Capítulo 6: Jaque Mate

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Seungho atacó al guardia de la puerta externa con la espada, dejándolo herido en el suelo. Iba a darle la estocada final cuando algo dentro de él lo detuvo, el guardia sólo estaba suplicando por su vida, pero no fue eso lo que lo frenó. De alguna forma pensó en Nakyum, necesitaba verlo, lo demás ya no importaba, luego arreglaría sus pensamientos.

Al entrar se enfrentó a otros guardias más. Jihwa permanecía en la entrada viendo con desaprobación la actitud de Seungho, prefirió no involucrarse más, pero tampoco podía irse, se quedó expectante en ese lugar.

—¿Qué es todo ese alboroto?

Min salió al patio para ver qué sucedía encontrándose frente a frente con Seungho. Sonrió, una sonrisa tan descarada que el noble Yoon no aguantó más. Arrojó su espada a un lado sólo para lanzarle un puño al que tenía al frente. Min retrocedió automáticamente, otros guardias salieron frente a él para protegerlo, cerrándole el paso a Seungho. Desde esa distancia él gritó con la rabia explotando en su faz.

—¡¿Dónde está?!

La tensión era completamente turbia, el rostro de Min era imperturbable, se sentía ganador, quería humillar a Seungho, quería verlo caer en la alcantarilla. Sólo él podía hacerlo.

—¿Se te perdió algo? —dijo Min tranquilamente.

—No lo diré por segunda vez. Min... ¿Dónde está Nakyum?

Min caminó por el lugar sin ningún cambio en su expresión. Estaba saboreando el momento de frustración del joven Yoon. Su decadencia estaba cerca, la saboreaba lentamente.

—Está algo indispuesto como para salir a verte... —dijo Min.

—¿Tienes miedo? —preguntó Seungho—. Porque apestas a miedo, ¿por qué no te acercas?

Min observó la espada de Seungho en el suelo, le hizo una seña a un guardia y tomó la espada de inmediato.

—De acuerdo, reunámonos apropiadamente. Sígueme.

Min ingresó a un salón de reuniones, en el cual se sentó con las piernas cruzadas, con un estado de despreocupación, incluso encendió su pipa y comenzó a fumar.

Seungho también estaba calmado, pero su mirada seguía siendo dura, capaz de atravesar cualquier voluntad, si se tratase de otra persona diferente a Min.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó Min.

—...

—¿El ratón asustado de Jihwa te dijo dónde estaba? —suspiró Min—. Siempre ha sido un cobarde.

—... —Seungho no decía nada, pero comenzó a acercarse.

—Si te atreves a hacer un solo movimiento, me temo que no lo volverás a ver.

—Tráelo ahora. —Seungho ya estaba parado frente a Min, se agachó para acercar su rostro.

Min expulsó el aire del opio que estaba fumando sobre el rostro de Seungho, éste lo miró impasible, sorpresivamente sereno y con unos ojos indescifrables. El ego de Min se elevó, su confianza se incrementó. Y dijo pavoneándose.

—Me temo que me he encariñado con él. No voy a dejarlo ir, pero no soy tan posesivo como tú. Tal vez, algún día podamos disfrutarlo juntos, ¿verdad Seungho?

De un solo movimiento Seungho sacó una pequeña navaja y tomó a Min del cuello. Los guardias reaccionaron muy tarde, ya lo había tomado del cabello y arrastrado en medio de la sala, con todo su séquito rodeándolo. Después de todo estaba en el territorio de Min, no podía ser tan negligente, debía pensar en todo.

—Ahora mismo me llevarás con él. A menos que quieras que cometa un asesinato de verdad para darle motivos reales al Ministerio para acusarme.

—Seungho, jajaja ¿Nakyum te ha perdonado por haber matado a Inhun? Creo que aún está un poco resentido.

Seungho apretó el borde filudo de la navaja sobre el rostro de Min desbordando un hilo de sangre sobre la piel.

—Me las pagarás —dijo Min con una mueca.

Seungho finalmente entró al cuarto donde estaba Nakyum aún adormecido por haber recibido una segunda dosis de relajante a través del incienso.

Jaló a Min como si fuera un muñeco junto a él y fue a acercarse a la cama donde reposaba el joven pintor. Con una mano acarició su rostro pálido y eso fue suficiente para despertarlo.

Nakyum pensaba que había vuelto a caer en uno de esos sueños que lo estaban atormentando. Tomó la mano del mayor y la atrapó entre sus dedos aún atrapado por los efectos de la droga que tenía sobre él.

Con un movimiento arriesgado Min golpeó el arma que lo amenazaba y logró escapar del agarre de Seungho, su rostro aún sangraba. Nakyum despertó por completo dándose cuenta de que no era un sueño, sino que en verdad el Señor Seungho lo había encontrado.

—¡Mi señor! —gritó Nakyum con un sentimiento mezclado de preocupación y anhelo.

—¿Qué esperan para atraparlo? —gritó Min desesperadamente a los guardias que seguían sin moverse.

Min se alejó y Seungho fue reducido por los hombres armados en medio de la habitación. Se distrajo sólo un segundo, bajando la guardia y perdió todo el terreno que había avanzado.

—Ah Señor Yoon, siempre sus modales han sido tan malos —dijo Min tocándose el rostro y frunciendo el ceño—. Tal vez deba devolverte la cicatriz antes de que te vayas a rendir cuentas en el Ministerio. ¡Enciérrenlo!

Suengho fue esposado en una de las habitaciones. Nakyum que había pasado desapercibido en todo este tiempo, tomó en secreto la navaja y la ocultó entre sus ropas. Siendo confinado en su habitación otra vez.

Min fue encolerizado a buscar a Jihwa.

—Mira lo que me hicieron —le mostró la herida abierta de su rostro—. ¿Cómo recupero esto? ¿Le debo cortar el rostro a trizas?

—Pfff ¿Eso es lo que te preocupa? ¿Dónde está Seungho?

—Ridículo, ¿no querías vengarte de él? Pero sigues tan preocupado, eres realmente ridículo Jihwa.

—No es por él por quien estoy preocupado. No seguiré más con esto. Estás enlodándote cada vez más y más, no tengo por qué...

—Pues déjame decirte una cosa, ya estás enlodado. ¿Quieres lavar tu conciencia? Estás también involucrado. Vamos a chantajear al señor Song con la información que tenemos. Él estará pronto en la ciudad.

—Yo no...

—¿Tienes miedo? Pues entonces con mayor razón, sería más conveniente tener a ese sujeto con los pies atados. Inhun hizo nuestro trabajo al recopilar toda esa información, qué conveniente. Seungho simplemente será el chivo expiatorio. Al final podrás tener a Nakyum para vengarte como no te atreviste desde el principio, pero eso será cuando me aburra de él.

—¡No me interesa! —estalló Jihwa—. No quiero vengarme de Nakyum, te lo dije ya. Solo quiero que esto acabe, no voy a jugar más para ti.

Jihwa estaba a punto de irse, pero Min lo detuvo. Le dio una última advertencia.

—Jugarás para mi o te hundirás junto con ellos. Elige.

Jihwa no dijo nada, sólo se fue. 

La ambición de Min... Una linda flor de cerezo (Fanfic de Pintor Nocturno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora