Capítulo nueve

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Andreas Rize se llevó una mano a sus largos cabellos rojizos por la desesperación ante las decisiones alocadas de su hijo

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Andreas Rize se llevó una mano a sus largos cabellos rojizos por la desesperación ante las decisiones alocadas de su hijo.
Seraphina intentaba controlar el coraje y la desesperación de su esposo después de escuchar por boca propia de Camus sobre la supuesta solución que tanto como Fábregas y su segundo hijo para arreglar esos malentendidos.

- Te lo dije papá - Interrumpió la pequeña Sinmone - Camus suele tomar decisiones sin pensar en las consecuencias que pueda traerle sus actos.

- Es cierto, es como aquella ocasión que tuvieron que ir por él cuando se fue a una fiesta sin el permiso de ustedes y luego ya no sabía cómo regresar por qué había pedido su billetera - Interrumpió Surt cruzándose de brazos.

- ¿Recuerdas aquel día que terminó regresando sin zapatos porque se los habían robado según él? - Cuestionó Sinmone mirando al hermano mayor de ellos mientras se reía de las ocurrencias que Camus ha hecho a lo largo de su vida.

Mientras escuchaba a sus dos hermanos, Camus rodó los ojos con molestia y esperó que su padre siguiera hablando; el señor Rize tomo la botella de agua que les regaló el servicio del hotel y le dió un pequeño sorbo para seguir hablando.

- Camus, los tres son mis hijos y saben que los queremos mucho pero... Esta ocasión no mediste tus consecuencias ¡Cómo ibas a interrumpir una boda de un sujeto que ni siquiera conoces! - Esto último lo exclamó gritando con molestia.

La dulce Seraphina se llevó una mano a su rostro mientras movía su cabeza negando todo lo que estaba pasando.
Desconocía totalmente a su hijo, admitía que siempre había sido un niño caprichoso que obtenía todo a base de chantajes pero ahora estaba metido en un gran problema por arruinar el momento de un sujeto famoso que disfruta de matar animales y sumando a ello que aceptaría ser el amante escondido de ese tipo.

- Solo será unos cuántos meses, después regresaré... No deben de preocuparse - Contestó Camus intentando calmar a sus molestos padres, aunque Andreas no lo pensara de la misma forma.

- Surt - Lo llamó Andreas mirando de reojo a su hijo mayor - ¿Puedo saber porque no lo hiciste entrar en razón antes de que cometiera una locura?

- Soy su hermano, no su niñero - Surt se defendió, después de todo sus palabras llevaban razón porque Camus ya no era un niño pequeño al cual debían cuidar, sabía perfectamente todo lo que hacía, que no midiera sus consecuencias era distinto.

Camus tomó las manos de su padre y se agachó a su altura para poder hablar con él - Se que he hecho cosas sin sentido, pero esta vez no es culpa de Surt, es toda mía - Contestó cabizbajo intentando que su padre no siga culpando a su hermano mayor.

Seraphina se acercó para colocar su mano sobre el hombro de su hijo y también para calmar al furioso de su esposo - Camus querido, entendemos todo lo que nos quieras decir pero... Necesitamos conocer a Fábregas para que nosotros estemos con la tranquilidad y la confianza de que se te quedes con alguien que no conocemos, entiende que solo queremos lo mejor para ti.

- Shura viene en camino, está dispuesto a conocerlos y también para dejarles en claro que no piensa tratarme mal ni lastimarme...

En ese momento la puerta de la habitación donde se hospedaba Camus y Surt se abre repentinamente.
Ante la mirada atónita de Seraphina y el señor Andreas Shura hacía acto de presencia junto con un enorme arreglo floral.

Aunque no venía solo, el famoso torero estaba acompañado de su fiel amigo Aioros quien no dudó en lanzarle un guiño coqueto al francés y también a la futura suegra de su amigo Shura.

Ante esto Seraphina se llevó una mano a su boca asombrada por la osadía de aquel hombre de cabellos castaños; también agradecía a los dioses del Olimpo que su esposo no se diera cuenta de las acciones del joven.

- Buen día, me presento ante ustedes hermosa familia Rize - El joven torero le entregó aquel arreglo floral a Camus y después hizo una leve reverencia ante la mirada atónita de Seraphina y Andreas - Yo soy Shura Fabregas, uno de los mejores toreros de Madrid y de toda España; es un honor conocerlos.

Sinmone rodó los ojos molesta ante semejante momento incómodo, decidió mejor tomar asiento en uno de los sillones de la habitación, sacó su celular junto con sus auriculares para poder escuchar música en lo que sus padres arreglaban los problemas que Camus les ocasionaba.

- El gusto es nuestro jovencito, aunque para que sea un torero de renombre me extraña mucho que usted sea demasiado joven.

Interrumpió Andreas levantándose del colchón para poder colocarse de frente a ese español que se decía ser el tal famoso torero - Mi nombre es Andreas y ella es mi esposa Seraphina - El hombre de cabellos rojizos acercó a su pareja y después fue señalando a sus hijos - Seguramente a Surt ya lo conoces y a Camus ni se diga, la jovencita que está en su celular es mi hijo menor Sinmone.

- Es un placer tenerlos en estas tierras españolas - Halagó Shura nuevamente tomando su posición - Él es mi amigo Aioros y es quien me ayuda con mi carrera en el arte taurino - El español colocó su mano detrás de la espalda del castaño para darle unos ligeros golpes.

- Para ser un torero usted se me hace una persona con principios y sobre todo caballeroso - Agregó Seraphina mientras acercaba algunas sillas para que sus invitados pudieran tomar asiento y proseguir con aquella plática para conocerse mejor.

- Ya te tomó cariño tu futura suegra - Susurro Aioros cerca del oído de su amigo para que los demás no lo escucharan.

- Cállate - Murmuró el español apenado mientras tomaban asiento quedando enfrente de los señores Rize.

Camus acercó dos botellas de agua y se los entregó, después tomó asiento a lado de Shura para poder preguntarle sobre aquel papel que necesitaban firmar.

- ¿Sacarás el contrato aquí frente a mis padres? - Susurró nervioso aprovechando que su padre mantenía una plática fluida con Aioros, así no se daría cuenta realmente del contrato que llevarían a cabo.

- No - Le habló Shura al oído - Ese lo vamos a firmar en privado, además cuando termine de hablar aquí con tus padres iremos a mi casa para firmarlo; ya está con los puntos y las clausulas que los dos acordamos.

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