Capítulo 2: ¿Quién es realmente Seungho?

711 50 4
                                    

—Nakyum te veré de nuevo, muy pronto —se despidió Min esa última vez que vio a los amantes en su cita frente a todo el mundo.

Min tenía los planes trazados, poco a poco todo iba encajando. Heena jugaría un papel clave para atraer a Nakyum y bajo su propia voluntad el joven pintor abandonaría a Seungho, mientras lo entregaban directamente en sus manos.

Seungho y Nakyum visitaron la casa kisaeng y pasaron la noche ahí. Mientras Heena se encontraba encerrada por Seungho para evitar contarle a su hermano menor sobre la muerte de Inhun, y las otras noonas del artista no sospechaban nada sobre lo que sucedía detrás de escena.

De pronto, en medio de la noche Seungho despierta y su joven amante no está. Se sobresalta y se reincorpora para salir de la habitación a buscarlo. La noche continúa silenciosa, no hay nada que parezca alterar la residencia. En contraste con la tranquilidad del recinto, el corazón de Seungho palpita descoordinadamente, no hay calma que pueda encontrar mientras Nakyum no aparezca. Se le ocurre una idea que a la vez lo altera aún más. ¡Heena noona! Va corriendo hacia el lugar donde yacía encerrada la moza kisaeng y para su horror encuentra la puerta abierta, no hay nadie adentro. Seungho no puede evitar que el sudor se derrame de su rostro. ¿Dónde están?

Nakyum había sido despertado por su hermana sigilosamente y salido junto a ella extrañado por el rostro pálido de su hermana mayor. Su noona se negó a explicarle nada, hasta que lo acompañara a cierto lugar. Al principio Nakyum se negó, no quería abandonar a Seungho, no quería otro malentendido, no había necesidad de irse, lo que debía ser dicho podía ser dicho en ese momento.

—Es sobre tu sabio maestro, el señor Inhun —dijo noona.

—Espero que al sabonim le vaya bien. Él dijo claramente que no me necesitaba y tiene razón, ahora nuestros caminos son distintos —dijo Nakyum firmemente mirando a los ojos a la moza.

Heena se desesperaba, no podía perder más tiempo, ¿de qué manera podía llevarse a este muchacho lejos de ese hombre sin escrúpulos si éste se negaba con una voluntad tan férrea?

—Nakyum, has cambiado... —dijo la mujer con los ojos llorosos—. No puedes estar tan enceguecido, ese hombre no es lo que tú quieres ver. Él es un monstruo, un asesino.

—Noona, por favor, si no tienes nada qué decir entonces volveré junto al amo Seungho.

—¡Nakyum! —alzó la voz Heena, a este paso, a pesar de estar casi a las afueras de la residencia, todos iban a escucharlos hablar. No podía perder más tiempo.

Nakyum se dio la vuelta, dispuesto a entrar otra vez a la casa Kisaeng para volver junto a Suengho, sólo un paso y estaría dentro otra vez. Pero algo lo detuvo, las palabras tan impresionantes como desgarradoras hicieron que el muchacho se congelara en medio de la fría madrugada.

—Inhun está muerto... Él lo mató.

La mirada dulce de Nakyum se rompía en lágrimas, aunque un leve temblor recorrió su cuerpo, aún su determinación no sería flaqueada.

—No creo que eso sea verdad noona, me engañas, sólo quieres engañarme para que lo deje. Todos lo juzgan, sin saber de su dolor. Nadie sabe más que yo quién es realmente el amo Seungho. No te creo...

—Puedo probártelo... Si me acompañas. Si miento, no volveré a molestarte más Nakyum, pero ahora tienes que creerme, ven conmigo —suplicó a su hermano menor.

Nakyum se volteó y miró a su querida noona, sentía que su alma se partía en 2. No es que no quisiera creer en su hermana, no es que quisiera abandonar a Seungho, pero dentro de sí tantas promesas rotas y decepciones guardadas una y otra vez, pesaban tanto y hacían dudar a su tierno corazón. Su confianza se doblegaba, ¿qué podía hacer?

—Iré noona, pero luego, por favor, sigue adelante y yo seguiré con el amo Yoon.

Ambos hermanos caminaron por las frías calles escoltados por un guardia de la moza hacia la residencia en la cual Heena encontró las huellas de Inhun. Llegaron y Nakyum no podía concebir lo que sus ojos miraban. Los restos de lo que había sido una masacre en el lugar en el que se debería encontrar el sabio maestro eran evidentes, el lugar despedía un olor putrefacto y las alimañas comenzaban a llegar hasta ahí.

—No puede ser, ¿quién hizo esto?

—¿Quién más? —dijo la voz grave de Min saliendo de las sombras para unirse a los hermanos.

—Él no pudo haber hecho esto.

—¿Tanto confías en él? ¿Olvidaste los antecedentes de ese hombre? Él ha asesinado, abusado y sobrepasado todos los límites que se pueden permitir. ¿Por qué te sorprende tanto Na-kyum? —agregó Min deslizando la lengua venenosa sobre las últimas sílabas de su nombre.

—Mi señor no puede haber matado al sabio señor, no lo creo... —Nakyum cayó de rodillas sobre el hielo.

El cielo cada vez iba aclarando más, el amanecer estaba cerca. Si no actuaban rápido, a este punto Seungho definitivamente los encontraría. Min debía presionarlo hasta la desesperación.

—Pero después de todo, tienes razón. No sólo fue Seungho el culpable de la muerte de Inhun. Hay otro más a quién puedes culpar... A ti.

Nakyum a estas alturas, lo mirada completamente confundido, no tenía nada en la cabeza, sólo bruma, una bruma incapaz de disipar. ¿De qué estaba hablando el señor Min?

—Seungho tenía un motivo, y uno muy fuerte. Seugho sabía que estabas enamorado de Inhun, no bastó con correrlo de su casa, también tuvo que emboscarlo de esta manera para acabar con él. Y todo a causa de ti... Seungho sería capaz de matar debido a ti. Hasta ese punto lo has llevado... ¿Quién lo diría?

—No – no – no es cierto —tartamudeó el joven.

—Puedo ayudarlos, antes de que todo esto se vuelva más estrepitoso.

—¿A cambio de qué? —dijo Heena enfrentando a Min. Después de todo, ella no confiaba en ningún noble y esta ayuda no era gratuita.

—Por supuesto que tengo un motivo, siempre hay uno detrás de cada acto. ¿No es así? Yo odio a Seungho, quiero verlo caer hasta el pozo, tan arrogante y soberbio semental en declive, sólo puedo estar satisfecho hasta que sea desenmascarado.

—No puede ser —seguía balbuceando Nakyum mientras se acercaba a las gafas ensangrentadas tiradas en el suelo y las tomaba con sus manos temblorosas.

—Los ocultaré hasta que todo sea revelado. Nakyum... —se volteó hasta la cara del joven levantándole el rostro aún incomprensivo—. Yo te ayudaré a que conozcas el verdadero rostro de Seungho, es lo que tanto anhelas ¿verdad? Todos los secretos de su familia penden de un hilo, ven conmigo hasta que suceda.

Un carruaje se acercaba, llegando Jihwa en él. Nakyum salió de su asombro y se dio cuenta que esto no iba bien. No confiaba en estas personas, ya Jihwa había intentado asesinarlo una vez, esto no podía ser nada bueno. De un manotazo alejó la mano de Min que aún lo tomaba por el rostro, e instintivamente se antepuso a su hermana Heena para protegerla.

—No iremos a ninguna parte. Si es verdad lo que dicen, iré yo mismo a enfrentar al amo Seungho para saber la verdad. ¡Vamonos noona!

Pero su hermana lo detuvo con una mano en su hombro.

—Nakyum, lo siento. No tenemos otra opción.

—Pero noona...

—Perdóname, todo esto es por tu bien. Ya no tenemos a Inhun para ayudarnos, no puedes seguir bajo las fauces de ese hombre.

—Noona...

—Llévenselo —Heena aceptó el trato que había obtenido de Min, quien respondió con una sonrisa mirando a Jihwa.

Jihwa no es encontraba nada feliz, había sido arrastrado una vez más hacia el infierno. Nakyum miraba espantado como dos guardias se lo llevaban indefenso dentro del carruaje. El juego había comenzado.

La ambición de Min... Una linda flor de cerezo (Fanfic de Pintor Nocturno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora