Vuelve La Magia

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Mientras estaba en casa de Laech, comiendo costillas y mirando "Pocoyó", me sentía un tanto nostálgica. Sé que es una serie para bebés, pero es entretenida. Laech, siempre buscando algo diferente, me preguntó:

—¿Quieres ver Shrek?

El nombre de la película hizo que una oleada de recuerdos me invadiera. Esa era la película que solía ver con Dylan. Mi corazón dio un vuelco de nervios.

—Ehh... mejor veamos otra cosa —respondí, incómoda.

Nos acomodamos en su cama, fumando mientras mirábamos Matilda. No soporto al señor que maltrataba a la pobre niña, y Laech no paraba de reírse de mi indignación.

—Tengo hambre —dije, evitando mirarlo.

—Vamos por algo de comer —respondió él, y pausó la película.

Bajamos a la cocina. Por suerte, los empleados de la casa solo estaban por las mañanas. Me hubiese muerto de la vergüenza si alguien me veía con la camiseta enorme de Laech y solo mis bragas. No llevaba sostén y eso solo aumentaba mi incomodidad.

—Veamos... —dijo Laech mientras revisaba la nevera—. Tenemos fruta, palomitas, sushi y un pedazo de hamburguesa.

—Palomitas —sonreí.

Laech caminó hacia la alacena, pero antes me dio una nalgada juguetona. Me sobresalté, y justo en ese momento, el timbre sonó. Volteé a verlo con los ojos muy abiertos.

—¿Es tu padre? —pregunté alarmada.

—Vuelve en un mes. Créeme, nunca llega antes —contestó, dirigiéndose a la puerta.

—¿Entonces quién es? —pregunté con nerviosismo.

—Seguramente es un paquete de Amazon —dijo casualmente, y me relajé. No quería que nadie me viera vestida tan ligera.

Pero Laech tardaba mucho, y la curiosidad comenzó a consumir mis pensamientos. Me acerqué al vestíbulo, solo para escuchar la voz de una mujer y la de un hombre.

—Estoy ocupado —decía Laech, con tono molesto—. No puedes pasar.

La puerta se abrió de golpe, y una chica pequeña, con falda de cuadros y tacones altos, entró como si fuera su casa. La seguía un tipo que reconocí: el mismo chico de cabello rosa que me había dado la droga la última vez. Mi cuerpo se tensó.

—¿En qué estás ocupado? —interrogó la chica, ignorando la resistencia de Laech.

—¿Te refieres a la chica de la fiesta? —soltó el chico de cabello rosa, riéndose—. Buena chica, por cierto.

Laech parecía realmente irritado, mientras la chica lo miraba con una mezcla de furia y celos.

—¿Es por ella que me has estado evitando? —preguntó, señalándome de arriba abajo. Me sentí vulnerable, atrapada en una situación incómoda.

—Roxan, tú y yo no somos nada —dijo Laech, ya cansado.

Pero ella no lo escuchó, avanzando hacia mí con pasos firmes. Intenté salir de la escena, pero era demasiado tarde.

—¿Quién eres? —preguntó, con tono agresivo.

—Issy —respondí, forzando una sonrisa—. Un placer.

La chica me miró con desdén, mientras el tipo de pelo rosa me observaba con ojos lascivos.

—¿Qué haces en la casa de mi novio? —preguntó Roxan, elevando la voz.

Sentí una incomodidad creciente en mi pecho. Sabía que Laech no era su novio, pero la situación me hacía sentir culpable de todas formas.

—Roxan, ya te lo dije. No somos novios —intervino Laech, ahora visiblemente molesto—. Y ya es hora de que te vayas.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora