Era viernes por la mañana, Alex acababa de llegar de Boston hace unas horas.
Al entrar por la puerta de casa de su abuela. La encontró muy diferente a la última vez.
Él había vivido ahí toda su infancia y parte de su adolescencia, pero por una oportunidad de trabajo de su padre cambiaron de residencia y no había visitado a su abuela desde entonces.
La veía más pequeña sin duda, pero cada rincón alberga un recuerdo en su memoria. Estaba ese rincón de la sala donde jugaba espadas con sus amigos, la isla de la cocina donde horneaba galletas con su abuela y toda la casa se inundaba de aquél aroma tan dulce e irresistible, y por supuesto, donde se encontraba el piano.
Desde pequeño le apasionaba todo lo que tuviera que ver con la música, después de insistir tanto, sus padres por fin decidieron comprarle un teclado portátil. Era tanta su pasión por las teclas, que por su cuenta inventaba melodías o creaba un estilo único a canciones que ya existían. Su abuela percibió esa chispa en sus ojos y ese brillo en su alma, así que con todos sus ahorros, para navidad decidió comprarle un piano de verdad. Más grande que él en aquél momento.
Sus ojos se abrieron como nunca antes al verlo por primera vez. De inmediato y sin pensarlo, se acercó a él para tocar Silent Night.
La noche era fría, las luces de navidad iluminaban toda la calle y dentro de esa casa, la calidez era inigualable. Su melodía lograba abrazar y acompañar hasta el más solitario de los corazones, bueno, casi todos.
Su padre no estaba muy contento con Nancy por haberle regalado ese piano a Alex, a pesar de que él reconocía su talento. Su lado rígido, frío y controlador que le habían dictado sus padres cuando él era pequeño, salía a relucir cada que Alex hablaba de la música.
"Eso no te va a dar de comer hijo", -Busca algo que en verdad te sirva, eran algunas de las frases que le decían. Hasta que un día, fue tanta la presión por parte de él, que tomaron un vuelo a Boston para que su hijo pudiera entrar a una de las mejores Universidades y estudiar una carrera que pudiera cumplir las expectativas de su padre.
Eso por supuesto ocasionó innumerables problemas entre los tres. Una de las razones por las que hoy se encontraba de regreso.
La última vez que Alex tocó un piano, fue en el funeral de su mejor amigo, que había fallecido en un accidente de coche. Desde entonces, decidió alejarse de la música para siempre, pues era muy doloroso.
Todos esos recuerdos inundaban la cabeza de Alex. Al regresar a la realidad se sintió un poco mareado. Fue a buscar un poco de agua y al acercarse al refrigerador, vio una nota que se encontraba en la puerta, decía:
"Alex,
Fui a visitar a tu abuelo, hoy era nuestro aniversario.
Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos y a pesar de todas las fotos que me has mandado (podrás encontrar algunas en la repisa de la sala) en mi mente, siempre ha estado ese niño al que le brillaron los ojos cuando descubrió la música.
Espero no me lo tomes a mal, pero no he visto ese brillo en mucho tiempo. Lo que más quisiera, es que en tu tiempo aquí, puedas encontrar ese sentimiento otra vez.
Si no sabes donde comenzar, ve a la casa de los Wright al final de la calle, tienen un molde mío. Con suerte, recibirás mucho más que eso.
Regresaré pronto, Nancy"
Confundido con esa última oración, dejó la nota sobre el estante, terminó su vaso de agua y salió por la puerta.
Lo que Alex no sabía, es que su abuela había visto ese brillo en sus ojos en dos ocasiones. La primera, cuando descubrió su pasión por el piano, la segunda... cuando conoció a Hailee esa noche de diciembre.
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Viaje a las estrellas
TeenfikceTras enterarse que su vida está por terminar, Hailee decide emprender un viaje a su interior en un intento de descifrar su propósito y lugar en este mundo. Para así poder disfrutar hasta el último segundo. El problema es ¿cómo encontrarlo?. Además d...