Capítulo siete

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Surt no podía creer lo que estaba mirando, sabía que su hermano hacía cada tontería en su vida pero que terminara aceptando al torero que le desgració la vida era una situación que sus padres sin duda le reclamarían cuando se enteren

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Surt no podía creer lo que estaba mirando, sabía que su hermano hacía cada tontería en su vida pero que terminara aceptando al torero que le desgració la vida era una situación que sus padres sin duda le reclamarían cuando se enteren...

Quizá ya hasta lo sepan por medio de las noticias que corren en las redes sociales.

— ¡Estás demente Camus... Papá nos va a matar a los dos!

Sin embargo el francés no le dió mucha importancia a las palabras de su hermano mayor, no negaba que algunas veces tuvo el descaro de besar a quienes se le figuraba atractivo ante sus ojos y el hecho de besar a Fábregas era lo más normal.

Surt sacó su celular para darse cuenta que le había llegado un mensaje de su padre Andreas dónde le explicaba lo molesto que estaba por las acciones sin sentido de su hijo Camus.
También uno que otro sermón por no saber controlar a Camus y ahora era la sensación en ese país solo por ser el amante de un torero joven.

Aioros invitó a los reporteros y a las personas que se acercaban que se pasarán a retirar del lugar para darles un poco de privacidad.

— Ya fue mucho Camus, reacciona.

Surt tomó a su hermano del brazo para alejarlo de ese momento incómodo dónde poco les faltaba a los dos darse un buen beso francés frente a las cámaras.

— Aunque seas su hermano él aceptó seguir este juego para levantar mi reputación — El español lo tomó del brazo y de un movimiento lo colocó detrás de su espalda para evitar que nuevamente se lo arrebatara de sus brazos.

— ¡Camus debemos volver al hotel! Mamá y papá vienen en camino  — Respondió Surt tratando de hacer que su hermano entrara en razón.

— ¿Te parece si te alcanzo en un rato? Debo poner en orden ciertos puntos en claro con Shura.

El castaño desconocía totalmente a su amigo, jamás lo había visto ceder ante alguien ni mucho menos con esas actitudes de no querer soltar al francés.

— Más te vale que no demores en llegar al hotel, sabes cómo se pone papá cuando lo desobedecemos y ahora me has arrastrado a tus estupideces.

— No te lo quitaré mucho tiempo — Interrumpió tomando la mano del francés — Necesito hablar unos temas en privado con Camus y después lo llevo al hotel donde se están hospedando.

— Lo quiero tal y como está — Amenazó Surt mirando al joven torero señalandolo con el dedo — No quieras pasarte de listo con él.

En ese momento el hermano mayor de los Rize se dió la media vuelta para volver al hotel donde se habían hospedado.
Aioros dejó escapar una risilla traviesa y se acercó a su amigo para susurrarle.

— Debo admitir que me ganaste, te toca tener a ese hermoso francés.

Después de decirle esto le regaló un guiño a Camus quién se quedó asombrado, no negaba que el castaño era lindo pero se pasaba mucho de coqueto.

— Iremos a mi departamento para poder hablar en privado — Sugirió Shura al ver que Aioros y el hermano de Camus los dejaron totalmente solos.

— Solo no quieras hacer algo conmigo antes de tiempo.

Contestó el joven francés caminando a la par de Shura. Para fortuna de los dos cuando comenzaron a caminar el joven español le hizo la parada a un taxi para que los pudiera llevar a su destino.

En todo el trayecto Camus se sentía muy nervioso porqué el joven que venía manejando el taxi los miraba a través del retrovisor.
Sabía que ya eran los dos el centro de atención desde ese día que le arruinó la boda a Shura y el hecho de pasar desapercibido no ayudaba absolutamente en nada, no cuando todas las personas sabían de esa noticia que corrió como la pólvora.

El joven torero no vivía demasiado lejos, a unos veinte minutos de la plaza de toros no estaba mal, cuando se detuvo totalmente el taxista frente a una casa de fachada blanca con una puerta de color cobre con detalles taurinos.

Al ver esa casa Camus se imaginó que se trataba del hogar de Shura.
El español se bajó primero para poder extender su mano y ayudarle al francés a bajar, después le pagó al taxista quien no dudó ni un segundo más en pedirle un autógrafo.

— Ven Camus, vamos adentro.

Shura sacó sus llaves y la colocó en el cerrojo, al abrir la puerta Camus entró primero después de que el español lo invitará a pasar.
El francés se llevó sus manos a su boca asombrado por la forma peculiar en la que Shura tenía adornada su casa.

No podía faltar los cuadros dónde sale el torero en sus faenas, también contaba con un capote colgado en la pared, así mismo como muletas y banderillas.
Después de todo es su mundo pero no quitaba el hecho que aún le guardará un poco de rencor por tratarse de un sujeto que juega con la vida de los animales indefensos.

— Pasa a la sala Camus, en unos momentos ordenó algo, iré a mi habitación para retirarme el traje de luces.

Después de esto Shura tomó su camino subiendo las escaleras dejando al francés en la sala.
Aunque salir huyendo del francés era necesario porqué aquél beso inocente había despertado en él una sensación muy distinta a comparación de las veces que tuvo que recurrir a besar a Afrodita.

Al llegar a su habitación lo primero que hizo fue cerrar la puerta, necesitaba calmarse de lo contrario los nervios lo traicionarían a estar frente al francés.
Colocó el seguro a la puerta y se recargó llevándose sus manos a la cabeza.

— ¿Qué me pasó?

Se cuestionaba mientras trataba de tranquilizarse, inhaló y exhaló para poder calmar su respiración agitada; después se colocó frente a su armario para cambiarse de atuendo, de lo contrario no bajaría con las ropas del toreo para realizar ese ansiado contrato.

¿Qué más podía pasar?

Solo unos cuantos puntos que deben abordar y ponerse de acuerdo antes de firmarlos.
Sin saber que ni uno ni otro tendrían oportunidad de volver atrás.

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