Capítulo 8: Juicio

373 27 4
                                    

Después de haberse enterado de toda la situación en su contra, Seungho tomó decisiones difíciles. Necesitaba proteger a Nakyum, no tenía a nadie en quien confiar, no podía permitir que volviera a caer en las manos de Min. Ni siquiera tuvieron un momento a solas para poder hablar entre ellos, todo fue tan rápido, debían tomar la delantera si no querían que todo se saliera de control. Si huía, ¿qué pasaría estando prófugo? ¿a quién acudirían? Min estaba dispuesto a llevarlos a la ruina después de todo. Si se arriesgaba a confiar en alguien que los traicionara, Nakyum volvería a estar en peligro. Heena no quería aceptarlo, excusándose en que correría más peligro en la casa Kisaeng que en cualquier otro lugar debido a la visita de una persona en particular, el señor Song, esto trajo malos recuerdos a Seungho, mas no los reveló, sólo él sabía el pasado retorcido que había detrás de ese nombre y la relación que tenía con la casa Kisaeng. Así que sólo llegó a la conclusión de que había una persona en este mundo en la que podría y no le quedaba más que confiar en él: su hermano Yoon Seungwon.

Encomendó a Kim, junto a una carta para que se enrumbara con Nakyum a buscar a su hermano al lugar en donde se encontraba preparándose para los exámenes. Tenía una esperanza, a pesar de todas las diferencias entre hermanos, él no lo defraudaría, no lo delataría con su padre tampoco. Entendería, pensó.

Seungho se dirigió a su casa, donde fue recibido por los guardias y encarcelado.

Heena preparaba la casa Kisaeng junto a las demás chicas. Todo era por él, por salvar a su hermano, sería capaz de engatusar a ese hombre con tal de salvar a Seungho y que pudiera proteger a Nakyum. En su posición, lo que más quería era que Nakyum estuviera bien, en su afán por hacerlo, lo llevó al límite sin querer. Ahora lo único que podía hacer era esto.

El señor Song llegó, con una expresión de autoridad y altanería, las muchachas lo sirvieron, como se reciben a los nobles, alimentos exquisitos, aromas embriagadores y bellezas únicas lo rodeaban. Heena habló:

—Mi señor —dijo mientras le servía una taza de te— Hace mucho que no viene por aquí.

—Al grano, me invitaste, nunca había recibido tanta cortesía de tu parte.

—Siempre es un gusto servirlo —dijo ella seductoramente.

—No vine por mi voluntad, me citaron, has de saber lo que se rumorea. ¿Implicado en temas de traición, yo?

—Lo se muy bien, mi señor. Le traigo una propuesta.

—¿Con qué fin? Se que el sodomita mas conocido por todo el lugar está involucrado. No puedo creer que me vuelvan a enredar en asuntos con esa lacra. ¿No creo que tengas una aventura con él?

—Claro que no señor.

—¿Te ha pagado para que hagas esto?

El hombre alto y de contextura gruesa tomó a la joven del cuello, a la vista de sus hermanas, quienes dudaron por un momento si defenderla o no. Hasta que una de ellas fue a intentar calmar al noble.

—Señor, por favor, tranquilícese —dijo la muchacha.

—¿Y dónde está tu hermanito? Ya debe haber crecido... —dijo soltando a la moza.

Heena se recuperó y miró con desprecio a este hombre, no podía evitar despreciarlo, pero tenía que mantener la compostura y seguir el juego.

—Él ya no está aquí.

—Siempre fue tan lindo, te dije que tuvieras cuidado, siendo así cualquiera lo podría confundir con una niña.

—Señor... —dijo Heena mordiéndose los labios.

La ambición de Min... Una linda flor de cerezo (Fanfic de Pintor Nocturno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora