, mucho mucho helado, pijamadas con tus mejores amigas y caminatas románticas bajo el cielo estrellado con Will. No hay espacio para las preocupaciones y por un breve instante puedes sentir que todo es justo como debería de ser.

Después de nuestra salida, Charlie y yo nos hemos vuelto muy unidas. Conforme más hablamos, más nos damos cuenta todo lo que tenemos en común; el gusto por el café, la idea de ser veganas, el minimalismo, salvar al mundo y el orden de las cosas, inclusive comenzamos a ver la serie de Marie kondo los domingos después de yoga.

Probamos nuestras habilidades culinarias para acompañar la serie y por supuesto fracasamos intentando una receta de "boneless" de coliflor. La pizza vegana de la semana anterior no estuvo tan mal.

En algunas de nuestras salidas por café, en las que hablábamos de todo, tocamos el tema de porque la mente masculina era tan diferente a la nuestra y por qué le costaba tanto trabajo a los hombres decir lo que sienten.

– Will parece que un día está muy enamorado de mí, me da a entender que quiere formalizar las cosas, me envía flores, pasa por mi al trabajo y después desaparece.

– ¿Le has preguntado a dónde van?– Preguntó Charlie, ella no tiene pelos en la lengua y va directo al grano, es todo un ejemplo a seguir.

– ¡Eso es justo lo que no quiero hacer! He visto cientos de videos y tips en internet de que es la pregunta que arruina todo. Además, algo que me mantiene con esperanza es que aún no me ha dado ninguna pista del collar, muero por decirle que lo vi ese día, pero no quisiera arruinar su sorpresa sí lo está reservando para una ocasión especial.

Me prometí a mi misma que le iba a dar un par de semanas más a ver cómo fluían las cosas y si veía que definitivamente no estaba avanzando, hablaría con él.

Cambiamos de tema. A pesar de que no le conté todo lo que había pasado en el accidente, le di algunos detalles y que me puso a reflexionar sobre la vida, lo que quería hacer, aprender y disfrutar.

Se sorprendió cuando le dije que una de ellas era el patinaje sobre ruedas. Sin pensarlo dos veces, se levantó y me dijo "Hagámoslo"

Así que nos dirigimos a una pista de patinaje, de la que yo no tenía idea que existía y mientras torpemente intentaba mantenerme de pie, ella parecía volar a través de ella. no me sorprende.

El lugar al que me llevó tenía vibras retro en cada rincón. Al fondo estaba la pista, pero, todo el frente estaba lleno de juegos de arcade donde ganabas tickets que al final podías canjear por el grandísimo premio de una paleta, aún así valía la pena por la diversión.

La pista la iluminaban tonos rosas y morados neón, en el techo, colgaba una bola disco que dibujaba pequeños destellos en todo el lugar. Pasamos todo el día ahí

hasta que después de mucho esfuerzo y gracias a sus lecciones, podía ir en reversa y hacer un truco pequeño, levantando un pie -no necesitaba más-. Toda mi vida había envidiado a las personas a las que se les daba el patinaje, las sentía libres, como si pudieran flotar sobre la superficie en la que se encontrarán.

Claro que no era mi sueño convertirme en una patinadora profesional, pero ansiaba sentir aquello que sólo contemplaba "a través de la venta", así le digo a todas esas cosas que me gustaría hacer y sólo veo a otras personas haciéndolas en mis redes sociales, comparandome y pensando cómo sería, pero, sin tomar acción alguna.

Cuánto ha cambiado mi perspectiva ahora. Me pongo a pensar en cuántas personas están viendo a través de esa ventana, ahora mismo. Queriendo vivir la vida de alguien más, observar las cosas que les gustaría hacer en lugar de experimentar por ellos mismos.

Viaje a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora