04

22 4 0
                                    

[Invierno]

Por fin había terminado nuestro turno de trabajo.

Estaba agotado, está claro que es porque odio ir de una mesa a otra, es mucho esfuerzo el que tengo que hacer. 

Oh claro, pobrecito.

No te aguanto, Roberto.

Pues te lo aguantas, estaré aquí por un laargo tiempo. 

Ignoré a mi consciencia mientras que con Pierce nos dirigíamos a casa de mi abuelo. Quien una semana antes de mi cumpleaños me había mandado una carta diciendo que lo fuera a visitar ese día, que como él no puede caminar mucho pues quiere que lo haga yo.

"Tú eres jovencito, no como yo un viejo. Así que camina y ven a visitarme, sino tendré que traerte, pero de las orejas.

Eso fue lo que escribió en el final de la carta. Para mí era mucho más fácil que me mandara un mensaje por celular, pero él se niega rotundamente a tener uno. Dice que son una completa basura y que daña al ser humano, prefiere mil veces usar las cartas para comunicarse.

Pero bueno, prefiero no contradecirlo así me ahorro el dolor de orejas por un rato.

El abuelo Hugo hace muchos años que vive prácticamente en el campo, creo desde mucho antes de que yo naciera. El camino es bastante largo para llegar a su hogar, ya que está casi en la nada misma. Es bastante apartada de los demás.

Por eso, pedimos un taxi cualquiera para que nos trajera. Por suerte traje el dinero suficiente para cubrir los gastos del viaje, tengo que hacerme la idea de que medio sueldo mío me gastaré para llegar allí.

Pierce quiso pagar la mitad de los gastos, pero me negué, es mi abuelo por lo tanto tengo que pagar yo. Mucha lógica eso no tiene, pero prefiero creer que sí.

Estúpido... te hubieras ahorrado algunos euros por lo menos, nunca piensas en el futuro niño ingenuo.

Yo no soy un niño, soy un adulto, para que sepas. 

Ajá...

De vez en cuando visito a mi abuelo, es el único que aún me sigue queriendo después de lo que pasó. 

Él es el padre de mi madre, nunca se llevó muy bien con mi padre, según lo que me contaba mamá, mi abuelo decía que Stéfano era un joven ignorante y soberbio.

Nunca supe muy bien porqué ambos siempre se detestaron el uno con el otro, aunque prefiero no querer saberlo, la verdad.

Pero mi abuelo sí sabía muy bien como era mi padre, intentó advertirle a mi madre, pero ella estaba tan ciega por él que no le importaba nada a su alrededor.

Sólo quería ser feliz y formar una familia.

Hugo con el pasar del tiempo se rindió y dejó que su hija tomara decisiones por si sola, y que si se equivocaba o arrepentía podía volver con el cuándo quisiera. Mi madre nunca se arrepintió o eso quiero creer. Nunca podré saber si lo hizo o no. Si alguna vez tuvo alguna duda.

—¿Falta mucho? Creo que ya tengo el culo cuadrado de estar tanto tiempo sentado—la queja de Pierce me sacó de mis pensamientos, sonreí con burla por su sufrimiento, aunque creo que yo también tengo el culo cuadrado ya.

Creo que ya vamos más de una hora y media de viaje, estoy seguro que costará una fortuna.

Pobre de mí muy linda billetera, quedará vacía en cuestión de segundos cuando le entregue el dinero al taxista.

Te pasa por tonto.

¿Cuándo te callas tú?

Nunca, tengo una boca muy linda como para mantenerla cerrada.

La soledad del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora