CAPÍTULO XIII

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EL JARDÍN


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Me paseaba de un lado a otro por el jardín, disfrutando de la tranquilidad. En compañía de Abdel.

—Háblame de tu madre, ¿cómo era?— No sabía por dónde comenzar, describir a un ser tan obstruido por la oscuridad no era sencillo.

Titubee por unos segundos, esperando encontrar la respuesta adecuada —Briana es... inicua. Una madre que no nació con el amor innato, no sabe lo que es querer a otras personas, y si lo sabe, es pésima demostrándolo— solté un suspiro nervioso —hace cosas por puro interés propio, realiza actos no bien vistos para la ciudad, pero al mismo tiempo no quiere que la reprochen por ello. Mi madre es la persona que más odie con el pasar de los años...—

— ¿Por qué? ¿Cómo fue su trato contigo?—

—Siempre trate de entenderla. Pensé que ella nunca quiso tener hijos, por eso pensé que su trato era así conmigo— « ¡Vaya sorpresa me lleve al conocer la verdad!» — pero, resulta que mi madre enredó a mi padre en mentiras dulces para luego encarcelarlo. Supongo que te sabes esa historia, ¿no?—

—Sí, y a pesar de eso. Nuestro padre jamás dejó de amar a tu madre— mire como ladeo su cabeza en negación —pero, nos estamos saliendo del tema—

Camine hacía la fuente y me senté en la orilla de esta —El día de las madres solía darle dibujos o flores que yo misma cortaba del jardín— sonreí recordando —pero siempre terminaban en la basura o, simplemente mi madre me castigaba—

— ¿Qué clase de castigos?—

—Me arrojaba cualquier objeto que estuviera a su alcance. Una vez hice algo que no le gustó para nada y... — « ¿Cuándo le ha gustado algo que yo he hecho?» —me arrastró al sótano, me amarró en una silla. Encendió una vela y paso una aguja por la flama, luego... trazo esto— descubrí la cicatriz que adornaba mi pecho izquierdo, debajo de la clavícula.

"Monstruo"

—No le importaron mis gritos de súplica. Recuerdo que le decía que ya me portaría bien, pero ella siguió— limpié una lágrima que había comenzado a descender por mi rostro —ella nunca me quiso y mucho menos lo hará— Abdel se arrodilló frente a mí y me abrazo con fuerza; yo lloraba.

Pasaron eternos minutos en los que nos envolvimos en brazos uno del otro.

— ¿Por qué no denunciarla?—

—Es una persona muy corrupta. La mayoría de los abogados de la Ciudad están de su lado, y harán lo que ella les diga con sólo chasquear los dedos. Si alguien se pone en su contra, se encarga de callarlo e incluso desaparecerlo— baje de la fuente y me senté en el pasto, para luego abrazar mis piernas —Trate muchas veces de pedir ayuda, pero mi madre siempre ponía como excusa mi enfermedad. Decía que yo sola me provocaba el daño, y todos lo creían. Porque decían que estaba loca— solté en burla.

M I: MENTAL DEMONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora