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[Regalos]

—¡Froooooy!

¿Mhm?

¿Quién interrumpe mis preciados y amados sueños con Emma Watson?

—¡¡Froy!!

No hice caso a los gritos y seguí durmiendo.

—¡LEVÁNTATE DE UNA VEZ!

—No.

—Dale Froy, nos tenemos que ir. Se nos hace tarde—volvió a insistir, ya perdiendo la paciencia.

—No quiero.

Me acomodé mejor en la cama, abrazando a mi almohada gigante bastante cómoda. Mi cabeza dolía como los mil demonios y no sé el por qué. Jaqueca no es porque puedo jurar que no tomé una sola gota de alcohol en toda la noche.

Esperen...

¿Qué día es hoy?

Es martes, tonto. Hoy es tu cumpleaños, Pancracio.

¿Mi cumpleaños? Pero si estamos en verano, y mi cumpleaños es en invierno.

No querido, definitivamente estamos en invierno, mira por la ventana y verifícalo por ti mismo.

Me levanté un poco de la cama para poder ver por la ventana que estaba encima de esta. El día estaba nubladísimo, junto a ello un montón de nieve había por todos lados, en las calles, en los tejados de las casas y demás. El piso en donde vivo en uno de los últimos y eso me permite ver todo desde aquí.

Roberto tenía razón, estamos en invierno. No lo recordaba, estaba tan perdido que creí que estaba en verano. Quizás soñé con que estábamos en verano y yo no lo recuerdo, quien sabe. Con los sueños uno nunca sabe.

Esperen otra vez... algo estoy olvidando.

¡Tengo que ir a trabajar!

Me levanté de golpe con ello llevándome un golpe en la cabeza con el muy bajo techo, sobándome la parte adolorida empecé a vestirme rápidamente. No podía faltar otra vez, me van a descontar y a mí la plata no me sobra.

 Busqué con la mirada a Pierce por toda la habitación, pero no lo hallé por ninguna parte, muy posiblemente debe estar preparando el desayuno.

Una vez ya vestido, con unos pantalones negros algo holgados, camiseta térmica, un buzo azul marino y por último la campera. Bien abrigadito, porque por más que amo el invierno no pienso congelarme hasta los huesos.

Me paré frente al espejo para peinarme un poco, tenía todo el pelo como si me lo hubiera revuelto una batidora. Tomé un cepillo y empecé a desatarme los pequeños nudos, eso es lo malo de tener el pelo un poco largo, se me hacen nudos cada dos por tres.

Mientras me peinaba, podía ver mi reflejo en el espejo. Daba pena la imagen que daba, tenía ojeras largas y oscuras, la piel seca y los labios partidos de tanto que los muerdo para sacar la pielcita de ellos.

Que feo.

Lo único que no se me veía tan mal eran los incontables lunares que tengo, realmente tengo muchos por todo el cuerpo y cara. Siempre me gustaron mis lunares, en mi época de la secundaria según las chicas y hasta algunos chicos decían que me hacían ver atractivo.

Y tienen razón, no puedo negar lo innegable.

Eso sonó muy de engreído, Pancracio.

Te equivocas consciencia, es aceptar la realidad. También se le llama autoestima, algo que no creo que tengas.

La soledad del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora