CAPÍTULO V

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MISMA SANGRE


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La penumbra de la oscuridad me era horrible y familiar, la desesperación se estaba apoderando de mí, el miedo me estaba consumiendo. La luz de la ventana que atravesaba el cuarto en el que me encontraba era la única luz que me mantenía serena y tranquila. Los recuerdos de aquel acontecimiento se repetían una y otra vez en mi mente y muchas dudas surgieron en mi interior. A partir de aquello, todo cambiaría, todo se había vuelto un lío. Un laberinto sin escapatoria y con muchos baches en el camino.

Fue entonces cuando me di cuenta de la terrible realidad que estaba viviendo y de todo lo demás que me esperaba. Un remolino de emociones se desatada en mi interior. No recordar lo que realmente había pasado me atormentada demasiado. Todo esto me estaba haciendo daño, las heridas estaban comenzaban a abrirse de nuevo. Los recuerdos que trataba de ahogar para ponerles un fin, estaban subiendo a tierra, resurgiendo de lo más profundo.

No era la primera vez que no recordaba el haber asesinado a alguien, la primera vez que paso fue hace tiempo, cuando tenía 5 años.

Sentí a alguien ponerme de pie, ni siquiera había notado que alguien había entrado, ni en qué momento se había acercado a mí, para luego tomarme de las manos y ponerme de pie. Simplemente mi cuerpo no respondía y mi mente se encontraba desconectada de todo. No quería saber nada y mucho menos de nadie. Sentí sus manos colocarme las sandalias y dirigirme a la puerta. Luego todo se volvió negro.


(...)


Abrí los ojos lentamente, pero rápidamente los cerré, aquella luz del lugar en el que me encontraba me calaba. Intente pararme de la camilla en la que estaba, pero algo jaló mi mano, abrí los ojos lentamente intentando acostumbrarme a la luz, ahí en mi mano derecha se encontraba la aguja del suero.

Extrañada mire todo el lugar, no necesitaba preguntarme qué lugar era en el que me encontraba, pues bien sabía que era la sala médica del centro psiquiátrico, cerré mis ojos intentado relajarme. Odiaba estos lugares, inclusive odiaba las agujas.

El chirrido de la puerta hizo que los abriera de nuevo, desde la puerta se encaminaba Abdel, mí querido siete. Con su semblante serio se acercó hacia mí, tomó mi mano izquierda y la tocó con delicadeza.

—Al fin despiertas bella durmiente—

— ¿Cuánto tiempo llevo aquí?— pregunté ignorando su comentario.

—Una semana exactamente— respondió observándome fijamente —Madeleine, puedes confiar plenamente en mi— Ethan dijo que estaría conmigo y ahora él.

¿Debería confiar en él?

Miré el techo, no estaba entendiendo nada, yo no asesine a ese hombre intencionalmente. Me sentía mal por lo sucedido.

M I: MENTAL DEMONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora