Capítulo 5: Verdad revelada

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Seungho irrumpió en la casa de Jihwa cuando apenas él regresaba de la guarida de Min. Las otras mujeres de la casa Kisaeng negaron saber el paradero de Nakyum, finalmente una de ellas no pudo aguantar más el silencio y confesó haber visto a Heena hablando recientemente con algunos jóvenes nobles, entre ellos el hijo de la familia Lee. Así que cuando de una patada lanzó a Jihwa al suelo, Seungho hervía de rabia.

—¿Dónde está? —Exigió al otro apuntándolo con su espada.

—¿Dónde está quién? ¿De qué estás hablando? —Gimió Jihwa horrorizado mientras la piel de su cuello era acariciada por la punta de la espada de Seungho.

—¿Dónde está Nakyum? Te aseguro que te espera un tormento peor que la muerte si no me lo dices en este momento. ¡¿Dónde está?!

Jihwa estaba horrorizado, no dijo nada, sólo se mordió el labio inferior casi hasta hacerlo sangrar, no sabía qué decir. Si Seungho sabía que estaba implicado, podría considerarse un hombre muerto o algo peor.

—No parece que entendiste —apretó más la hoja de su espada en contra de su piel.

—Ahhh Seungho, detente —dijo Jihwa.

—¡Basta! —grito Mumyeong, el bufón apodado "sin nombre".

Inmediatemente Seungho sonrió con una mueca oscura mientras tomaba al sujeto del cuello y estaba a punto de golpearlo.

—La mujer Kisaeng está aquí... —dijo Mumyeong.

—Tú bastardo... —reclamó Jihwa.

Seungho miró de reojo a Jihwa, no podía perder el tiempo, luego se ocuparía de esos sujetos. Primero tenía que hablar con Heena.

—¿Dónde está? Habla ahora mismo o te arranco la lengua —dijo Seungho con apuro.

—Está encerrada en la bodega. —Mumyeong no estaba dispuesto a callar, incluso si su propia vida corría riesgos.

—Acabaré con ustedes, están muertos —dijo Seungho mientras se iba.

—¿Cree que esto es plan del señor Lee? —Seungho se paralizó con lo revelado por Mumyeong—. Min... El señor Lee está siendo usado como peón bajo amenaza, parece que toda la valentía se le terminó o nunca la tuvo —dijo mirando de reojo a Jihwa.

—Tú pedazo de...

—Ya es suficiente señor Jihwa, no puede llegar más lejos —dijo Mumyeong.

—Verás —dijo Jihwa—. Seungho, estás siendo acusado de asesinato... En este momento la noticia debe estar rondando por los ministerios, en unas horas tú...

Seungho se fue sin terminar de escucharlo. Eso era lo que menos le importaba en este momento. ¡Min! Debió haberlo imaginado. Jihwa no era el mayor peligro que tenía por delante, ni siquiera Inhun, es Min el que estuvo detrás de todo esto enredando cabos hasta que lo arrinconaran. ¡Qué estrategia tan patética! ¿Acaso pretendía hacer que lo encierren por la muerte de un anciano sin talento y sin linaje? Patético. Min... No tenía ninguna contemplación sobre él, iba a destrozarlo con sus propias manos.

Llegó por fin a la bodega, en donde se oía el llanto de una mujer pidiendo ayuda. Forzó la puerta para entrar y Heena se fue en contra de él para golpearlo. Pero al darse cuenta que no era su captor sino este noble degenerado se apartó con un rostro lleno de confusión.

—¿Dónde está mi hermano? ¿Dónde está Nakyum?

—Es lo que quiero saber, tú te lo llevaste en medio de la noche... Ahora dime, ¿dónde está?

—No lo sé, se lo llevó, se lo llevaron... —Heena estaba derrumbada en el suelo suelta en llanto.

Muy tarde se dio cuenta de las malas intenciones del sujeto que la convenció de todo. Era tarde cuando fue reducida como prisionera en esa bodega, sin darle mayores explicaciones sobre el paradero de su hermano. No pudo hacer nada al notar cómo lo drogaban en el carruaje con motivos que le estaban ocultando. Ella misma fue reducida fácilmente a estar oculta en esta casa bajo engaños de esconderla de Seungho.

Jihwa se acercó a la bodega, con los ojos llorosos y el cabello desordenado.

—Seungho ¿no te importa lo que está por sucederte? ¿Te importa más ese plebeyo que tu propia seguridad? —preguntó Jihwa desolado.

—¿Por qué todos están llorando inútilmente y nadie me dice dónde están? ¿Debo ir a destruir toda la ciudad hasta encontrarlos? —dijo Seungho harto de oírlos llorar.

—Jamás lo encontrarías... —dijo Jihwa —, a menos que yo te guíe. Muy pocos conocen sobre la residencia oculta de la familia de Min. Ahí están, pero no creo que llegues a tiempo.

Los ojos de Seungho se sobresaltaron, con sólo esa frase pudo sospechar lo que más temía. No se atrevería, esa alimaña no podía atreverse a ponerle un solo dedo a Nakyum. Heena sujetó un trozo de tela de la vestimenta de Seungho, sin atreverse a mirarlo directamente, le dijo con una voz lamentable:

—Encuéntralo...

Seungho sólo la miró con ojos de reproche y alejando su rostro dijo fríamente:

—No tienes que pedirlo. Si no lo hubieras alejado de mi lado para empezar...

Sus palabras fueron cuchillos para la mujer Kisaeng, ¿había entregado a su hermano a las fauces de una bestia peor que de quién lo pretendía salvar? No lo concebía, en ese momento Heena no podía atreverse a razonar con calma, sólo una angustia le quemaba el pecho y le cortaba la respiración. Quedó tendida en aquél lugar mientras Seungho casi llevaba a rastras a Jihwa para que le revelara el paradero del pintor. Enfrentaría a ese hombre a muerte si era necesario, no más juegos esta vez. 

La ambición de Min... Una linda flor de cerezo (Fanfic de Pintor Nocturno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora