Capítulo dos

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- ¿Qué hiciste qué

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- ¿Qué hiciste qué...?

Surt se llevó sus manos al rostro apenado por el disturbio que su hermano ocasionó, ahora entendía porqué Camus salió corriendo a tal punto de controlar su respiración agitada.

- Esta no es la boda de Milo.

Le respondió tomando su lugar en el asiento del auto, mirando como varios de los invitados se le quedaban mirando por llegar a oponerse a la boda del famoso Shura Fábregas y su prometido Afrodita, aquel bello modelo sumamente reconocido en su natal Suecia.

- A ver si con esto aprendes a no tomar decisiones a la deriva... Lo bueno es que no iba contigo, de lo contrario que vergüenza me hubieras hecho pasar.

Surt nuevamente encendió y el auto y tomaron su camino de regreso al hotel donde se estaban hospedando.
Camus sacó su celular de su bolsillo y entró a la aplicación de las redes sociales; al menos eso le serviría un rato de distracción, también lo hacía para no tener que escuchar toda la palabrería de su hermano.
Efectivamente sabía que tenía la culpa, en primer lugar se confió demasiado en querer oponerse a la boda y segunda, todo por no llevar consigo la dirección de la ceremonia.

Ahora no sabía que hacer ante ese gran error que cometió, le interrumpió la boda a una pareja en su día más especial.

Mientras seguía pensando en el enorme error que cometió se dio cuenta que las noticias se daban a conocer rápidamente; cómo cuando se vende pan caliente muy rápido.

- Esto no me puede estar pasando.

Susurró dejando caer su celular entre sus piernas, ahora si quería desaparecer en ese momento; le salió caro su error todo con tal de tener la atención de Milo y ahora quizá hasta su ceremonia ya se realizó y él... Tiene que lidiar con las malas noticias que circulaban por internet.

- Que sucede.

- Jamás me imaginé que a esa ceremonia donde entré, fuera de un torero famoso aquí en España.

- ¿Qué? - Surt detuvo el andar del auto frenando impensado.

- Estoy en graves problemas... Mi foto sale en las noticias de las redes sociales.

Camus le mostró a su hermano aquella nota, en su encabezado se podía leer la leyenda "El amor escondido de Fábregas"
Otros más se podía leer "Le cayó justamente en la boda"
Seguramente esta noticia no tardaría en llegar hasta su dulce madre Seraphina, pero su progenitor el señor Andreas claro que estaría muy molesto por aquel incidente ocasionado por su hijo.

- ¡Tu estás demente! Mira hasta donde nos lleva tus locuras.

Se quejó molesto Surt encendiendo nuevamente el auto para poder seguir su curso rumbo al hotel.

- ¿Cual es la fecha de regreso?

Cuestionó Camus tratando de olvidar todo aquel momento que pasó. Ahora la mayoría de los habitantes de España estarían mirando su gran error; quizá sea un buen momento para no regresar por un largo tiempo a tierras españolas.

- Dentro de tres días.

- No pienso salir del hotel - Se cubrió el rostro totalmente avergonzado usando el suéter de su hermano.

- ¡Por favor Camus! Mañana quiero ir a la plaza de toros, no vine de tan lejos como para privarme de las maravillas de la vida por tus idioteces.

- Olvídalo, en primera no me conviene estar entre las personas, sabrán que fui yo quien arruinó la boda de un sujeto extraño que ni siquiera conozco y en segunda no me agrada ese arte taurino donde los animales sufren.

Surt rodó los ojos molesto, en ese  instante giró el volante a la derecha para poder regresar al hotel.
Al menos esperaba que Camus acepte salir a comer, de lo contrario se lo llevaría en contra de su voluntad.

Shura se encontraba sentado en los escalones del gran salón, pronto tendría una charla con el señor Minos y quizá lo que le diga no será algo agradable

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Shura se encontraba sentado en los escalones del gran salón, pronto tendría una charla con el señor Minos y quizá lo que le diga no será algo agradable.
Aioroa como su gran amigo y fiel representante en el arte taurino tomó su lugar  a lado de él.

- ¿Crees que aquel joven lo vuelvas a ver?

- Olvídalo, ya me desgració mi vida.

Susurró molesto aventando una pequeña piedra lo más lejos que pudo.
En realidad le preocupaba una cosa y era era perder el patrocinio que el señor Minos podía darle al casarse con su único hijo; sin embargo jamás contó que tendría aquella interrupción inesperada por un joven quizá de diecinueve años por mucho.
Aquel pelirrojo le arruinó su futuro con Afrodita, esas grandes oportunidades que sus ex suegros podían darle solo porqué el sueco era un modelo internacional.

- Deberías buscarlo y que te de una explicación coherente del porqué llegó a interrumpir tu boda - Sugirió el castaño.

- ¿Para que salga como los supuestos hijos que según tengo cuando con nadie me he acostado? Olvídalo.

Shura a veces perdía la razón, siempre había soñado con aquella vida de fama pero jamás pensó que en su trayectoria conociera mujeres que quisieran colgarse de su triunfo.
Es por ello que para el joven torero jamás tomó con seriedad a alguna pareja, incluso la relación con Afrodita era muy sería y monótona.
Para el español la palabra amor no estaba en su vocabulario; tenía otros proyectos como darse a conocer en otros lugares que no solo fuera Madrid, ansiaba dinero y riqueza... Algo que jamás tuvo en su niñez.

Su padre un gran reconocido y respetable campesino que todos lo conocían como El Cid, a lado de su bella mujer Mine.
Aunque Shura no quería aquella vida de campo, en uno de sus locos impulsos se fue a la capital de España para poder aprender más sobre el arte del toreo.

Aioros fue un amigo que siempre lo ayudó cuando se conocieron una ocasión en el centro de la ciudad solo porqué Aiorios se había perdido en esa gran ciudad buscando una dirección. El castaño era nuevo en este país, por lo tanto no sabía mucho de ello y Shura decidió ayudarlo y así mismo Aioros hizo lo mismo mientras los dos formaron un gran lazo de amistad inquebrantable.

- Bueno... Ya que no te interesa buscarlo, quizá estos días me vaya al centro de la ciudad, espero encontrarme con ese hermoso pelirrojo; juzgando su acento debe ser francés.

En ese momento el español le dio un ligero golpe en su brazo para que dejara de hacerse el galán como siempre.
No era de extrañarse que con esa sonrisa que se carga como si de comercial de pasta dental se tratara, a más de uno le robaba el aliento.
A diferencia de Shura, él prefería ser serio y reservado.

- Mejor ayúdame a planear mi pesado día de mañana.

- ¿Tienes que presentarte en la plaza de toros?

En ese momento Aioros sacó la pequeña agenda donde llevaba el orden de las presentaciones de su amigo; efectivamente Shura tenía que presentarse en la plaza al medio día.

- ¡Bien! Nada puede salir mal entonces.

Shura se levantó de las escaleras motivado, a lo lejos pudo divisar al señor Minos dispuesto a platicar con él sobre ese grande incidente.

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