𝐇𝐈𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐑𝐈𝐎. | ˣⁱᶜʰᵉⁿᵍ

Capítulo 20.

XiChen estaba en Hanshi junto con shu-fu, trabajando en la asombrosa cantidad de correspondencia que había recibido durante su ausencia mientras estaba en su viaje a Qinghe, cuando sus manos se congelaron. La mayoría de los pergaminos se mantenían cerrados con cuerdas, al igual que éste, pero lo que le había llamado la atención era el sello estampado en el exterior del papel con cinabrio rojo brillante. Las letras fueron talladas nítidamente, colocadas con cuidado, creando una imagen armoniosa que decía: Intenta lo imposible, Jiang.

Casi mareado, XiChen desgarró el nudo que mantenía cerrado el pergamino, haciendo caso omiso de la mirada de perplejidad de Shu-fu. Extendió la carta sobre su escritorio, inclinándose hacia adelante en su ansia de leer las palabras escritas.

Líder de la secta Lan, Lan Huan

Ya tenía que hacer una pausa aquí, presionando una mano contra su esternón. Su nombre de nacimiento. Jiang Cheng había usado su nombre de nacimiento, en una correspondencia oficial entre sus sectas. Sus mejillas se erizaron de calor ante la idea.

—¿XiChen?

Ignoró a shu-fu, inclinándose de nuevo para seguir leyendo.

Recuerdo la carta que me enviaste, hace meses, que difería de las cartas que enviaste a otros, anunciando el fin de tu reclusión. Lo seguiré de la misma manera y te enviaré una carta con una redacción diferente, mientras que sin vergüenza envío copias del mismo a todos los demás. Te mereces un toque más personal, digo.

El propósito de esta carta es nuestra invitación al quinto cumpleaños de mi hijo Jiang Chun. Ni yo ni mi familia aceptaremos nada que no sea tu aceptación de esta invitación.

En otras noticias, escuché que visitaste a Nie HuaiSang en Qinghe. No me lo cuentes en tu carta de respuesta, porque espero una, ¿de qué otra manera planearé el banquete de cumpleaños de mi hijo si no puedo estar seguro de la asistencia de todos? Encuentro más satisfactorio escuchar esas historias en persona, cara a cara.

Espero ansiosamente tu respuesta.

Tuyo,

Jiang Cheng

Casi mareado de alegría, XiChen tuvo que frotarse la boca con la punta de los dedos para ocultar su sonrisa. O tal vez no lo había logrado del todo, a juzgar por la mirada furiosa de Shu-fu, más bien expresamente molesta, dirigida a la carta.

Fue invitado a regresar a Lotus Pier. ¡Y fue para el cumpleaños de Jiang Chun, como se prometió! Oh, había tanto que hacer hasta entonces. Tendría que encontrar un regalo apropiado, para Jiang Chun, obviamente. Pero también quería encontrar algo para sus hermanos, tal vez algo relacionado con la flauta para Jiang Yong, y un juguete suave para reemplazar el pez de peluche que XiChen todavía tenía, que Jiang Min le había dado en su primera reunión adecuada. También debería buscar un regalo para Jiang Cheng, agradecerle la invitación y disculparse por su imposición anterior. ¿Quizás podría encontrar algo en la ciudad CaYi? Ah, pero estaba tan feliz con la mera idea de regresar y ver a todos de nuevo, ver a los niños y las Arañas de Yunmeng. Ver a Jiang Cheng de nuevo. Debían ser buenos regalos, para expresar adecuadamente su gratitud. Nunca podría devolver lo mucho que significó para él la bienvenida de la familia Jiang. Él mismo apenas podía expresarlo y mucho menos medir su valor. Sin embargo, su pecho estaba a punto de estallar, y shu-fu casi parecía un poco preocupado.

Con un profundo suspiro, shu-fu volvió a llenar sus tazas de agua.

—¿Supongo que te han invitado a Lotus Pier?

—Sí, shu-fu. Con motivo del quinto cumpleaños de Jiang Chun. Necesito encontrar un regalo. ¡Muchos regalos! Oh, lo he olvidado por completo, ¿qué le gusta a un niño de cinco años? ¿Crees que todavía le gustan los juguetes? ¿O es demasiado infantil? Apenas puedo recordar lo que le dimos a SiZhui cuando vino a vivir con nosotros, estaba tan callado y contento con todo. Shu-fu, — suplicó, comenzando a entrar en pánico. —tienes que ayúdame.